Hacia un modelo de ciudades más densas, próximas y funcionales para salvar el futuro

Contenido ofrecido por Ayuntamiento de San Fernando

Alayo sostiene que las áreas urbanas están creciendo en todo el mundo de una manera descontrolada e ineficiente, abocándolas a su degradación, a costes de mantenimiento absolutamente inasumibles y con peores servicios para la ciudadanía.

TAC! 1

Juan Álvaro Alayo

03 de octubre 2024 - 05:00

Como punto de partida, una verdad incómoda: estamos haciendo mal nuestras ciudades. El arquitecto y urbanista Juan Álvaro Alayo se muestra así de contundente al afirmar que “consumimos territorio con glotonería” y que estamos dejando crecer las áreas urbanas de una manera “descontrolada e ineficiente”, lo que acarrea unos costes de mantenimiento absolutamente inabarcables para las administraciones. Estamos desarrollando en todo el mundo modelos de ciudad “carísimos” que, además, “perjudican al ciudadano”, lo que supone un verdadero contrasentido. Por ello, urge a revertir estos modelos y configurar ciudades más densas y compactas para evitar que se sigan degradando, generando costes aún mayores y deteriorando irremediablemente los servicios que requiere la ciudadanía.

Así lo plantea Juan Álvaro Alayo en la ponencia titulada ‘Modelos económicamente sostenibles de una ciudad’, la primera del ciclo de conferencias con prestigiosos urbanistas y arquitectos que, coincidiendo con el TAC! Festival de Arquitectura Urbana, está difundiendo el Ayuntamiento de San Fernando para profundizar en el modelo de desarrollo hacia el que deben tender las ciudades en el contexto de la Agenda Urbana y la transformación que se está impulsando a nivel internacional dentro de ONU-Hábitat por un mejor futuro urbano y una mejor calidad de vida para todas las personas en las ciudades y comunidades.

Como ha expuesto Alayo, el 56% de la población mundial vive actualmente en las ciudades, la mayor parte en suburbios -no entendidos como zonas deprimidas, sino más alejadas de los núcleos urbanos. El 80% del PIB se genera también en las ciudades, al igual que el 75% de las emisiones mundiales y del consumo de materiales. Por tanto, las áreas urbanas son “inmensos artefactos complejos, costosísimos, pero de crucial importancia para nuestro desarrollo social y económico”.

La humanidad tardó 12.000 años en alcanzar la cifra de mil millones de habitantes urbanos, lo que hizo en 1960. Sin embargo, en solo 25 años multiplicó esa cifra por dos y 30 años después, es decir, en 2015, ya la había multiplicado por cuatro. Hablamos, por tanto, de un “brutal crecimiento exponencial” tan rápido que se escapa al entendimiento y que es inasumible para el ser humano.

Además, si en 30 años se ha duplicado la población urbana mundial, la superficie urbana se ha multiplicado por cuatro en ese mismo periodo. En el caso de España, en 24 años (entre 1987 y 2011) la población urbana creció un 24%, mientras que la superficie urbana se incrementó en un 48% y en un 88% la superficie artificial, que es la que necesita más infraestructuras y, por tanto, conlleva mayores costes. Unos datos que expresan con claridad que estamos haciendo ciudades cada vez menos compactas y más dispersas.

¿Y cómo sabemos si estamos construyendo las mejores ciudades que podemos? Para Alayo, la respuesta está en comprobar “si sirven a la sociedad de la mejor manera posible”. Para ello, plantea un ejercicio sencillo: tener claro qué funciones deben cumplir las ciudades, qué tal cumplen esas funciones y a qué coste lo hacen.

En este sentido, partimos de la base de que el motivo principal por el que las personas viven en las ciudades es tener acceso a oportunidades de todo tipo: educación, empleo, ocio, cultura, compras, servicios o simplemente encontrarse con otra gente. Por tanto, las claves para tener un buen y fácil acceso a las oportunidades son la proximidad, la densidad y la mezcla de usos.

