Montero necesita una suiza y romper el bucle melancólico
La ministra de Hacienda tiene tantas fortalezas como candidata como debilidades
El PSOE andaluz, al contrario que Pedro Sánchez, está metido en un bucle melancólico
La vicepresidenta pide unidad para detener la "ola reaccionaria" mundial

Unos Presupuestos que salven la legislatura, la nueva financiación de Cataluña, las presiones de Puigdemont, las ocurrencias de sus primos de Sumar y, por si no bastase, la oposición a Juanma Moreno, el presidente que levita. María Jesús Montero es una persona capaz, trabajadora -prácticamente, vive en Moncloa- y una negociadora inagotable, pero necesita una navaja suiza para hacer frente a la cantidad de retos que tiene por delante.
Cuando el PSOE de Andalucía clamó para que María Jesús Montero fuese su nueva líder, sabía de esto y de la inexistencia del don de la ubicuidad, conocía que su principal debilidad es su papel frente a la financiación singular de Cataluña, pero la escogió, prefirió la apuesta mayor a la que tan aficionado es el sanchismo a escoger a otra persona que necesitase unos cuantos años para hablar de tú a tú al presidente de la Junta.
Por el momento, el mayor éxito de Montero es el nerviosismo con el que PP y San Telmo han contestado a la nueva candidatura. No hay sondeo que indique un vuelco de la opinión pública andaluza, pero lo que los populares temen y el PSOE busca es que Moreno pierda la mayoría absoluta en las elecciones de 2026 y se tenga que echar en manos de Vox. Porque eso es claro, el proyecto de María Jesús Montero tiene una acotación temporal, las autonómicas del próximo año. En términos taurinos, los socialistas han perferido el puerta grande o enfermería.
La política andaluza se ha animado, la ministra de Hacienda, con el poder que ello implica, zarandea todas las semanas la agenda de Juanma Moreno. Una es el derribo del Algarrobico; otra la quita de la deuda, una cifra desmesurada, 18.791 millones de euros, a la que el presidente andaluz tiene que decir que no por razones de pura estrategia; la siguiente, ya se verá, pero el equipo de Montero tiene una libreta llena de compromisos con Andalucía que el Gobierno central quiere ir desbloqueando.
Frente a la fortaleza de haber apostado por una ministra, que es la de Hacienda, la candidatura de Montero en las elecciones está repleta de debilidades. La peor, sin duda, es sus relaciones con la singularidad fiscal de Cataluña, un asunto capital en Andalucía. Y hay otro problema, el del proyecto del PSOE para la comunidad. Lo que se ha visto en el reciente Congreso Regional de Armilla es que los socialistas andaluces no saben salir de un bucle melancólico, las constantes referencias al referéndum de febrero de 1981, la entronización de Rafael Escuredo, la reivindicación de la construcción social conseguida en los años de gobiernos de la Junta sirven para reconfortar a la militancia, pero el electorado se mueve por perspectivas de futuro, no por recuerdos.
No uno, sino varios oradores en Armilla clamaron a los delegados, recordad donde estuvo la derecha el 28 de febrero, pero más de la mitad del electorado andaluz no puede recordad qué ocurrió en 1981 por la sencilla razón de que o no había nacido o no tenía conciencia del momento histórico.
Pedro Sánchez es lo contrario al PSOE de Andalucía, sabe ver mejor que nadie cuál es el signo de los tiempos, su virtud es el futuro, no mira por el espejo retrovisor. Es posible que los partidos españoles hayan dejado de ser las organizaciones de acción ideológica que fueron en el siglo XX y en estas primeras décadas del XXI, que ahora sean plataformas electorales de candidatos que se tiran como las series televisivas sin no dan un pelotazo de audiencia en su primer capítulo. En un tiempo de prisas, no hay lugar para la espera.
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