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El Ayuntamiento de Cádiz empieza a instalar las cámaras para la Zona de Bajas Emisiones

Se colocarán un total de 38 cámaras en la entrada a las calles interiores del casco histórico

La intención es que estén colocadas antes del verano, para acometer luego la puesta a punto técnica

Poste para las cámaras de la Zona de Bajas Emisiones instalado en la esquina de la Alameda con Vea Murguía. / Julio González

La libre circulación de coches por las calles interiores del casco histórico de Cádiz tiene los días contados. La implantación de la denominada Zona de Bajas Emisiones por parte del Ayuntamiento es una realidad ya palpable, pues los postes que soportarán las cámaras empiezan a levantarse en las aceras del perímetro del casco histórico; aceras que se levantan y vuelven a cerrarse para introducir los cables y conexiones que necesitará ese futuro circuito.

En la Alameda se han levantado en estos últimos días dos de esos postes, uno que controlará el acceso del tráfico rodado a la calle Vea Murguía y otro que lo hará en Ustáriz; y así debe seguir ahora el proyecto de implantación de cámaras por toda la ronda de circunvalación del casco histórico, en cada una de las calles que sean en sentido entrada (como Beni de Cádiz, Benito Pérez Galdós, Doctor Marañón… y así sucesivamente). En total, son 38 las cámaras que han empezado a instalarse para poner en marcha esta Zona de Bajas de Emisiones que afectará a todo el casco histórico y que también funciona en el tramo del Paseo Marítimo desde la Glorieta hasta Cortadura.

El Ayuntamiento ha avanzado que la intención es que antes del verano estén instaladas todas estas cámaras; primero levantando los postes y posteriormente colocando las cámaras que irán fijados a esos elementos metálicos verticales que supondrán un impacto visual sobre el entramado urbano del centro así como algunos problemas de movilidad en algunos puntos o aceras más estrechas. De hecho, no se descarta que se cambie la ubicación de algunos de estos elementos ya colocados.

Además de estas 38 cámaras se instalarán algunas más que tendrán el objetivo de controlar el aforo en determinados puntos de la ciudad, para hacer así un seguimiento más exhaustivo al tráfico rodado (como actualmente se viene haciendo en los puntos clave del tráfico alternativo al cierre del puente José León de Carranza, para incluso acometer medidas y cambios sobre la marcha o bien con el paso de los días).

Una vez culmine este proceso de instalación de las cámaras, está prevista una segunda fase que será de ámbito técnico, para instalar el software que será necesario para el correcto funcionamiento de estos dispositivos y demás cuestiones que se precisen para que se pueda poner en marcha esta Zona de Bajas Emisiones.

En este punto, hay que tener en cuenta que es Europa la que obliga a las ciudades de más de 50.000 habitantes a habilitar este tipo de espacios donde los coches más contaminantes no tendrán cabida; de hecho, el plazo límite de implantación es el próximo 31 de diciembre, después de que a última hora otorgara una prórroga de un año a la fecha inicialmente prevista del último día de 2023.

Para el cumplimiento de este plazo, el Ayuntamiento asegura que en paralelo a la instalación de las cámaras y al trabajo técnico posterior, se está trabajando ya en la elaboración de la ordenanza que fijará con detalle el modo en que funcionará y se desarrollará todo este cerco a la contaminación del tráfico rodado; medidas que establecerán por ejemplo las excepciones de vehículos que sí podrán transitar por las calles de esa zona (ya sea por ser usuarios de garajes, vehículos de emergencia u otras casuísticas que recogerá esa nueva normativa municipal que tendrá que aprobar el Pleno del Ayuntamiento).

En esa elaboración de la ordenanza entrarán en juego distintos colectivos ciudadanos, especialmente las asociaciones de vecinos del centro, a las que el gobierno municipal de Bruno García se ha comprometido a dar audiencia para conocer sus inquietudes y posibles aportaciones al documento normativo final que se redacte y aprueba, que será bajo el que pivote esta Zona de Bajas Emisiones que supone todo un reto en materia de movilidad para la ciudad.

Además de estas reuniones, anuncia también el Ayuntamiento la apertura de una oficina de información en la que estará a disposición de los ciudadanos todos los datos, requisitos, permisos y demás cuestiones relacionadas con el funcionamiento de este control del tráfico rodado que busca reducir el número de vehículos que transiten por esas calles interiores del casco histórico.

Una incidencia por concretar

Este proceso de implantación de restricciones a la entrada de vehículos en las calles del casco histórico tiene pendiente conocer el alcance de la medida, que dependerá del porcentaje de circulación rodada al que afecte.

En esta línea, hay que recordar que son cuatro las etiquetas que podrían acceder a una Zona de Bajas Emisiones: la Cero, correspondiente a coches eléctricos, híbridos enchufables con una autonomía de 40 kilómetros o de pila de combustible; la etiqueta Eco, para vehículos híbridos enchufables de hasta 40 kilómetros, híbridos no enchufables y gas natural; etiqueta C, de turismos y furgonetas ligeras de gasolina matriculados a partir de 2006, o de diésel matriculados a partir de septiembre de 2015; y la etiqueta B, de turismos y furgonetas de gasolina a partir de enero de 2001 hasta 2005 incluido, y diésel a partir de 2006 hasta agosto de 2015.

Será ahora el Ayuntamiento el que determine si los vehículos de etiqueta C y B pueden o no acceder a la Zona de Bajas Emisiones, ya que en ambos casos queda a criterio del municipio, sí estando permitido el acceso a las etiquetas Cero y Eco.

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