Alimentar a los gigantes

Decenas de grandes gaseros fondean frente a Cádiz durante semanas El abastecimiento y atención a estos barcos repercute en numerosos sectores de la ciudad

Carga de mercancía al 'Gaslog Salem', que en la foto de arriba se ve desde el puente del 'Obama'.
Carga de mercancía al 'Gaslog Salem', que en la foto de arriba se ve desde el puente del 'Obama'.
M. Muñoz Fossati Cádiz

06 de noviembre 2016 - 01:00

"Ojalá no me gustara esto, sería mejor, pero lo malo es que me gusta", confiesa sobre su trabajo Ginés García, el patrón del remolcador 'Obama', mientras apura una calada más del centenar que ha dado a sus cigarrillos desde que empezó la jornada, y gobierna con la otra mano las maniobras del barco zarandeado por las olas. Sopla bastante más fuerte de lo esperado en esta mañana el viento de levante y la embarcación cabecea y culea, se bambolea sin parar, golpeando y rozando decenas de veces el costado del 'Gaslog Salem', un barco gasero gigantesco y quieto que aparece como una pared enorme y altísima, como una ballena al lado de la sardina inquieta en la que estamos embarcados y desde la que sin embargo lo alimentamos con comida y pertrechos. Esa es la labor del 'Obama'. Estamos a 18 millas náuticas de la costa de Cádiz, y desde esa distancia sólo se divisan los dos pilares del Puente de la Constitución y, a duras penas, una desdibujada línea blanca del caserío de Rota.

El 'Obama' es un buen barco, un remolcador de 69 toneladas fabricado en Turquía y que pertenece a la flota de Sertrain, una empresa gaditana con sede en el puerto y que se dedica al transporte de mercancías y remolque interior. Es un buen barco, cumple su cometido perfectamente, pero es pequeño, y en alta mar se mueve, en ocasiones violentamente, al compás que marcan las olas encabritadas por el levante. El 'Gaslog Salem' es un buque cisterna con bandera de Bermudas, casi 290 metros de eslora y más de 11 de calado. Un Estadio Carranza y medio flotando en el golfo de Cádiz y aparentemente indiferente a los embates del viento y del Atlántico. Es uno de las decenas de buques gaseros, cocheros y grandes mercantes que normalmente fondean frente a Cádiz, a veces en gran número a la vez. Su silueta en los días claros y sus potentes luces en la noche llaman la atención de los gaditanos más curiosos, entre los que han corrido rumores durante todo el verano sobre su naturaleza real, procedencia y situación. Que si eran naves abandonadas por los armadores a su suerte, con tripulación y todo, que si llevaban cargas extrañas o mercancías peligrosas, que la vida a bordo debía de ser un infierno...

Acercarse en el 'Obama' a uno de esos monstruos da una ligera oportunidad para comprobar que no es así. El remolcador lleva ese nombre porque en la fecha en que fue adquirido por Sertrain acababa de llegar a la Casa Blanca el primer presidente negro de la historia americana. A sus propietarios, los hermanos Juan y Luis Vega les hizo gracia la ocurrencia y, como suele suceder en Cádiz, se le quedó para los restos. Con determinación presidencial pese al fuerte movimiento, el barco realiza la navegación de más de dos horas para pegarse como un enano a estribor del 'Gaslog Salem'. La carga esta vez incluye 11 palés de comida, pertrechos para el buque y una docena larga de barriles de aceite. A bordo, además de los tres tripulantes, viajan Álvaro y José Antonio, dos técnicos de la empresa Dextinsur, que deberán revisar el buen estado de los chalecos salvavidas del gasero; Antonio, un 'radio' que comprobará el estado de la giroscópica de navegación; Manuel, otro técnico que debe hacer lo mismo con las pinturas, y un joven marinero griego, Xenofon Tsiakis, que viaja para dar el relevo a otro tripulante del gasero. Y los dos periodistas como testigos y notarios.

Aparte rumores, estos gigantes son básicamente una estupenda oportunidad de negocio para la ciudad y el puerto que están más cercanos a su fondeadero. Así lo entienden Juan y Luis Vega, que en los últimos tiempos han hecho del transporte de carga y tripulantes a esos barcos la principal actividad de su compañía. Y estos barcos que pueden pasarse frente a Cádiz una media de mes y medio a dos meses dan realmente mucho trabajo. "Gracias a este servicio que damos a los grandes gaseros hemos ampliado plantilla y hemos comprado otro remolcador", confirma Juan Vega, que quiere desmentir inmediatamente todos los rumores sobre la situación de esos navíos: "Están ahí simplemente esperando fletes y porque les conviene económicamente. Igual han cargado en Arabia Saudí y descargado en Gibraltar, y ahora esperan otra orden para salir a cualquier otro lugar. Cádiz, al parecer, les gusta y les conviene como fondeadero, y además está en una situación estratégica para hacer un servicio a cualquier zona. Como añadidura, al situarse fuera de las 12 millas límite de las aguas fiscales españolas, se ahorran un disparate en tasas portuarias".

