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Carranza incumple. Por Fernando Santiago

CARRANZA INCUMPLE

Para tener la boca grande hay que tener el culo limpio. El Gobierno de España se puso muy tieso con respecto al nombre del estadio al señalar que no podía llamarse Carranza porque incumplía la Ley de Memoria Histórica, cuando ellos tienen un puente que se llama José León de Carranza y estaría afectado el hijo igual que el padre, por mucho que fuera el Marqués de Villa Pesadilla el que mandara construir la infraestructura (en parte porque vivía en Vistahermosa, como luego le ocurrió a Teófila) que dejó sin terminar  con un marrón que obligó al siguiente alcalde, Jerónimo Almagro, a poner un peaje para terminarlo. El caso es que el dicharachero ministro Oscar Puente tiene un ídem (perdón por el juego de palabras chungo) que incumpliría la ley  igual que el Estadio. Ahora parece que se lo están pensando. Digo yo que sería un nombre ideal Rafael Alberti, el poeta que más y mejor cantó a la Bahía, que el puente que la cruza llevara su nombre, eso sí, ya no se podría cantar aquello de “Qué de gente pesca en el puente Carranza”. Quizás sería el primer puente en el mundo con el nombre de un poeta. También es verdad el adagio latino que señala “el nombre determina la naturaleza de las cosas”, lo que sirve por igual para el puente como para un colegio de Cádiz que lleva el nombre de un maltratador, por mucho que rimase muy bien en su momento. Cuando le iban a cambiar el nombre al colegio Carola Ribed, que llevaba el de la mujer de Rodríguez de Valcárcel, yo propuse los nombres de Elvira Lindo, nacida en San Fernando, o Almudena Grandes, residente ocasional en la Bahía y gran enamorada de Cádiz. No tuve ningún éxito así que igual soy gafe y me cargo la posibilidad de que el autor de Marinero en Tierra le dé su nombre a un puente. Parece que en el colegio La Inmaculada, que antes pertenecía a Defensa, quieren cambiarle el nombre, lo que me parece bien, España es un país aconfesional así que los edificios públicos no deben llevar nombres de santos o vírgenes. Vuelvo a proponer, con ninguna esperanza, los nombres de Elvira Lindo y Almudena Grandes, dos estupendas escritoras. Si se vota saldrá el de algún padre, algún antiguo director o una persona popular entre los votantes, llegado el caso. Como dijo Frank Underwood “la democracia está sobrevalorada”, pero así están las cosas. De todas formas los creyentes que profesen su fe en los templos y en sus casa. De los centros educativos y los edificios públicos debería salir la religión y el adoctrinamiento. Si acaso, que le pongan rótulos  de santos y vírgenes los colegios del Opus de El Puerto, que tienen el nombre de un pueblo y de  un río. Ni siquiera los colegios concertados  deberían ocuparse de lavarles el cerebro a sus alumnos.

Fernando Santiago

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