Sin embargo, la tendencia ha sido hacer ciudades cada vez más dispersas. Y “cuanto más disgregamos y centrifugamos la ciudad peor cumple su función”, sencillamente porque las cosas están más lejos, son menos accesibles, ofrecen menos oportunidades, obligan a desplazamientos utilizando el transporte o el vehículo privado, contaminando y obligando también a buscar espacios para crear aparcamientos, contribuyendo así a “destrozar la ciudad” y a crear ciudades económicamente ineficientes.

Una ciudad son muchas cosas: las infraestructuras, las calles, saneamiento, iluminación, mobiliario urbano, parques, aparcamientos, playas, puentes, edificios públicos, educativos, deportivos, administrativos… Todo ello supone un patrimonio ingente que, como todo lo físico, decae y requiere de mantenimiento y de preposición constante que se traduce en una inversión de proporciones épicas.

Alayo afirma que los costes de una ciudad más compacta son inferiores a los de una de baja densidad, donde es mucho más complejo y costoso la recogida de basura, la seguridad o la limpieza de las calles, por citar algunos ejemplos.

A diferencia de las empresas que realizan sus balances, las administraciones no tienen un cálculo de cuánto les cuesta mantener su ciudad, principalmente porque no tienen obligación de hacerlo. La única ciudad que ha hecho un ejercicio de estas características es Portland (Oregón), que entre 2006 y 2019 contabilizó el coste del mantenimiento y reposición de las infraestructuras de calles, agua, saneamiento y drenaje exclusivamente.

Las cifras son escandalosas y dan una idea del coste que tiene el mantenimiento de una ciudad. Nada menos que cerca de 46.000 millones de dólares para una población de 660.000 habitantes, lo que supone 70.000 dólares per cápita. Por tanto, hablamos de cifras inasumibles incluso para Portland, por mucho que esté entre las cien ciudades más ricas del planeta.

Como apunta Alayo, la solución a este problema pasa por configurar ciudades más densas, compactas y menos dispersas, en las que la gente viva en un espacio más reducido y que no sigan creciendo cada vez más consumiendo territorio.

Barcelona es un ejemplo en este aspecto, ya que se ha convertido en la ciudad más compacta del mundo con 14 metros cuadrados de calle por habitante frente a los 150 metros cuadrados per cápita de ciudades como Houston o los 58 de Portland. ¿Y por qué esto es importante? Porque, como dice Alayo, la baja densidad de las ciudades impacta en el coste de los servicios públicos, que disminuye, pero también en los usuarios.

En este sentido, apunta que las ciudades dispersas “condenan a una movilidad que tiene sus costes”. Sin ir más lejos, el transporte supone en Andalucía el 13% del presupuesto de una familia.

Para el experto, el reto está en planificar urbanísticamente los territorios con la mirada puesta en el futuro, pensando cómo queremos que sean las ciudades dentro de 30 o 50 años y teniendo claro qué opciones no son viables. En este sentido, aboga por configurar ciudades más densas y multifuncionales en las que se apueste por el transporte público, espacios controlados de desarrollo y que permitan asumir el coste de la ciudad.

San Fernando en el futuro

En cifras generales, San Fernando tiene una edificabilidad de 800 hectáreas, con una densidad media de 0,82 metros cuadrados de techo construido por metro cuadrado de suelo urbano. Como referencia, en Barcelona esta cifra se sitúa en 1,52 de media.

San Fernando es una ciudad con una densidad media sin la expansión territorial de modelos urbanos menos compactos típicos del litoral andaluz. La ciudad tiene la oportunidad de mejorar en densidad, proximidad y multifuncionalidad para avanzar hacia un modelo aún más compacto.

De hecho, San Fernando está en pleno proceso de iniciar el desarrollo un nuevo Plan de Urbanismo que le permitirá intensificar la edificabilidad en el más de un millón de metros cuadrados de suelo urbano no consolidado del que dispone y en las 270 hectáreas de suelo urbanizable para aumentar la densidad del municipio. La ciudad va a aumentar la densidad, proximidad y compacidad adecuando el planeamiento a los modelos urbanos de éxito aprovechando la redacción del nuevo PGOU.

