La Vida Padre entre pinares
Perversiones gastronómicas
Comida para llevar, comida viajera del mundo y cenas con estilo como espacio alternativo en los pinares públicos de la Barrosa
La Barrosa es una de las mejores playas de España. Y aunque todos anhelen la mirada al horizonte infinito, el ecosistema de ese espacio natural es un frágil equilibrio entre el mar, los arenales y el bosque mediterráneo. Los excesos del verano saturan de visitantes los chiringuitos ávidos de puestas de sol y pleamares.
Sin embargo, hay quien prefiere una mirada hacia el follaje y percibir otras sensaciones adentrándose, inteligentemente, hacia el pinar de la Barrosa, auténtico pulmón que da sentido y pinta de verde la costa.
En el sotobosque se mezclan los aromas del salitre, la resina, los piñones y el frescor natural siendo el refugio perfecto para los días de levantera y para cualquier jornada de verano que queramos huir de la saturada playa.
Allí, en los pinares públicos de la Barrosa se ha levantado un sutil proyecto culinario: Vida Padre. Se trata de un restaurante de comida saludable basado en una gastronomía sostenible con una gestión eficaz de los recursos y un servicio de calidad.
Su línea estratégica es la construcción de una cocina central, enfocada a dar servicio a tres conceptos diferentes: Vida Padre take away, Travel Food y Reserve. Es decir, comida para llevar, comida viajera del mundo y cenas con estilo como espacio alternativo en la Barrosa.
El local tiene mucha personalidad y se planta como una gran casa de madera en medio de la masa boscosa y en cuyo interior hay un gran salón. En la terraza exterior hay una agradable y romántica terraza donde se respira silencio y paz muy en la línea de los Beach Clubs. Hay una intención claramente innovadora de hacer algo diferente y elegante, para ello han contado con los creativos del estudio Salvartes que han diseñado, con acierto, una identidad visual healthy lifestyle.
Llama la atención el cuidado que tienen con la parrilla tanto para carnes o para pescados. Chuletones de angus escoceses, solomillos de retinto, pluma ibérica y parrilladas para dos. Tienen una buena relación calidad precio con tiquet medio de 30 euros por persona, aproximadamente.
Destacan el gazpacho con reducción de generoso, lo que ellos llaman un smoothie andaluz 3.0. Se echa de menos el acompañamiento de una guarnición de hortalizas a taquitos de esa sopa fría. No está bien conseguido el Bao Coreano de papada ibérica con encurtidos y mayo de sriracha. Sin embargo, la lubina consigue sorprender con el punto de las brasas que le da una textura más crujiente y salina a la pieza. Sin duda, es la parrilla el punto fuerte del establecimiento. Falta un repostero en la casa que ponga un poco de orden y amplíe un final dulce más acorde con el lujo de comer en ese fantástico paraje. No está mal el Helado de chocolate con pepitas de guanaja y tierra de oloroso. Tienen unos panes espectaculares de La Cremita, del panadero revelación, Daniel Ramos de Chiclana: de cúrcuma, tomate, queso & pipas, multi cereal, integral, de chocolate y cereza. Acertada y divertida carta de vinos, cócteles, zumoterapia y un Hipopótamo’s Bar para tomar algo de pie.
Tengo la sensación que al proyecto le falta mayor recorrido y un relato más coherente aunque es un auténtico happening que tiene que conquistar, a su debido tiempo, nuevos perfiles de públicos en Chiclana.
Sorprende, sin embargo, la fantástica iniciativa de sus promotores que tras el éxito de su chiringuito Mojama Beach en la Barrosa reinviertan en la zona, consoliden sus negocios en Cádiz y emprendan este proyecto con tanta personalidad. Muchos ejemplos de hosteleros cercanos de la zona son madrileños que vienen a ganar en verano, a dar el pelotazo y pegar la espantá en octubre. Los promotores de Vida Padre y Mojama son gaditanos, propician eso que se llama el efecto multiplicador de la economía y reinvierten sus beneficios en lugares mágicos como estos pinares.
El restaurante es muy original y organizan sesiones de yoga al aire libre con desayunos sanos para grupos (Yogayunos a 14 euros), música en directo al atardecer, Jam sessions, presentaciones de productos, catas y todo en un ambiente muy tranquilo y familiar en línea con el concepto de slow food.
Un oasis gastronómico, sano para el alma. Descubran la Vida Padre entre pinares.
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