La integración que se cuela por los oídos en Cádiz

Educación

Frente al tradicional timbre que anuncia el cambio de clase, la comunidad educativa del IES Cornelio Balbo ofrece a su alumnado una opción que favorece la integración y la buena sintonía

El centro educativo oferta módulos de Integración Social, Atención a Personas en Situación de Dependencia y Mediación Comunicativa

El Cornelio Balbo será el primer instituto de Cádiz en sustituir el timbre por música

Fachada del Instituto Cornelio Balbo / Inma Maestre

Cádiz/Son las 10:45 horas en el Instituto Cornelio Balbo de Cádiz, también conocido como Náutico por estar en el lugar donde se ubicaba el antiguo Club Náutico, y solo quedan quince minutos para que los alumnos y alumnas disfruten del recreo. Julián, un joven con autismo, con una puntualidad férrea, vuelve a anticipar el momento. Protegiendo con las manos sus oídos, se prepara para lo que está por llegar: el timbre.

Julián sufre hiperacusia, una extrema sensibilidad a algunos estímulos auditivos del entorno. Cualquiera puede sufrirlo y de maneras diferentes. En el caso de las personas con autismo, la mayoría, son intolerantes ante determinadas frecuencias sonoras. No hay ninguna específica, sino que puede afectar tanto a sonidos agudos como a graves.

Uno de los altavoces del centro y el timbre antiguo. / Inma Maestre

El sonido del timbre escolar no sólo afecta en la comunidad escolar del IES Cornelio Balbo a los niños con TEA (trastornos del espectro autista), sino también a otros perfiles. El director del centro educativo, José Manuel Enríquez, explica que hay niños a los que el timbre les genera estado de ansiedad y estrés. Pero no solo a ellos. También, por ejemplo, a Antonia García, administrativa del mismo instituto. "Estabas tranquilamente concentrada en tu trabajo, en silencio, y de momento sonaba ese estruendo que te desconcentraba totalmente. Aparte, el susto que te daba", relata.

Esto es ya historia, afortunadamente, en el Cornelio Balbo, como asegura su director. "Aunque solo hubiera un motivo, sería suficiente para tomar medidas".

Y se tomaron. El siguiente paso fue trasladar el cambio de timbre a la máxima autoridad educativa, el Consejo Escolar. Los problemas de Julián y otros muchachos y los beneficios que podría generar la medida, sin lugar a dudas, los convenció. El centro tiene que autofinanciarse y si no hay unanimidad del Consejo Escolar, el proyecto es rechazado. En este proceso también se informa al claustro. En septiembre de 2019 se aprueba.

¿Por qué no sustituir el típico timbre que avisa del recreo o del fin de las clases por piezas de diferentes estilos? Con esta peculiar modificación la comunidad educativa del IES Cornelio Balbo, encabezada por su director, vio otra oportunidad de hacer un ambiente académico y de trabajo mucho más agradable para todo el mundo al ritmo de la música. "Nuestro trabajo implica pequeñas actuaciones, con la idea de hacer un centro inclusivo, donde hay sitio para todo el mundo. Buscamos que el alumnado se sienta feliz y seguro estando aquí", explica Enríquez. El centro educativo cuenta también con señalizaciones en braille para alumnos ciegos o con visibilidad reducida, con sellos QR para que los alumnos con discapacidad auditiva puedan visualizar la lengua de signos y pictogramas dirigidos a estudiantes con autismo.

Cartel donde se muestran diversos lenguajes inclusivos. / Inma Maestre

"Somos conscientes de que la inclusión es una obligación en los centros educativos. Nosotros lo tenemos escrito en el ADN", expresa el director. "Contamos, entre otras, con familias profesionales de Servicios Socioculturales y a la Comunidad y también en Sanidad, que van encaminadas al servicio a la ciudadanía en general", añade. José Manuel Enríquez se refiere a los módulos de ciclo formativo que componen cada familia. Es el caso de Servicios Socioculturales y a la comunidad, están los módulos de Integración Social, Atención a Personas en Situación de Dependencia y Mediación Comunicativa, en la que se trabaja los servicios alternativos de comunicación, como son la lengua de signos y el braille.

La instalación del timbre musical

El Instituto Cornelio Balbo es relativamente joven. Se construyó hace 17 años y no han tenido que afrontar grandes derramas por ahora. "Todos los centros tienen un presupuesto anual y entre los gastos están los de funcionamiento. Esta partida es para pagar la luz, el agua, las compras de enseres para el centro: útiles de papelería varios, gomas, bolígrafos, folios y para arreglar pequeños desperfectos", enumera Enríquez. Con ese dinero ahorrado pudieron llevar a cabo el proyecto musical.

Como siguiente paso, había que buscar una empresa que se hiciera cargo de la ejecución de un proyecto de estas características. "Hay que tener en cuenta que el centro tiene unos 2.052 metros cuadrados y la instalación de una infraestructura de este calibre no la hace cualquiera".

El proceso fue "complejo", según José Manuel Enríquez. Con la primera empresa no tuvieron suerte, ya que "no terminaba de escucharse bien en algunos lugares. El centro es muy grande, tiene muchos recovecos, pasillos, departamentos y había zonas muertas en la que el sonido no llegaba y era importante que la música llegara a todos por igual, y sobre todo minimizar el impacto para los vecinos de alrededor", explica.

Ese era precisamente otro hándicap, los vecinos de los bloques de las Tres Carabelas. Alguno que otro recaló en el centro para interesarse personalmente por el cambio de timbre. "Los vecinos no entendían muy bien qué estaba pasando. Cuando les expliqué el motivo por el que estábamos cambiando la infraestructura, no hubo nadie molesto, al revés, celebraron la propuesta. Estaban al cien por cien con nosotros y eso fue un gran alivio", admite el director del centro educativo.

