Antonio Valls, confitero y creador del turrón de Cádiz

Retratos de otra época

Introdujo el famoso dulce, registrado con la marca Ambrosia, y fue pionero de los catering

Antonio Valls, dirigiendo un catering servido por la pastelería Viena en el patio del colegio de San Felipe Neri.
Antonio Valls, dirigiendo un catering servido por la pastelería Viena en el patio del colegio de San Felipe Neri.
Ignacio Casas De Ciria

08 de marzo 2021 - 06:00

Antonio Valls Garrido hizo de su vocación su profesión: desde pequeño quiso ser confitero y llegó a tener una de las confiteras más selectas del Cádiz del siglo XX.

Antonio Valls nació en Málaga el 21 de abril de 1893 y de muy pequeño su madre quería que se dedicara a la vida sacerdotal, pero él quería ser, desde su corta edad, confitero. Al ver su madre que no tenía vocación para el sacerdocio, se incorporó a trabajar en la confitería de un familiar en Málaga desde muy niño.

Se quedó huérfano con 9 años y se trasladó a vivir a Cádiz, a casa de sus tíos, que querían que estudiase y se preparase para ingresar en la fábrica de tabacos. Él manifestó la idea de ser confitero y su tío le proporcionó un trabajo en la confitería La Madrileña, en la calle Columela 24. Allí permaneció tres meses y viendo que no tenía esa confitería mucho porvenir, empezó a gestionar para colocarse en la confitería Viena, aunque siempre tropezaba con su corta edad como impedimento. Pero, por su insistencia logró convencer a su propietario, Salvador Robles, y se incorporó a los 12 años.

Comenzó con los recados y dos años después empezó a despachar, para con el tiempo pasar al obrador ya que tenía gran empeño de aprender el oficio. En el obrador estuvo tres años, con una vida más dura. Del obrador pasó al salón y se ganó la confianza de su propietario, que le permitió dar banquetes en casas particulares.

En agosto de 1913, Salvador Robles lo consideraba ya de su máxima confianza y quiso que, entre sus nuevos planes, pasara al mostrador. Aunque agradeció la propuesta, Antonio Valls no se quería anquilosar, por lo que decidió marcharse a América para ampliar sus conocimientos.

Sentados, Santiago Fernández- Repeto, Antonio Valls, niño Joaquín Fernández-Repeto, Agustina Cardoso Ponce y Antonio Fernández -Repeto. De pie, Eloísa y Agustina Valls, Fina Carrera, Margarita Valls, José Escobar y Luisa Cardoso, en una comida en el comedor de la casa de la confitería Viena.
Sentados, Santiago Fernández- Repeto, Antonio Valls, niño Joaquín Fernández-Repeto, Agustina Cardoso Ponce y Antonio Fernández -Repeto. De pie, Eloísa y Agustina Valls, Fina Carrera, Margarita Valls, José Escobar y Luisa Cardoso, en una comida en el comedor de la casa de la confitería Viena.

El 2 de octubre de 1913 marchó a Buenos Aires, con sus ahorros, en el vapor Santa Rita. Su actividad profesional empezó en la confitería Las Violetas, y tras una carrera profesional por diferentes locales, se trasladó a la ciudad de Junín, donde trabajó en una de las confiterías más importantes. Tras un corto tiempo, volvió a Buenos Aires y se colocó de jefe en el gran Hotel de Londres, donde amplió sus conocimientos en distintas materias.

Tras cinco años en Buenos Aires, decidió irse a París para estudiar francés, pero el propietario de la confitería Viena, Salvador Robles, le dijo que dejara sus planes y se volviera a Cádiz, que le tenía reservada la mejor plaza de dicha confitería. Así, decidió volver a España en el vapor Reina Victoria Eugenia, llegando el 18 de octubre de 1918. Se reincorporó en la cafetería Viena el 20 de octubre, concediéndole su propietario amplios poderes para dirigir el negocio.

En el año 1923 se reforma la pastelería y el salón de té, y en el año 1929 hizo realidad su vocación adquiriendo la propiedad de la confitería Viena, tras el retiro de la vida activa comercial de Salvador Robles. Antonio escribió: “Mi vida comercial nació con un pasivo muy superior a mi pequeño activo, teniendo como único capital mis conocimientos básicos, esto unido a mi constante perseverancia dieron el fruto apetecido”.

Antonio Valls estuvo en activo con la pastelería hasta 1969, cuando cerró debido a su edad y al no seguir en ella ninguna de sus cuatros hijas. Falleció en Cádiz el 24 de enero de 1971.

Fue el creador del turrón de Cádiz e introdujo con Juan Cunill, de origen mallorquín, la elaboración de la ensaimada mallorquina en Cádiz.

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