La primera faena del 'Obama', una vez llegado a la banda de babor del 'Gaslog Salem' es facilitar el embarque de los técnicos, que deben marinear varios metros por una escala de gato y luego ascender por la mucho más cómoda escala real a bordo del gasero. La maniobra, aunque movida, se realiza sin mayor problema. El remolcador rodea entonces por popa al barco para iniciar la descarga de la mercancía por la otra banda, donde se despliega una gran grúa. Sin embargo, por estribor el panorama está más complicado. El pequeño 'Obama' llega casi a meterse bajo la gran popa del monstruo y, cuando una ola lo eleva de repente, roza ruidosa e inquietantemente el casco del gigante. El choque deja marcas en ambas embarcaciones. "Ese picotazo lo han tenido que oír también ellos, que además tienen los tanques vacíos" comenta Ginés con el maquinista, Javier, al tiempo que se aleja a toda máquina y coge la radio: "Gaslog Salem, aquí Obama. Puedes verme como salto arriba y abajo. Así no puede ser", les aclara en un inglés que él mismo define como el que hablan los indios. "Les he pedido que maniobren y me hagan un poco de socaire (protección del viento) para poder seguir. Desde luego, yo no puedo poner en peligro la vida de nadie".

La maniobra del gran buque no arregla mucho las cosas. Sólo una pequeña carga es izada con dificultades, y el fuerte movimiento no cesa. Las olas son demasiado grandes. Entonces, después de una negociación, se produce el acuerdo. Ginés dirige la lancha de nuevo hacia la otra banda, rodeando el 'Gaslog Salem' por la proa, lo que permite apreciar la enormidad de la nave gasera. Efectivamente, a este costado y con la protección del socaire, el trabajo puede comenzar. Pero tampoco es fácil. Lo que normalmente dura una hora se convierte en cuatro. Ginés y Javier amarran un cabo al gran barco. El 'Obama' no deja de mecerse como una gran atracción de feria. Sin embargo, el patrón maneja las palancas manteniendo la distancia adecuada, mientras que Javier y Luis el marinero mueven, desatan, atan, y colocan y enganchan bidones y palés a la gran grúa como si la mar fuera una balsa de aceite".

El 'Gaslog Salem' lleva fondeado un mes frente a Cádiz. A veces se mueve por las cercanías y vuelve a anclarse, siempre más allá de las 12 millas que les permite un gran ahorro en tasas, dadas sus largas estancias. Pero a la vez están lo suficientemente cerca como para poder ser abastecidos en todas sus necesidades. La media normal de fondeo en Cádiz está entre el mes y medio y los dos meses, pero no hay un tiempo fijo. Depende de lo que tarde en llegar una nueva orden de trabajo. Juan y Luis Vega hablan de casos en los que algún barco, como el 'Sonangol Sambizanga' y el 'Golar Seal' estuvieron más de un año fondeados.

"Eso da mucho trabajo a Cádiz -comentan-. No es sólo a nosotros, es que esto es una cadena. Ahí entran también desde el aeropuerto hasta los autobuses o los taxis que tienen que trasladar o recoger a los tripulantes que vienen y van con los relevos, los hoteles cuando tienen que pasar varias noches, los provisionistas que tienen sus pedidos de comida, los técnicos que van a reparar y revisar piezas, y hasta hospitales como la clínica de la Salud, que atiende por si se produce alguna enfermedad".

En la dirección de esta clínica gaditana destacan que "se ha convertido en el hospital de referencia" tanto para estos barcos como para los que están reparando en diques secos. Aunque no pueden facilitar cifras sobre el impacto en su cuenta, sí consignan que tienen un departamento especial para atender íntegramente las demandas de los barcos, gestión de citas, etc., siempre en contacto con los consignatarios.

El consignatario del 'Gaslog Salem' es la empresa algecireña ASG Shipping. Su gerente, Juan Flores, es más explícito en cuanto a los beneficios que deja un barco: "Aunque no se puede hablar con certeza, cada uno de estos buques fondeados se deja en la estancia de un mes entre cuarenta y cincuenta mil euros, y eso es bastante dinero". Considera que esta actividad, que deja de hacerse en los cuatro meses de invierno por culpa de los temporales, es "una oportunidad única para Cádiz". E insiste en eliminar cualquier sospecha de perjuicio para la zona.

Cuando ya lleva seis horas en el mar, el 'Obama' acaba su faena. Aún quedan dos horas de vuelta y el oleaje en contra. Con increíble relajación pese a las sacudidas, Javier el maquinista confirma las impresiones del patrón: "Este es mi trabajo, y a mí me gusta, sobre todo ¿sabes lo que más me gusta? Cuando veo las caritas de felicidad de esas criaturas que a lo mejor se han llevado dos meses en el barco y salen por fin. Eso me gusta mucho".

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