Las recomendaciones de Alayo para el municipio pasan por hacer un inventario de lo público, trabajar con materiales y con una extensión que permita un coste de mantenimiento y reposición que pueda ser asumido por la ciudad y, por otro lado, anima a trabajar en el conjunto del área urbana para extender la densidad del centro histórico al resto de la ciudad.

La Agenda Urbana y su desarrollo en el nuevo Plan General de San Fernando, la mejor oportunidad para repensar la ciudad

Diálogo entre Juan Álvaro Alayo y la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada,

En un diálogo con la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, Juan Álvaro Alayo ha puesto de manifiesto la necesidad “urgente” de que, al igual que afortunadamente ha ocurrido con el cambio climático, se produzca “un cambio de chip y concienciarnos ya de que repensar las ciudades es absolutamente necesario”. En su opinión, la Agenda Urbana representa una oportunidad para repensar la ciudad desde los primeros principios con el fin último de dar el mejor servicio a sus ciudadanos y propiciar que las sociedades que las habitan tengan el mejor desarrollo posible.

A juicio del experto, “aún no se ha extendido a todas las ciudades la concienciación de que el modelo urbano tiene que cambiar como se está cambiando en San Fernando”.

En este sentido, se antoja imprescindible una labor educativa para eliminar los prejuicios asociados a la densidad y a compactación de las ciudades, ya que dicho modelo facilita la accesibilidad a los servicios, reduce la movilidad, permite hacer más con menos y minimiza los costes de mantenimiento haciendo económicamente viables a las ciudades.

Alayo y la alcaldesa isleña también han conversado sobre cómo deben afrontar las ciudades la movilidad desde la forma urbana para minimizar los desplazamientos, cuáles son los márgenes de edificabilidad de las zonas urbanas para que las ciudades sean económicamente sostenibles, así como de la necesidad de repensar los edificios públicos para que sean multifuncionales y se adapten a las necesidades cambiantes que experimentan las ciudades con el paso del tiempo.

San Fernando se encuentra en pleno proceso de transformación de su modelo de movilidad y su desarrollo urbano. Tanto la Agenda Urbana, el Plan de Movilidad Sostenible en plena redacción y el nuevo Plan General de Ordenación Urbana son las nuevas herramientas para un cambio radical de modelo.

Juan Álvaro Alayo

Es arquitecto y urbanista especialista en sintaxis espacial. Máster en Advanced Architectural Studies (Bartlett School of Architecture, University College London).

Comenzó su carrera como investigador en University College London analizando cómo se estructuran las ciudades y el uso que le dan los ciudadanos a los espacios urbanos. Como él mismo explica, estudia “la forma de las ciudades, su modelo de desarrollo urbano y cómo ello impacta a las sociedades que las habitan”. Acumula más de 25 años de experiencia en el estudio de esa interacción entre la forma y las funciones de las ciudades y el comportamiento social.

En 2005 se incorporó como director de planificación y desarrollo para nuevas oportunidades a Bilbao Ría 2000, la empresa pública de regeneración urbana que se creó a finales de 1992 para poner en marcha la renovación de la ciudad recuperando zonas degradadas por la industrialización y su entorno metropolitano mediante un esquema de participación público-privada.

Desde allí trabajó para integrar infraestructuras de transporte clave en entornos urbanos densos y gestionó los intereses y expectativas de diferentes administraciones públicas, asegurando la viabilidad física, social y financiera de los proyectos.

Cabe señalar que Bilbao ha tenido una de las mejores transformaciones urbanas de la historia moderna y se ha convertido en un ejemplo a nivel mundial de cómo hacer renacer una ciudad. No en vano, el proceso de regeneración urbana de Bilbao se difunde a nivel internacional como un caso de éxito rotundo, paradigma de buenas prácticas urbanísticas y modelo para otras metrópolis afectadas por la desindustrialización y declive urbano.

Alayo se consagró en 2014 como consultor independiente y, actualmente, asesora en proyectos urbanísticos estratégicos a nivel internacional, especialmente en México, donde se ha producido un crecimiento desaforado de las ciudades. Asimismo, combina su actividad profesional con la investigación y la docencia.

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