Aparcar en el centro cuesta mucho
Movilidad Estacionamientos en superficie
Residentes del casco histórico y personas que vienen a trabajar a esta zona apenas tienen posibilidades de estacionar su vehículo gratis · Los conductores tienen que recurrir a la zona azul y los subterráneos
Cádiz es una ciudad peculiar geográficamente hablando. Su carácter casi isleño trae grandes problemas en la vivienda, pero también en lo que se refiere a los aparcamientos, situación que se agudiza en el casco histórico.
En los últimos años ha crecido el número de plazas de aparcamiento subterráneas, pero no así en la superficie, donde se han perdido bastantes y la mayoría de las que hay son de zona azul, es decir, bajo pago.
Muchos residentes y trabajadores que vienen a trabajar al casco histórico tienen que hacer casi treinta minutos de caminata diaria hasta el final del Paseo del Almirante Pascual Pery (en la punta de San Felipe) para recoger su vehículo sin necesidad de tener que pagar cada día que vienen a trabajar, unos ocho euros de parking por cinco horas. La otra gran bolsa de aparcamientos se sitúa en la Carretera Industrial, que desaparecerán cuando se acometa la obra.
Aumentan los aparcamientos soterrados y disminuyen los de superficie. La instalación de más contenedores para recogida de residuos, en el perímetro del centro, el aumento de zonas reservadas y la urbanización de recintos olvidados que servían como bolsas de aparcamiento han llevado a los conductores al borde del desquicio.
Concretamente sólo con el espacio utilizado para colocar contenedores recolectores de residuos urbanos y el espacio reservado para motos se han perdido 185 aparcamientos, 52 en la zona de Ramón de Carranza, 43 en la Alameda y 42 en el Campo del Sur.
Además las recientes obras de urbanización en la avenida del Descubrimiento, detrás de la estación de autobuses, llevan a sumar otros 98 aparcamientos perdidos. Son ya así en total casi 300 las plazas eliminadas en los últimos meses.
Por otra parte y también en los últimos meses se han inaugurado hasta 1.500 plazas soterradas para atender esta demanda, que sin embargo no contentan a todos, sobre todo a los residentes de las zonas afectadas.
La asociación de vecinos del Mentidero, se mostraba a través de su presidenta, Blanca Marzán, "indignada", con las plazas que, en régimen de concesión durante 50 años, ha ofertado el Ayuntamiento. "José Blas nos habló de facilidades y las condiciones que nos ofrecen no son precisamente una ayuda para los vecinos", explicaba Marzán.
A las condiciones a las que hace referencia esta presidenta son a las de concesión de plaza. El pago se hace con una entrega en concepto de reserva de 1.200 euros, "reserva que luego no te devuelven al menos que presentes un justificante de que no te dan la hipoteca", recalca Marzán. A esta señal hay que sumar ahora unos 28.400 euros que con una hipoteca media supone, en voz de esta presidenta, el pago de 500 euros mensuales durante siete u ocho años "casi nada por una plaza de garaje". Por último hay que sumar una cuota de 15 euros mensuales en concepto de comunidad.
Para los que son de fuera o vienen a trabajar o a comprar al centro se estableció en 1984 la conocida como zona azul. Con una ciudad con tan reducido espacio para el aparcamiento solo mediante turnos de rotación podía garantizarse que no se establecieran coches de forma perenne en el poco espacio existente.
Actualmente el casco histórico cuenta con 567 plazas de aparcamiento centradas en la Alameda y Plaza de España, y en el Campo del Sur entre el Arco de Garaicoechea, las Puertas de Tierra y la Cuesta de las Calesas. Un número similar de plazas son por contra de aparcamiento libre en la zona perimetral, alcanzando las 594.
En total en el Casco Antiguo se concentran en la superficie 5.104 plazas para vehículos privados, de ellas aún cerca de 4.000 en la zona interior, según fuentes municipales.
Entre ellas un también importante número se encuentran aisladas en la Punta de San Felipe, lugar al que recurren los conductores tras "una intensa y absurda búsqueda de aparcamiento", manifestaba Fátima. Ella es una de las muchas personas que termina aparcando en esta zona 'retirada'. "Suelo aparcar aquí porque no me queda otra; la caminata me compensa porque soy comerciante y no puedo estar sólo dos horas con el coche aparcado en la zona azul, teniendo que cerrar para volver a aparcarlo".
Y es cierto que aquí no existe como en otras ciudades una tarjeta para trabajadores o residentes con la que poder estacionar el coche en estas zonas por una cuota fija al mes, según fuentes municipales, por el escaso espacio. Lo que si existe es una tarjeta que por 21.6 euros al mes permite a los residentes retrasar una hora por la mañana y adelantar una hora por la noche la posibilidad de aparcar libremente en este espacio, servicio al que están suscritas 123 personas.
El caso de Manuel Ferre, trabajador de una empresa de medio ambiente, es el ejemplo de lo que hacen muchos otros. Cada día, tiene que dejar su coche, cerca del club náutico, al final de la Punta de San Felipe, porque ya ni en el trayecto de ella, a la hora que él entra, encuentra sitio, "antes nos dejaban aparcar junto a los pubs", donde podían estacionar 98 vehículos, "ahora me tengo que andar 30 minutos a diario entre mi trabajo en Plaza España y donde aparco. Algunos de mis compañeros, prefieren pagar incluso las multas de la zona azul", explicaba molesto.
Hay muchos aparcamientos, tipos de tarifas o líneas de colores en el asfalto, pero no parecen ser suficientes para unos trabajadores o residentes que siguen cada día yendo a trabajar sin saber cuánto tiempo tardarán en aparcar, dónde lo harán, si encontrarán sitio, o tendrán que pagar, al llegar al trabajo o al volver a casa.
Desde el Ayuntamiento se viene a defender que ahora hay mucha más oferta a la hora de aparcar con los nuevos estacionamientos subterráneos. Así lo decía el presidente de Emasa, José Blas Fernández, quien afirmaba que la gente que llega al centro lo que quiere es poder dejar el coche lo antes posible".
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