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Bandera ofrecida por gaditanas

Historias de Cádiz

Entrega de la enseña nacional al crucero Emperador Carlos V en aguas de la bahía de Cádiz l Fue bordada en 1898 por la profesora gaditana Concepción Corado Portela

Bandera del crucero Carlos V que se conserva en el Museo Naval De San Fernando / Archivo
José María Otero

07 de febrero 2021 - 08:13

El crucero Emperador Carlos V fue la primera gran construcción de los astilleros gaditanos. En mayo de 1891, el ministro de Marina, el gaditano Beranger, anunció en el Congreso de los Diputados la construcción de este formidable buque por un importe de quince millones de pesetas en los nuevos astilleros de Vea Murguía. La noticia fue acogida en Cádiz con la natural alegría, ya que suponía miles de horas de trabajo para la muy castigada población obrera de nuestra ciudad.

Las obras dieron comienzo en marzo del siguiente año y estuvieron plagadas de enormes dificultades. A los problemas técnicos y de suministro de materiales se unieron los de la propia empresa constructora, que fueron solucionados en gran parte con la entrada en el accionariado de los hermanos Noriega. Finalmente, en marzo de 1895, tres años después del inicio de las obras, el Carlos V era lanzado al agua en solemne ceremonia.

Mientras se procedía a la colocación de los motores y al montaje de la artillería, un grupo de gaditanas se dirigió al ministro de Marina para ofrecer al nuevo barco su bandera de combate. La idea fue aceptada de inmediato. Las páginas de Diario de Cádiz fueron recogiendo listas de señoras que se unían a la idea de ofrecer la bandera de combate al nuevo buque y aportando cada una pequeñas cantidades.

Emperador Carlos V / Archivo

Los trabajos de bordado de la enorme bandera, 57 metros, con el escudo de España en el centro fueron encargados a la acreditada artista y profesora de nuestra ciudad Concepción Corado y Portela, viuda de Fernández. Terminada la obra, la hermosa bandera fue expuesta en el escaparte de la sastrería Martínez, en la calle Ancha, donde miles de gaditanos acudieron a contemplarla.

La entrega fue fijada para junio de 1898, cuando España estaba ya en guerra contra los Estados Unidos. El flamante Carlos V había sido incorporado a la escuadra del almirante Cámara y se encontraba fondeado en la bahía de Cádiz. El ministro de Marina, Auñón, vino en esos días a nuestra ciudad para decidir si esta escuadra marchaba a Cuba para ayudar a los barcos del almirante Cervera o acudía a Filipinas, donde los viejos barcos españoles allí destinados habían sido destruidos por los norteamericanos.

La ceremonia de entrega tuvo un ceremonial muy distinto al que hoy conocemos. Estando el Carlos V fondeado en la bahía y próximo a salir para entrar en combate, las damas de Cádiz decidieron que la enseña fuera entregada por una comisión compuesta por Ángel Picardo, Ramón García Ravina y Agustín Moyano. Estos tres comisionados pasaron a bordo del acorazado Pelayo, buque insignia de la escuadra y también fondeado en la bahía, e hicieron entrega de la enseña al almirante Cámara, que decidió que sería izada al día siguiente.

En efecto, el 16 de junio, los tres gaditanos antes citados, Ignacio Noriega, los hermanos Vea Murguía, Miguel de Aguirre y Daniel Macpherson acudieron en un yate al Carlos V en representación de las gaditanas para el izado solemne de la bandera. El almirante Cámara y el ministro de Marina llegaron en falúa desde el Pelayo con la impresionante bandera de combate. Formada la tripulación en la toldilla del Carlos V, se dio lectura a un mensaje de las gaditanas que habían donado la bandera, procediendo el capellán del buque, Sánchez Rojas, a su bendición.

Los guardiamarinas, Antonio García Verdoy, Ginés García de Paredes, José Pérez Ojeda y José Togores izaron la bandera de combate mientras se hacían las salvas reglamentarias. La ceremonia finalizó con unas palabras del comandante del barco, capitán de navío Jiménez, que terminó dando vítores a la Reina Regente, al Rey, a España y a Cádiz.

Días más tarde el Carlos V partió hacia Filipinas con el resto de la escuadra. En Suez recibieron órdenes de regresar a la península para proteger nuestras costas de un posible ataque de los buques norteamericanos.

El Emperador Carlos V tras largos años de servicio sería desguazado en 1930. Su bandera de combate se encuentra depositada en el Museo Naval de San Fernando.

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