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Bastará un escalofrío cuando llegue septiembre. Por Yolanda Vallejo

No nos da la vida para tanta efeméride, para tanto homenaje, para tanta cultura. Septiembre ha comenzado tan fuerte que ni tiempo nos ha dado a pensar que ya no estamos en agosto

YOLANDA VALLEJO

Cádiz

08/09/2024 a las 09:18h.

Decía Juan Carlos Aragón que si mayo es el mes de la flores y julio el de las caballas, septiembre –el vándalo septiembre- es el mes del pasodoble. Dicho así, seguro que más allá del río Arillo poca gente lo pilla, pero los que somos de por aquí, los que sabemos que algo está pasando, «cuando llegan las golondrinas a beber en la Caleta», lo entendemos perfectamente. Y es que septiembre es, desde hace mucho, el nuevo enero; y no solo por lo de siempre: la vuelta al colegio, a la rutina, a los horarios, a los coleccionables - ¿todavía hay coleccionables? - y a los propósitos que se hacen con más fe que voluntad y que nacen con fecha de caducidad. Lejos queda ya ese septiembre que parecía un lunes de coros, ya sabe, el mes para los gaditanos, el mes en el que la playa se desnudaba de turistas y nos regalaba ponientes largos de bajamares inmensas y las sombrillas y los rostros volvían a ser reconocibles. Lejos queda ya ese septiembre de rebequita en el que los gaditanos volvíamos a recuperar las calles y las plazas, y se podía dar la vuelta a Cádiz en un paseo. Lejos queda ya ese septiembre calmo, solo interrumpido por el olor a cuadernos nuevos y la algarabía de los niños estrenando nuevo curso escolar. Se lo cuento para que entienda que no es nostalgia, sino necesidad.

Porque, aunque el verano en Cádiz nunca ha terminado en septiembre, primero con el Trofeo Carranza, y luego con el entierro de la caballa, empezaban a encenderse las luces del otoño y se instalaban un cielo nuevo y una tierra nueva –queda muy apocalíptico, pero queda bien- para dar sentido al calendario gaditano. Todos los septiembres eran la promesa de una nueva alianza. Pero ya no.

Yo no sé si a usted le pasa, pero lo del caldo y las tres tazas es, últimamente, el menú nuestro de cada día. Piénselo. No nos da la vida para tanta efeméride, para tanto homenaje, para tanta cultura. Septiembre ha comenzado tan fuerte que ni tiempo nos ha dado a pensar que ya no estamos en agosto: el centenario de «Marinero en Tierra» de Rafael Alberti, el paseo del Carnaval –y menos trabajo y más carnaval-, lo orgullosos que estamos de ser fenicios, las mil y una procesiones que nunca deben faltar, Alcances –lo que queda de Alcances, claro-, el South International Series Festival –el sáu para los de aquí-, el Foling Days, -la Sail GP chiquita-… qué sé yo, si esto es un no parar. Decía mi abuela que lo poco espanta y lo mucho, amansa. Razón no le faltaba, porque si antes nos quejábamos de que «en Cádiz no hay de ná», ahora no hay manera de digerir tantos platos, porque lo del bueno y breve no entra en la hoja de ruta –me encanta lo de la hoja de ruta- de nadie. Para muestra, la que se avecina. 

Si usted creía que ya lo había visto todo, abróchese el cinturón, porque vienen curvas. Leo el programa de «Orgullosos de nuestra historia» y me siento como aquellos primeros fenicios a los que el levante echó hasta tres veces de nuestras playas antes de que se decidieran a poner aquí sus tiendas. Qué mareo y qué sinvivir. Orgullosos, no sé, pero cansados vamos a acabar de nuestra historia. Y si los previos ya son de infarto, lo del sábado que viene es de pronóstico reservado. Yo estoy deseando –ya lo sabe- que llegue el «pasacalles inaugural» de Cádiz Fenicia, el próximo viernes, que recorre la ciudad desde el castillo de san Sebastián –ya que está abierto, que sirva para algo- hasta las Puertas de Tierra con la diosa Astarté, el dios Baal Hammon y el dios Melkart, todos ellos acompañados por las agrupaciones ganadoras del desfile de Carnaval de Badajoz. Me habría gustado mucho que en alguna esquina se cruzaran con la virgen de los Dolores o con el señor del Milagro –antes conocido como el de la Santa Cena- que también estarán por las calles, pero me da que no voy a tener esa suerte. Sí la tendré el sábado, porque mientras sale la procesión eucarística de la Catedral, se estará preparando la «gran instalación del canal fenicio Bahía-Caleta» –que se llama canal de Ponce, pero aquí nadie se ha acordado- en misma plaza. 

Y esto solo será el principio, claro. Prepárese para ver los monumentos fenicios, la bandera fenicia, los enterramientos fenicios, las rutas fenicias, el lettering fenicio, la ropa fenicia, la gincana fenicia –que estoy por apuntarme a ver si consigo entradas para la final del COAC- la comida fenicia… y la llegada estelar de los fenicios a la Caleta el próximo día 21 de septiembre que será, sin duda alguna, el momentazo que todos estamos esperando.

Ya sabe lo que dice el refrán «En septiembre, come pan y uvas, si tienes». Y ya lo ve, pan, uvas y dos huevos duros. A mí, qué quiere que le diga, me ha faltado el FEMANCA –también conocido por Salón Manga-, que no se celebra porque no hay manera de hacerlo, pero tampoco voy a ponerme tiquismiquis. Habría estado bien, la verdad, porque me habría echado encima el traje de fenicia y no habría desentonado mucho.

De momento, voy haciendo un cuadrante con las fechas, las horas, los sitios y casi que no me da tiempo de otra cosa. No sé si estoy más orgullosa de nuestra historia o de cómo se nos está quedando septiembre. Ya lo decía el eterno capitán: septiembre es el mes del pasodoble. Esperemos que no nos salga un cuplé

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