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Las historias de las '50 fotografías con historia' llegan a La Caleta de Cádiz

La exposición de Acción Cultural Española reúne a medio centenar de los más representativos profesionales de la disciplina en nuestro país en una muestra que se puede ver en la ciudad hasta el 26 de enero

El Ayuntamiento de Cádiz organiza la muestra a propuesta de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz

Las tres edades de La Caleta

La icónica fotografía de Ramón Masats en la exposición '50 fotografías con historia'. / Lourdes de Vicente

Cádiz/El paso que intuimos tan alegre como acelerado del grupo de muchachas que inmortalizó Francesc Català Roca en una icónica imagen del Madrid de los años 50 es sólo el principio del camino. Y es que a lo largo del paseo Antonio Burgos, sí, ahí con vistas privilegiadas a La Caleta, se despliega la senda que recoge 80 años de vida de un arte que en España, “por fin, ha dejado de ser la niña triste, la niña que nadie quería” para estar “en su mejor momento”. 80 años de fotografía que se cristalizan en 50 imágenes realizadas por medio centenar de los profesionales más representativos de esta disciplina en nuestro país. Una buena exposición, una bonita exposición enmarcada, además, “en un entorno de lujo”, que se queda en Cádiz hasta el 26 de enero.

Porque el cura que vuela para parar un penalti, “una imagen de la que se hartó Ramón Masats”; los militares republicanos de un país roto en los años 30 de Martín Santos Yubero; Fidel Castro leyendo en la noche cerrada de Sierra maestra a la luz de una vela que captara Enrique Meneses tras pasar cuatro meses con el guerrillero “al que fue a buscar con una caja de botellas de ron”; o Paul McCartney, entonces joven Beatles, desperezándose ante la cámara y el descaro de la gran Joana Biarnés se cuentan entre estas 50 fotografías con historia. Una mirada a la historia de la fotografía en España de los últimos 80 años, la exposición de Acción Cultural Española (AC/E) que llega a la ciudad bajo el amparo del Ayuntamiento de Cádiz y por mediación de la Real Academia de Bellas Artes, presidida por Pablo Juliá, también presente en esta muestra.

“No están todos los que son pero son todos los que están, menos uno”, decía, quitando importancia a su reconocida imagen de Manuel Fraga con la publicidad de Vota PSOE en la contra de un periódico en las manos, el fotógrafo gaditano que hace unos días inauguró la exposición junto a la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz, Maite González, a la que agradeció que siempre “recoja las sugerencias” que se le realiza desde la institución que preside.

Pablo Juliá y Maite González, durante la inauguración. / Lourdes de Vicente

Propuestas como la de traer a la ciudad esta muestra colectiva comisariada por José María Díaz-Maroto y Gonzalo Revidiego donde los maestros de la fotografía española, desde las primeras décadas del siglo XX a los objetivos más actuales, se reúnen en cincuenta imágenes que cuentan lo que se ve, y más allá, ya que en esta colección de imágenes “prima el análisis de la mirada del fotógrafo y el contexto histórico en el que fueron tomadas estas imágenes”, precisa Pablo Juliá que en la puesta de largo gaditana de la propuesta ha hecho las veces de cicerone –¡de lujo!– por ese más allá de lo que se capta a simple vista en las imágenes.

“De todas formas, como véis, cada fotografía está acompañada de un pequeño texto y de un código QR donde las personas interesadas pueden tener más información del fotógrafo y la imagen”, indica antes de iniciar el recorrido por las alineadas estructuras que se nos antojan como un singular túnel del tiempo.

Desde el blanco y negro al color, desde el clasicismo a las nuevas técnicas, desde la vocación documental hasta las aspiraciones más estéticas y, siempre, desde la mirada al corazón. Tremendo itinerario nos marca una exposición donde, tras cada fotografía, se esconde una historia.

La vida dura que se intuye en el díptico de Luís Baylón “que se enamoró de la mirada de esta señora y a la que retrató años después...”; el lenguaje secreto de las manos “de una de esas culturas extrañas que nos ha dado a conocer” Isabel Muñoz; ¡el primer bikini de Ibiza! en la piel de una señora estupenda que nos devuelve Oriol Maspons en una imagen, no exenta de carga con esos soldados de fondo, datada en el año 1953; la alegría y la fiesta de esa boda en el Cuzco (Perú) retratada por Juan Manuel Castro Prieto...

Historias que en no pocos casos se cruzan por delante de los ojos de los fotógrafos para también transformarlos. Para demostrarlo, ahí está Sofía, en una de las muchas imágenes que Gervasio Sánchez tomó a esta chica víctima de las minas antipersonas a lo largo de los años; o el bellísimo retrato de un caballero realizado por Pierre Gonnord, entre los muchos que realizó al colectivo gitano; o el rostro apesadumbrado de Shujaa Graham, uno de los líderes de Panteras Negras que Sofía Moro fotografió en su afán por contar las historias de las personas que habían pasado por el corredor de la muerte antes de que sus sentencias fueran anuladas.

Una imagen de la muestra '50 fotografías con historia'. / Lourdes de Vicente

Historias que transforman o historias transformadas, que también las hay en 50 fotografías con historia. Así, Pablo Pérez Mínguez retuerce las palabras, las imagenes, sus significantes y significados en su golfo El torero cordero; Ouka Leele convierte el mito en realidad con su visión de la leyenda de los leones que tiran del carro de Cibeles en la plaza madrileña dedicada a la diosa griega; Rafael Navarro juega a lo imposible fotografiando la epopeya del tiempo; o Joan Fontcuberta nos da coba directamente con su astronauta.

Historias que transforman, historias transformadas,¡y hasta historias reconstruidas! “Agustí Centelles no llegó, en realidad, a esta foto. Esto ocurrió pero a él no le dio tiempo de captarla, así que le pidió a los protagonistas que la repitieran, es una foto montada. Me gusta esta foto, porque nos habla de que la realidad no es sólo la realidad, sino también lo que aparenta ser”, revela Pablo Juliá que también nos habla de otras razones para montar una foto con la bella estampa de una pareja bailando en un atardecer realizada por José María Mellado – “esto también fue espontáneo, también ocurrió. La pareja estaba bailando junto al coche, pero era más tarde, estaba demasiado oscuro y el fotógrafo entonces les dijo que si podían ir al día siguiente vestidos, igual, haciendo lo mismo y al atardecer”– o con el retrato de Chema Conesa de los Thyssen con su Picasso donde un personaje cuya presencia, en realidad, no tendría sentido, acaba dotando de autenticidad a la composición.

Historias que conmueven –los ojos desafiantes de esa madre georgiana en el funeral de su bebé de 18 meses sostenidos en el tiempo por Cristina García Rodero–; historias para no olvidar –un lugar tras un atentado de ETA varios días después en la serie de Eduardo Nave–; historias para reflexionar –las love dolls japonesas de Elisa González Miralles–; historias no exentas de polémica –la mujer y la copa de vino de Chema Madoz–; historias para la Historia –Alberti y la Pasionaria en el Congreso de los Diputados que inmortalizara Marisa Flórez; el Ché en Madrid de César Lucas; el Prestige hundiéndose de Xurxo Lobato...

La fotografía nos cuenta, nos revela/rebela, nos desafía, nos emociona, nos provoca, nos enciende... Porque su historia es nuestra historia.

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