Banco de Alimentos de Cádiz: 25 años de pan
Solidaridad | El Banco de Alimentos de Cádiz cumple un cuarto de siglo
El Banco de Alimentos de Cádiz, constituido en 1996 y que empezó a funcionar en 2000, afronta 2022 como el año en el que celebrar el aniversario que frenó la pandemia
La historia del Banco de Alimentos de Cádiz arrancó un 25 de abril de 1996 en un domicilio particular de la capital gaditana. Allí se reunieron once ciudadanos de Cádiz y San Fernando que dejaron constancia del proyecto con un acta fundacional que se convirtió en el germen de una asociación con sello propio, con un prestigio ganado a pulso y cuya labor trata de ir más allá de la que es, quizás, su actuación más conocida: el reparto de alimentos a las personas más vulnerables y necesitadas de la provincia gaditana. Un cuarto de siglo, 25 años, repartiendo algo tan básico como el pan, el alimento, 25 años de continuo desvelo que la pandemia no les dejó celebrar el año pasado y que, si la situación mejora, irán celebrando en este 2022 con actos de distinta enjundia. En un resumen básico de la labor del Banco de Alimentos de Cádiz aparecen cifras que revelan una auténtica labor humanitaria de emergencia: el banco reparte cada año en la provincia (excepto en el Campo de Gibraltar que tiene banco propio) alrededor de tres millones de kilos de alimentos, que llegan a 12.000 familias (cerca de 40.000 personas) a través de las más de 160 asociaciones benéficas que sirven de cadena de transmisión, fundamental, al intenso trabajo de logística que permite el funcionamiento del Banco de Alimentos de Cádiz, donde los voluntarios, que pueden llegar a ser 2.500 en las grandes campañas de recogida, son otro gran eslabón de esta cadena solidaria.
Isabel Gomis, presidenta del Banco de Alimentos de Cádiz; Carlos Martínez, vicepresidente, y Blas Sánchez, técnico de la entidad, atienden a este periódico en las amplias instalaciones que esta asociación tiene en La Cabezuela, en Puerto Real. Cuatro naves de gran capacidad de almacenaje y con espacio para oficinas conforman un lugar que estrenaron en torno a 2016 y que vino a sustituir a las naves de la Zona Franca de Cádiz. La entidad ganó con el cambio espacio y también situarse en un lugar, casi a los pies del segundo puente, bien comunicado con las carreteras que vertebran la provincia gaditana.
El objetivo general del Banco de Alimentos de Cádiz, el primordial que sirve para sustentar todos los proyectos y actividades, es la atención a las personas más vulnerables de la provincia de Cádiz. Con los técnicos, los voluntarios y los miembros de la junta directiva, cada uno de ellos con sus funciones bien definidas, la entidad se organiza en distintos departamentos (fundamentalmente: control y seguimiento, inserción y proyectos y administración) para que la maquinaria del Banco de Alimentos sea eficaz en la consecución de sus objetivos, los generales y los particulares, y por tanto en la atención a los beneficiarios y destinatarios.
Quizás, el aspecto más conocido públicamente del Banco de Alimentos sea el de las campañas destinadas a recoger alimentos, generalmente en supermercados y grandes superficies. Con gran repercusión mediática, la entidad logra reunir a un gran número de voluntarios puntuales que ayudan a informar a los clientes de las tiendas y a recoger los alimentos. El pasado año se modificó el sistema de recogida, a consecuencia de la pandemia, y las donaciones se hicieron directamente en la línea de cajas abonando una cantidad económica que el colaborador elegía libremente entre distintas cuantías. Isabel Gomis entiende que fue una buena fórmula, una exigencia del guion que marca el insistente covid, y anticipa que posiblemente se camine en el futuro hacia un sistema mixto: “La aportación económica es quizás más fría, pero nos permite adquirir después los productos más demandados. Y la entrega de los alimentos... supone una implicación directa del ciudadano y da más valor a la labor de los voluntarios”.
Pero la recogida y la entrega de alimentos a las familias necesitadas no es el único aspecto del que se nutre el Banco de Alimentos de Cádiz, que de un tiempo a esta parte pone especial énfasis en no quedarse en el nivel asistencial, con lo esencial y básico que es que todas las personas puedan alimentarse, y trabaja en la promoción personal y profesional de sus beneficiarios. En este punto se enmarca el departamento de inserción y proyectos, que dispone de un psicólogo, dos trabajadoras sociales y una educadora social, y que ofrece cursos de inserción laboral en función de la demanda de la sociedad y el mercado. Los responsables de la entidad ponen dos ejemplos de cursos que funcionan bien: el de pescadería y carnicería, con prácticas incluidas en supermercados, y el de asistencia a domicilio, también con prácticas en empresas especializadas. Son cursos que forman a las personas, que les dota de herramientas y recursos propios para revertir su situación y evitar la exclusión social y que, en algunos casos, acaban con un contrato laboral que aclara el futuro de muchas familias.
