Cerro del Moro. Por Fernando Santiago

CERRO DEL MORO

Hace más de 70 años había zonas en Cádiz donde la gente vivía en condiciones inhumanas: las bóvedas de las Puertas de Tierra y las chabolas de La Viña, por no hablar de la infravivienda en algunos barrios del Casco. Tras la Explosión se empezaron a construir muchas viviendas sociales , algunas dijeron que eran provisionales, como las Casitas Bajas y el Cerro del Moro. Una leyenda urbana dice que algunos plantaron papas en los baños o que subieron a los animales a las casas, debe ser mentira, pero en Cádiz se mantiene . Los años 50 y 60 fue la época en que con mayor intensidad se hicieron viviendas sociales. Con el tiempo, a iniciativa de Carmen Romero y con el impulso de la Asociación de Vecinos que presidía Enrique Blanco, se planteó por la Junta una reforma del Cerro para que esos bloques de vivienda precaria se transformasen en viviendas dignas. Así se han hecho las seis primeras fases. En el barrio ya no viven ninguno de los primeros adjudicatarios, a veces las casas las tienen los nietos. Las condiciones económicas han mejorado hasta el punto de que el Cerro no es el barrio marginal donde se vendía droga o se podían encontrar objetos robados, eso que llamaban Cortinglés Gaditano. En esa época un grupo de vecinos le puso a la plaza el nombre de Martín Luna, el integrante del GRAPO que mató la policía en diciembre de 1982. A los profesores que llegaban al colegio Adolfo de Castro les avisaban que no fuesen al trabajo con chaquetas de cuero, no se las fueran a robar. Ahora es un barrio de clase media donde sus habitantes no se distinguen de los de alrededores. Tienen todo lo que hay en cualquier hogar español: varios móviles, uno o dos coches, fibra ópitca, tele de plasma, Netflix, Eurodisney en la comunión de los niños, algún  crucero al año, un campito en Chiclana, algunos con otra vivienda e incluso los hijos escolarizados en colegios religiosos concertados para hacer notar que ya no son de clase baja, que han ascendido en la escala social. Los nietos de aquella gente necesitada son ahora los beneficiarios de la acción del Estado que, en esta séptima fase, gracias a los fondos europeos, va a entregar viviendas en régimen de alquiler durante 50 años, momento en el que podrán adquirirlas. No está nada mal, varias generaciones de una misma familia tendrán casa gracias al erario (¡120 años¡) mientras miles de personas de la ciudad están a la espera de que las administraciones  resuelvan su problema . Comprendo que todo el mundo quiera una vivienda en propiedad, a poder  ser lo más barata posible, pero tampoco me parece una injusticia, nadie va a quedarse en la calle. Por protestar que no quede, pero es bueno tener en cuenta que el  dinero público es de todos .

Fernando Santiago 

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