Nunca naufragues en la Bahía de Cádiz

Relato del naufragio de la patera de Rota, uno de los episodios más trágicos de la inmigración clandestina en España. La Apdha homenajea hoy a sus víctimas.

Uno de los cuerpos que aparecieron varios días después en una de las playas de El Puerto. /Fito Carreto
Uno de los cuerpos que aparecieron varios días después en una de las playas de El Puerto. /Fito Carreto
Fotos: Antonio Palomares/ Texto: Juan J. Marqués Hansala/Cádiz

25 de octubre 2013 - 06:40

Seguro que ni diez, ni veinte, ni cincuenta años podrán borrar de la memoria de nadie las sobrecogedoras imágenes que captaron las cámaras aquel viernes 31 de octubre de 2003 en las playas de El Puerto y Rota. En una tregua que se tomó el temporal que azotó la Bahía de Cádiz, el mar dejó sobre la arena un dantesco reguero de cuerpos sin vida. Los de 14 de las al menos 37 víctimas mortales que hacía seis días se había cobrado el naufragio, en el roqueo de una playa roteña, de una patera de apenas ocho metros de eslora y dos de manga con unos cincuenta inmigrantes marroquíes a bordo. Que se cobró el naufragio. Qué tranquilizador resultaba atribuir aquel drama al estado de la mar, al afán de lucro sin escrúpulos de las mafias, a la desesperación de las víctimas, a la imprudencia del patrón y su ayudante, a la mala suerte. Algunos se empeñaron en ello en los días, semanas y meses posteriores a aquella tragedia. Pero hubo otros que intentaron el rescate, que se ofrecieron a colaborar, que dieron testimonio veraz de lo que vieron, que pidieron responsabilidades a las más altas instancias, que denunciaron. Y unos pocos, que se movilizaron hasta llegar al origen de la catástrofe. En este caso, a Hansala, una mísera aldea de la provincia de Beni Melall, de la que procedían trece de los naúfragos. Solo sobrevivió uno. De muy cerca era también Hamid Echokhch, el ayudante del patrón de la patera y único condenado. Cuarenta años de prisión: tres por un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros y uno por cada uno de los 37 homicidios por imprudencia grave que cometió, según sentencia de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cádiz, de 15 de noviembre de 2004. Fue detenido en Algeciras, cuando pretendía huir a Marruecos. Le delataron la falta de un diente, las piernas arrugadas y arena en los bolsillos.

Bajo el nombre de las 24 personas fallecidas identificadas y el recuerdo de las otras trece que encontraron sepultura tras lápidas sin nombre en el Cementerio de Los Barrios, estas siete páginas pretenden rememorar aquella tragedia que conmovió a millones de personas y que puso de manifiesto los fallos de un dispositivo de rescate que se demoró demasiado.

La partida

"En la patera veníamos 58 personas. De Marruecos no sale ninguna con menos de 50", relató al juez uno de los supervivientes del naufragio. "El patrón llevaba un ayudante, que iba llenando el depósito de gasolina y que repartía algo de comida y tabaco [...] Salimos la noche del viernes al sábado desde una playa situada entre Asilah y Larache. Estuvimos toda la noche navegando [...] Antes de embarcar esperamos en una casa en las afueras de Tánger. Adnán le alquiló la casa a Abdelhadi y Abdellah. Al primero, al jefe, solo le vi el día que zarpamos, porque fue a recoger el dinero: 20.000 dirhams [unos 1.9000 euros]. Desde allí nos llevaron hasta la zodiac. Nos dijeron que si nos cogían en España no tendríamos que pagar de nuevo. Pero yo ya he pagado tres veces [...] a otras dos organizaciones distintas".

"A bordo de la patera me facilitaron el número de teléfono al que tenía que llamar cuando llegase a España [...] Mi idea era ir a donde viven mi padre y mi hermano en España". En la sentencia se considera probado que en la embarcación no había ningún elemento de seguridad, como salvavidas o flotadores. Que a los pasajeros se les fue colocando uno junto a otro, totalmente pegados, indicándoseles que debían permanecer sin hablar, sentados y agachados. Y que la navegación se realizaba "penosamente y en condiciones de evidente riesgo para la flotabilidad, máxime cuando después empezaron a empeorar las condiciones climatológicas".

La singladura

"A bordo no nos dejaban hablar. Cuando zarpamos, la mar estaba tranquila, pero al amanecer empeoró el tiempo y empezó a llover. -continúa el relato del náufrago- Había mucho oleaje, mucho viento y mucha lluvia. Entonces tuvimos que achicar agua para no hundirnos. El patrón daba órdenes, pero también el ayudante".