En todo caso, el reparto de alimentos es una de las señas de identidad de esta asociación. El banco no distribuye directamente a las familias, sino que mantiene convenios con distintas entidades que son las encargadas del reparto y que, para ello, tienen que cumplir algunos requisitos. Así, la asociación tienen que estar legalmente constituida, no tener ánimo de lucro y tener contemplado en sus estatutos esta labor solidaria en concreto. Además, el Banco de Alimentos exige que los beneficiarios cuenten con un informe social profesional que valore su situación económica y laboral, que acredite su situación de necesidad. El banco cuenta también con una comisión de control y seguimiento para que se cumplan estos requisitos, una comisión que no solo vigila, sino que ayuda a las asociaciones, como explica Carlos Núñez, a que puedan cumplirlos. Con todo esto, solo queda que las distintas asociaciones acudan a la sede del Banco de Alimentos para recoger los lotes asignados.
Aunque el grueso de los alimentos que se reparten pertenecen al grupo de los no perecederos, el banco recibe también frutas, verduras, helados y, en ocasiones, pescado fresco que se almacenan en una cámara frigorífica y en un congelador a la espera del reparto. Los productos no perecederos son los que se entregan a las asociaciones para ser distribuidos entre las familias beneficiarias, mientras que los frescos se reparten a comedores sociales o casas de acogida, por ejemplo, entidades que cocinan unos productos que necesitan ser consumidos en un espacio más reducido de tiempo. Estos también reciben como es lógico productos no perecederos.
La línea de entrada de estos productos en el Banco de Alimentos de Cádiz es múltiple. A las reseñadas campañas, las aportaciones de empresas y cadenas de supermercados y las donaciones monetarias que recoge la asociación, que además se pueden hacer directamente a través de su página web, la entidad recibe lotes de alimentos de la Unión Europea, una entrega que gestiona el Ministerio de Agricultura y que se reparte a través de la Federación de Bancos de Alimentos de España. La asociación dispone en Puerto Real de dos naves destinadas a almacenar estos envíos, y que ahora se encuentran más vacías porque los lotes se han distribuido hace muy poco tiempo.
También reciben frutas y hortalizas a través de la Junta de Andalucía, que puja en las cooperativas, al tiempo que los pescados llegan al banco, fundamentalmente, a través de los decomisos de alimentos y gracias a un acuerdo entre Guardia Civil, el Colegio de Veterinarios (que certifica que la mercancía es apta para el consumo) y distintas empresas. Una vez, por ejemplo, llegaron al Banco de Alimentos unos 18 atunes, perfectamente ronqueados, que fueron depositados en la amplia cámara frigorífica antes de ser distribuidos por comedores sociales y casas de acogida.
Mucho hay que celebrar, pues, en estos 25 años de vida del Banco de Alimentos, aquel proyecto que empezó en un domicilio particular de la avenida Ana de Viya en 1996 y que unos años más tarde, coincidiendo con el nuevo siglo, pudo superar todos los trámites administrativos y logísticos para atender a tantas familias necesitadas.
El plan de actos previstos para festejar este primer cuarto de siglo es amplio, aunque su desarrollo se irá dando a conocer a medida que la pandemia vaya permitiendo determinados actos. A finales de febrero se celebrará en la misma sede del Banco de Alimentos la primera ceremonia, un pistoletazo de salida por todo lo alto al que seguirán vídeos promocionales, algún partido del Cádiz dedicado especialmente a la entidad y otras actividades con las que recordar aquel buen inicio que permitió hacer crecer el proyecto hasta convertirse en la entidad que es actualmente.
Solo un palé de plátanos en el inicio del confinamiento
La pandemia ha trastocado la vida de muchas personas. El covid que llegó a nuestras vidas en los primeros meses de 2020 ha roto familias, ha condicionado profundamente las relaciones sociales y ha zarandeado la producción económica y, con ella, la economía de muchas familias, las que ya vivían con precariedad antes de la pandemia y las que se han incorporado a este vagón de cola social que amenaza con desengancharse del resto del convoy excluyendo a sus ocupantes. En el Banco de Alimentos de Cádiz saben de qué va esta historia. Y cómo comenzó. Su presidenta, Isabel Gomis, lo resume con expresividad: “El confinamiento nos pilló con un palé de plátanos en las naves”. Recién acabadas las campañas navideñas y sus repartos, la pandemia obligó al Banco de Alimentos a redoblar sus esfuerzos, a trabajar con más ahínco como elemento esencial que fue de una pandemia que dejó atrás a muchas familias, ya fuera sin trabajo o con alguna ocupación eventual o precaria. Los vulnerables se hicieron entonces más vulnerables y, de camino, se incorporaron nuevos ciudadanos vulnerables a un sistema ya de por sí machacado por la crisis y la exclusión. Nuevos vulnerables que, aseguran, están empezando ahora a ser beneficiarios del Banco de Alimentos de Cádiz.
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