Humor negro. Por Fernando Santiago

HUMOR NEGRO

El año pasado la chirigota callejera “Intocables” le dedicó un cuplé al pavoroso incendio de un edificio en Valencia que había ocurrido días antes , “se han adelantado las Fallas” decía la letra en cuestión. No se daba el caso de la definición de comedia por Woody Allen “tragedia más tiempo”, pero era humor al fin y al cabo. Como todo humor hay gente a la que le gusta y gente a la que no, así de diversos somos los seres humanos. El cuplé llegó a Valencia y suscitó la reacción airada de muchos valencianos. Lo más sorprendente fue que el alcalde de Cádiz, Bruno García, en lugar de defender a sus vecinos ( y contribuyentes, no lo olvidemos) usó la representación de la ciudad que ostenta para hacer lo contrario, criticar a ese grupo de gaditanos con una llamada a la alcaldesa de Valencia, de su propio partido, y un comentario impropio en las redes sociales, esas que ahora critica. Actuó como presidente provincial del PP en lugar de representar a los gaditanos, fruto quizás de aquella llamada fue que artesanos valencianos recibieran el encargo de construir los exornos para el Cádiz Fenicio, qué sabe nadie. Incluso un autor de carnaval, Vera Luque, insultó a los integrantes de la chirigota “Intocables “porque según él “eso no es el humor de Cádiz”. Yo no sé en qué consiste ese presunto humor gaditano, me recuerda a la vasija que tenía el Ateneo en El Chato donde se guardaba la esencia del duende de Cádiz, según Pemán. Igual Bruno y Vera Luque tienen guardada una vasija donde está la auténtica esencia de la gracia gaditana, que ellos solo conocen. En el carnaval se emplean los autores con muy diferentes tipos de humor. Sin ir más lejos, el Cuarteto de Gago y Miguel Ángel Moreno “Ku Klux Klan Klan “ defendió en su actuación el humor negro negrísimo, con inteligencia y mucho arte, como se rieron de Rita Barberá y de Bárcenas igual Bruno García llama otra vez a la alcaldesa de Valencia y al presidente de su partido para dar excusas , o quizás la fama del Gago y compañía le hacen contener sus deseos de quedar bien con los de su partido. Yo no creo en los límites del humor. Digo más, esos límites no existen más que en la mente de los autores que prefieran una forma u otra y en la del público que aplaude cualquier cosa pero sigue con énfasis aquello que más les gusta . El único límite es el que establecen las leyes para proteger el honor, la intimidad y la infancia , se reclama en los tribunales. Poner límites al humor y a la libertad de expresión es propio de regímenes totalitarios. Se puede uno reír de Valencia, de Sevilla e incluso de Cádiz, con el riesgo de que se ofendan los ofendiditos de guardia , piensen lo que piensen los bienpensantes, que casualmente son los que menos piensan.

Fernando Santiago

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