Pero el problema seguían teniéndolo, todavía un año después, el hilo musical no llegaba a todo el centro por igual. José Manuel Enríquez contactó entonces con directores de otros institutos. "Buscaba algún centro que hubiera pasado por la misma experiencia que nosotros, que me recomendaran alguna empresa que fuera entendida en la materia y hubiera dado con la tecla en cuanto al proyecto que teníamos por terminar".

Da la casualidad que el Instituto Fernando Aguilar Quignon de Cádiz, antiguo Telegrafía sin Hilos, comienza más tarde la instalación del timbre musical pero consigue, con éxito, que funcione a la primera y es su director el que proporciona a José Manuel Enríquez el nombre de la empresa que coge la riendas y termina el trabajo.

La empresa Gemasoft consigue que al IES Cornelio Balbo llegue la música por igual a todos los oídos y estancias. Gema Silva es la encargada de la empresa y explica como lo realizaron. La idea parte de los planos del centro y del análisis de los espacios y volúmenes. El proyecto es personalizado y según las dimensiones del espacio repercute en el tamaño de los equipos y el tipo de altavoces. También incide que es importante colocar los elementos para que permita lo menos posible la emisión sonora al exterior de las instalaciones.

Así, en el despacho de la dirección instalaron un aparato emisor. Es un equipo que solo puede controlar el director, debido a su delicadeza y que cualquier roce desbarajustaría todo lo programado. Con este sistema, José Manuel Enríquez programa, gracias a la masterclass que recibió, semanalmente en los horarios de mañana y tarde las distintas piezas musicales que se eligen. Si el horario diurno en el Instituto es de 8:00 a 14:30 horas, cada cambio de clase lleva su propia pieza musical y el mismo caso en el horario de tarde.

El equipo emisor del centro. / Inma Maestre

El equipo emisor tiene otras funciones, aparte de proporcionar la tan esperada música. También cuenta con otras opciones logísticas, como dar instrucciones rápidas por la megafonía a una determinada parte del centro, sin molestar al resto. Desde el equipo se pueden dar las oportunas directrices en la organización de simulacros. El sistema puede lanzar mensajes pregrabados, que son generados por un software mediante la pulsación de botoneras preprogramadas o la activación de sistemas automáticos externos. A todo ello se le une una condición muy importante, la desconexión automática durante las noches y festivos para evitar toda molestia a los vecinos.

"Es una vía de comunicación eficaz de la dirección con el resto de la comunidad educativa", asegura Enríquez, un equipo al que "todavía queda mucho partido por sacarle y en eso estamos, aceptando propuestas de todos los que quieran mejorar nuestro sistema".

La música en el centro

Este nuevo timbre musical ha cambiado el chip de los habitantes del Instituto Cornelio Balbo. Julián ya no se asusta, ni se esconde en el patio buscando un cobijo donde no le alcance el sonido del timbre. La profesora del aula específica, a la que llaman "Mi refugio", Arancha Núñez, recuerda que todavía no habían dado con la tecla del sonido y a veces no tenían más remedio que compaginar el timbre con la música: "Intentábamos paliar el sufrimiento de Julián poniéndole unos cascos, pero aun así, el timbre los traspasaba. No le servía de mucho". Núñez cuenta que "cuando por fin se logró instalar, Julián volvió a sonreír y consiguió integrarse en la comunidad educativa".

José María, alumno de la ESO, confiesa que su canción favorita es la de la una y media de la tarde, "es una de las más marchosas, para que no nos relajemos". Lo mismo piensa Antonia García, que admite que "es como un chute de energía, tiene mucho ritmo para continuar la hora que nos queda. Y con la de las dos y media, salimos todo el mundo bailando para casa". También están de acuerdo Juanma, Antonio y Miguel, los conserjes del instituto. "Estamos a favor, el cambio ha sido a mejor, hemos ganado todos", aseguran.

Las clases ya no son las mismas. Su director bien lo expresa y no solo con palabras. "No saben la alegría que me da cuando veo a mis alumnos y profesores bailar y disfrutar cuando cambian de aula", expresa.

Con un pendrive o memoria externa que va enchufado al aparato emisor, el director, cada mes y aconsejado por el resto del claustro, ya sea Navidad, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el Día del Libro o, como este mes, que se lo dedican a Europa, almacena y programa, las distintas piezas musicales.

Pendrive que se utilizan para almacenar la música que después escuchan los alumnos / Inma Maestre

El sistema tiene programadas ocho pistas musicales, que se corresponden con los ocho cambios de clase. Cada pista dura 30 segundos, planificadas por el director para que, según vaya pasando las horas, se adapten a cada estado de ánimo o para cada efeméride del momento en que se encuentren. "Si son las 8:00, se escuchará una música relajada y pausada y a medida que pasan los cambios de clases, el ritmo musical va in crescendo para combatir pasado el recreo esa morriña, que se adueña del cuerpo".

Más adelante, mediante un concurso que está por definir, a José Manuel le gustaría que fuera el propio alumnado el que semanalmente creara el fondo musical.

Las comunidad del Náutico es un ejemplo, igual que lo son en Cádiz, entre otros, el CEIP Celestino Mutis, el IES San Severiano, el CEIP Juan Carlos Aragón, el IES Fernando Aguilar Quignon. En San Fernando, el IES Las Salinas y el IES Blas Infante. En Sanlúcar, el IES Botánico y en Arcos el IES Guadalpeña.

Son todas comunidades educativas que enriquecen, en la medida de sus posibilidades, a nuestros hijos e hijas, en favor de la integración con pequeñas pero fundamentales dosis de jazz, blues, flamenco, rock...

Aportan dignidad y una educación especial fuera de la frontera de ese ruido que nada les enseña.

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