Un problema de luces en el Ayuntamiento de Cádiz

Exterior del Teatro Falla.
Únicas luces que tendrá el Carnaval 2023. / Lourdes De Vicente

Lo de Kichi con las luces es el relato de un matrimonio mal avenido, de un permanente choque de pensamientos, realidades y problemas de gestión. La primera acción del gobierno municipal con la llegada del nuevo alcalde dio paso a una polémica que prácticamente no ha podido dejar de lado el Ayuntamiento hasta el que será último alumbrado de la era Kichi, el de este Carnaval.

El primer percance con las luces del gobierno de Adelante Cádiz (antes Podemos) llegó con el primer contrato que tuvieron que gestionar. La Navidad de 2015 aún tenía en vigor el contrato suscrito por el PP de Teófila Martínez el año anterior; y a la hora de describir el nuevo contrato llegaron las polémicas decisiones. Primero, pagar 130.000 euros menos por el contrato, para reducir costes; segundo, eliminar las torretas de la Avenida, que en principio iban a ser sustituidas por otras “más discretas” -decía entonces el Consistorio-; en tercer lugar, desterrar también las proyecciones que en esos años se hacían en la fachada del Ayuntamiento, por la “contaminación lumínica que suponía”. Y por encima de todo esto, una “distribución más racional” que anunciaba el entonces concejal Adrián Martínez de Pinillos y que derivó en un auténtico escándalo al desaparecer las luces prácticamente de todas las calles principales del casco histórico (se eliminaron vías fundamentales como Ancha, Columela o San Francisco). Para colmo de males, el concurso inició su tramitación tarde y encima quedó desierto, lo que obligó a una tramitación exprés a finales de noviembre.

Tal fue la polémica originada entonces, que el gobierno de Kichi no tuvo más remedio que dar marcha atrás a su primera decisión respecto al alumbrado y por medio de un convenio con Eléctrica de Cádiz (que luego también tendría su recorrido en los tribunales, cuya causa acabaría en la papelera, y en el propio Ayuntamiento, que llegó a crear una comisión de investigación de la que nada ha vuelto a saberse) que permitiría a última hora incorporar luces (55 arcos en total) a San Francisco, Columela, Ancha, José del Toro, Pelota, Compañía, Novena y Nueva, nada menos. Todo ello después de firmar el contrato (a finales de noviembre de 2016) con la empresa Porgesa.

El colmo de ese primer contrato de alumbrado extraordinario de la era Kichi fue su encendido, que no pudo hacerse hasta el 22 de diciembre, apenas 2 días antes de la Navidad y una fecha excesivamente tardía para el día que hasta hace unos años era tradición proceder al encendido (en torno al día de la Inmaculada, 8 de diciembre), y mucho más si se tiene en cuenta que el alumbrado ya se adelanta a finales de noviembre.

Esta mala experiencia de la Navidad de 2016 no serviría para que tan solo dos años después el Ayuntamiento volviera a pinchar en la tramitación del nuevo contrato (que se firma cada dos años). Tal y como ocurriera dos años antes, en el año 2018 el montaje de las luces de Navidad volvió a retrasarse hasta mediados de diciembre; de nuevo, el culpable fue el retraso en la tramitación del nuevo contrato, que no se firmaría hasta el 24 de noviembre, con la lógica demora por parte de la empresa en la preparación, traslado y montaje de los puntos de luz fijados en los pliegos.

Aquella mala experiencia motivó incluso una tribuna abierta del alcalde, que reconocía haberse equivocado en esta cuestión porque “teníamos que haber garantizado que el alumbrado estuviera a tiempo”; aunque aprovechó esas disculpas porque “el montaje ha finalizado demasiado tarde” para arremeter contra la ciudadanía -y los medios- por hacer una polémica con estos retrasos en el alumbrado de Navidad y no protestar por otras cuestiones a su juicio más importantes (como el Bono Social que entonces se negaba a firmar el PP y del que desde 2019 ha dejado de hablar el equipo de gobierno).

Y cuando, a partir de 2019, parecía que al fin el equipo de gobierno había aprendido a gestionar el expediente del alumbrado extraordinario de las fiestas, llegó este último contrato, vigente desde finales de 2022, y volvieron los problemas. En Navidad hubo que retrasar unos días la fecha de encendido inicialmente anunciada por el retraso en la instalación de las luces; y el acto de encendido finalmente no dejó de ser un parche, puesto que se hizo con media ciudad aún a oscuras.

El año en que el gobierno municipal decidía volver a apostar por la iluminación de la Avenida principal, las luces no llegaron a encenderse hasta mediados de diciembre, días antes de Nochebuena.

El último chispazo que ha originado este contrato convertido en un permanente dolor de cabeza en San Juan de Dios llega con el alumbrado de Carnaval, que solo contempla los 6 arcos y el letrero que ilumina desde hace días el acceso al Gran Teatro Falla desde la plaza de Fragela. Eso será todo este Carnaval; esas serán las únicas luces que anuncien y vistan la ciudad durante estas fiestas que ostentan la declaración turística internacional y que aspiran además a ser declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Pocas luces, en definitiva. O ninguna (en el caso del Carnaval de 2023).

stats