Terapeutas de cuatro patas

Alumnos del CEIP Mercedes Carbó de Afanas, en El Puerto, realizan terapias con los perros de Efecto Huella Sus beneficios: nuevas sensaciones o mejoras en su psicomotricidad y autoestima

Uno de los alumnos del CEIP Mercedes Carbó en su ratito con la perra Tindaya.
Uno de los alumnos del CEIP Mercedes Carbó en su ratito con la perra Tindaya.
Alicia Ruiz El Puerto

05 de junio 2016 - 05:01

El pequeño y el perro ya se conocen. La vía de comunicación principal del niño es el tacto y sentir al animal, su pelo, abrir sus manos para acariciarlo, es pasar por uno de los mejores momentos de la semana en su colegio, el CEIP Mercedes Carbó, de Afanas, en El Puerto de Santa María. Su cara, cuando se da cuenta que su amigo se acerca, cambia por completo. Los ratitos con las 'terapeutas' Tindaya, Brenda, Marga y Noa, despiertan sensaciones en los alumnos, tienen su efecto, el Efecto Huella, nombre de la asociación que realiza este tipo de terapias asistidas con animales para niños.

"Él tiene normalmente las manos cerradas y aquí las abre. Mira cómo busca al perro con la cabeza. Es que percibe cosas que para nosotros son muy normales, pero que para ellos no lo son", explica Francisco J. Reina, profesor de Infantil y jefe de estudios del centro portuense, mientras atiende a uno de los alumnos. A su lado está Beatriz Romero, veterinaria especialista en comportamiento animal e intervención asistida con perros. Ella y sus dos compañeras, educadoras caninas, se desplazan hasta el centro escolar una vez en semana desde hace unos meses, y el resultado de estas terapias caninas tanto para su equipo como para el del colegio está siendo más que positivo.

Actualmente, un total de 14 niños de Infantil y Primaria se están beneficiando de las mismas en este colegio portuense. El trabajo se divide en dos grupos. En el primero son niños gravemente afectados según explican sus profesores, por lo que con ellos se trabaja principalmente la estimulación sensorial, "el conectarse con su entorno", cuenta Beatriz. "Para los gravemente afectados es una estimulación sensorial que amplía su mundo, lo abre a nuevas sensaciones, a olores, a texturas", añade Francisco. "Eso les produce también a ellos una sensación de placer, porque normalmente están en su carro o silla, y esto es un bienestar personal".

Pero los logros son más, como pueden ser los avances en movilidad. Por ejemplo, sus monitores han visto como una pequeña con parálisis cerebral controla los movimientos mejor estando con sus co-terapeutas, como se denomina a los perros en estas terapias. Mueve sus piernas o sus brazos para acariciarlo. Como otro alumno, sordo ciego, le toca su pelo riendo. Tras una habituación del niño con el animal se van conociendo mutuamente y ya existe entre ellos una conexión especial. Simplemente observando cómo se relacionan se ve que esta unión sólo puede traer cosas buenas. Y eso que hoy, con el fotógrafo, la periodista y la visita de la diputada provincial de Bienestar Social, Isabel Armario, y responsables de Afanas los descontrolamos un poco en su ratito juntos.

En el patio hay otros niños esperando a estos especiales terapeutas. Junto al personal de Afanas y de Efecto Huella, llega el momento de jugar con los animales. Con este grupo se trabajan más ejercicios con los que pueden mejorar la autoestima, la orientación, la psicomotricidad o la atención. Una pequeña casi ha aprendido a andar con ellos, su avance ha sido espectacular, apuntan los monitores. La pequeña recorre el pasillo del centro agarrada al animal con ayuda de su profesora. "También el perro la motiva", asegura la responsable de Efecto Huella. Las actividades en el patio son varias, como tirar aros a los perros, que lo recogen, le hacen caso. "Eso hace que se sientan orgullosos y mejoran su autoestima", añade mientras vemos a los perros saltar ante las órdenes de los críos.

Los perros están entrenados en "positivo". El trabajo de Efecto Huella con ellos se basa en "una obediencia avanzada sin nada de castigos para que los animales no asocien esto a nada negativo para ellos", dice Beatriz. Hay una labor diaria con los animales, que viven con sus entrenadoras, se les habitúa a los gritos, a los acercamientos bruscos. "Así, si los niños los pellizcan, los perros simplemente se encogen. Si nos miran, sabemos que algo no va bien".

Pero a pesar de sus beneficios este tipo de tratamiento no está muy extendido. "Vamos atrasados respecto a otros países en utilizar al animal como herramienta pedagógica", asegura el jefe de estudios del colegio, interesado desde hace tiempo en hacer algo de este tipo. "Funciona con los niños con autismo también o hay terapias para los niños con cáncer. En Barcelona ya un hospital que lo está llevando a cabo", explican de la asociación canina.

Todo este programa en el curso escolar se ha podido llevar gracias a aportaciones de la Diputación provincial o de la Caixa. La diputada Isabel Armario no pierde detalle. "Sabíamos del proyecto pero viéndolo aquí te das cuenta de que hacen un trabajo encomiable", manifiesta. "Una labor así, y más para un gobierno sensible como el de la Diputación, no puede quedar sin apoyo. Hay que intentar dar los recursos necesarios para que cuantas más personas de la provincia puedan acceder a ellos, mejor", asevera. De momento, Efecto Huella tiene terapias en su centro en Jerez, en Upacesur, el aula Antonio de Nebrija y el colegio de Afanas en El Puerto.

Tras un par de horas, Tindaya, Brenda, Marga y Noa se marchan para asistir a otros pequeños luchadores como los compañeros del CEP Mercedes Garbó, que esperan ya la próxima cita con sus terapeutas de cuatro patas.

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