Después de toda una noche de navegación, el estado del viento y de la mar empeoran. En la zona de Cádiz sopla sur sureste, rolando a sur suroeste, con fuerza cuatro y cinco, pero arreciando hasta seis y siete, con tormentas ocasionales y la mar de fuerte marejada a mar gruesa. "Navegamos toda la noche y todo el día, hasta que caímos al agua. Tuvo que ser sobre las cinco de la tarde [hora marroquí, las 19:00 horas en España], cuando vimos un barco grande parado, como rojo y verde". Era el Focs Tenerife, el mercante que capitaneaba Rogelio Navarrete, el hombre que dio la voz de alarma a las 19:05 a Salvamento Marítimo, quien pudo e intentó impedir la desgracia disponiendo para el rescate todos los medios que tenía a su alcance. El mismo que a la postre sería cuestionado y desacreditado por el entonces subdelegado del Gobierno de Aznar en Cádiz, Maximiliano Vílchez.

El Focs estaba fondeado en la Bahía a unas tres millas al noroeste del castillo de San Sebastián. "Pasamos cerca de él, echaron una escalera por la borda para que subiéramos, pero el patrón de la zodiac dijo que no, que si teníamos que morir, moriríamos todos. [...] Estábamos empapados, llevábamos dos días sin comer y lo único que queríamos era desembarcar en algún sitio. El ayudante le dio la razón e intentó convencernos de que no hacía falta acercarse más al barco, que ya estábamos muy cerca de la costa. Ni él ni el patrón pidieron ayuda en ningún momento. Les pedimos a gritos que nos acercásemos al barco, pero el patrón se rió y dijo que si queríamos, que cogiésemos nosotros el timón [...] No queríamos morir". Veinte minutos después, desde el Maerks Málaga divisan la patera a popa, tan cerca, que tuvo que cambiar de rumbo para no llevársela por delante.

El naufragio

"Todavía era de día, cuando una ola se nos echó encima por la popa y volcó la lancha", prosigue el superviviente. "Nos agarramos y nos subimos como pudimos a la patera, ya boca abajo. Pero una segunda ola nos volvió a derribar. Intentamos subir otra vez, pero la zodiac se rompió. Éramos más de veinte y no aguantó: se hundió. Ninguno teníamos chaleco salvavidas, sólo el patrón [...] De repente se hizo de noche. Llevaba nadando unos tres cuartos de hora hasta que vi las luces de un helicóptero".

El rescate

A partir de la llamada de auxilio del Focs se despliega un lentísimo y nefasto en resultados dispositivo de rescate cuyos detalles alarmaron a la sociedad, a partir de la denuncia de Ignacio García, entonces parlamentario andaluz de IU por Cádiz. A ella se sumaron y aportaron la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (Apdha), el PSOE y la Asociación Unificada de Guardias Civiles.

El resumen de aquel desastre fue que el barco que salió en auxilio de los inmigrantes, el remolcador Sargazos, zarpó del puerto de Cádiz 52 minutos después de la llamada del capitán del mercante. Ni la Guardia Civil ni Salvamento Marítimo tenían ninguna embarcación disponible. La Salvamar Gadir estaba en varada y el remolcador Sertosa 18, en una emergencia en Tarifa. Para colmo, Autoridad Portuaria impidió el embarque de sus policías en el Sargazos por una mera cuestión de competencias, cuando estaban ya dispuestos a hacerlo. Al final, el remolcador zarpa con agentes de la Policía Nacional. Pero ya era demasiado tarde. A las 21.55, la Guardia Civil de Rota informa de que ha encontrado la patera sin ocupantes junto al hotel Playa de la Luz, de Rota.

El subdelegado del Gobierno se escudó en que, según él, los ocupantes de la patera rechazaron el auxilio del Focs, y llegó a reprochar a su capitán que nunca solicitó socorro a Salvamento Marítimo ni hizo lo suficiente a la hora de auxiliar a los inmigrantes. El director general de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso, se atrevió a declarar que "los naufragios quedaban fuera del margen de fiabilidad" del SIVE . Y el entonces ministro del Interior, Ángel Acebes, se negó a comparecer en el Congreso y mandó a su delegado para la Extranjería y la Inmigración.

En la sentencia de condena del ayudante del patrón, los magistrados alegan que "no pueden ni deben referirse a otras materias colaterales, aunque no insignificantes, de amplia repercusión [...] otras cuestionadas responsabilidades -públicas o privadas- en la muerte de tantos inmigrantes por la posible tardía o nula respuesta en atender la llamada de socorro del capitán del Focs Tenerife".

La Apdha rinde hoy homenaje a las víctimas en Los Toruños, en El Puerto, con unas jornadas que se desarrollarán hoy y mañana.

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