Las Banderas devuelve luz a La Viña
El mítico bar que regentara Jesús Díaz hasta el año 1991 reabre este miércoles sus puertas con un proyecto de cuatro socios, que han respetado todo lo posible del antiguo local y su esencia
Galería: Las imágenes del Bar Las Banderas, que reabre en la Viña
Mucho Cádiz en las paredes. Chano Lobato, el Cristo de la Misericordia, Paco Alba, Fernando Quiñones, Mágico González y Pepe Mejías… todos contemplan el resultado de la remodelación del bar Las Banderas. Mejor dicho, la recuperación de un mítico establecimiento viñero, en la confluencia de las calles Virgen de las Penas (antes San Pablo) y José Cubiles. Una labor de arqueología para rescatar en todo lo posible la esencia del local que regentara hasta 1991 Jesús Díaz Gutiérrez, Jesús el de Las Banderas, un símbolo de La Viña.
Los periodistas gaditanos Fernando Pérez y José Antonio Hernández Rodicio, tras leer a finales de mayo de 2021 en este periódico la intención de la familia de Jesús Díaz de arrendar el local para uso hostelero, no se lo pensaron y decidieron invertir en romanticismo. Luego engancharon a los otros dos socios, Óscar González y Javier Juárez. Y el estudio de arquitectura Pujol Cruz Pizarro obró la resurrección.
Es lunes 31 de octubre, a dos días de la apertura (hoy miércoles) y en Las Banderas se vive el ajetreo propio previo a un estreno. Manuel Bueno ‘Pipi’, el hombre de confianza y encargado del negocio, se afana en tenerlo todo a punto junto a su equipo. Seis puestos de trabajo se crean con este proyecto. Vecinos de la Viña curiosean desde la puerta y felicitan a Fernando Pérez y Hernández Rodicio. Alguno se lanza a grabar un video con el móvil. En el barrio hay mucha expectación. Y gozo por la apertura de un local de allí, de toda la vida.
Pérez habla de “crear un lugar de encuentro y aportar a La Viña lo que podamos, que no sea solo un lugar de paso para el guiri, sino un lugar para quedarse. Un cruce de caminos entre La Palma y la plaza Pinto.” “Antes era de tránsito y ahora queremos que sea de parada”, apunta Hernández Rodicio.
Van contando cómo ha sido el proceso de conservación del espíritu de Las Banderas. La barra, tan señera y simbólica con sus azulejos amarillos y verdes, es la original, aunque rebajada de altura. También se conserva su tapa de mármol. En las paredes han salido a la luz ladrillos originales de 1892, de cuando la apertura. La familia de Jesús lo cogió en 1920. Hernández Rodicio explica que “hemos tratado de descubrir cosas, con una mirada más actual de cuidado del patrimonio, sacando fuera lo mejor de lo que estaba oculto. Hemos salvado lo que hemos podido del suelo hidráulico, desmontado, tratado y devuelto a su sitio. Está datado en 1920, de una fábrica de El Puerto de Santa María”. El local se ha insonorizado y se han respetado las molduras originales del techo. “Las puertas y ventanas de madera son también las originales. Eso le a un aire de ultramarinos”, añade Pérez.
Es un proyecto basado en el amor por Cádiz, “aunque suene a tópico carnavalesco”, como dice Hernández Rodicio entre risas. “Es una apuesta gaditana, Las fotos las hemos enmarcado en la cristalería de Jesús Nazareno, la fruta es del Laurel...”, comenta Pérez. Fotos realizadas por cuatro gaditanos: Julio González, Kiki, Fernando Ruso y Pablo Juliá. Para ilustrar rincones como el palmero, a la entrada a la derecha, donde lucen los Titulares de la Archicofradía de la Palma, de la que Jesús Díaz fue gran valedor.
Al fondo hay un escenario ante un photocall creado por RAS Artesanos. Habrá actuaciones y actividades para colectivos gaditanos que lo requieran. “Será nuestra modesta contribución a la cultura gaditana”, expone Hernández Rodicio.
Muy presente Cádiz también en los tres barriles. Los de manzanilla y amontillado, de la Bodega de los Infantes de Orleans Borbón, en Sanlúcar, llevan por nombre Virgen de las Penas y Paco Alba; el de palo cortado, de la bodega de un particular, se llama La Caleta. La oferta de vinos es extensa. Para copear, de mesa (con un buen número de denominaciones de origen de toda España), internacionales como Burdeos (Francia), Riesling (Alemania) o Barolo (Italia) o vinos de pasto con mucha presencia provincial.
En cuanto a la manduca, cuenta Hernández Rodicio que en Las Banderas podrán degustarse los ibéricos de Jabugo y Guijuelo. Muchos quesos de la sierra de Cádiz, y también franceses. Laterío fino con una amplia selección de conservas, con más de 100 referencias en pescado, aunque también carnes. Habrá marisco cocido a diario y salazones como huevas de atún, maruca o mújol, que no es otra cosa que la lisa. Un guiso diario, una ensaladilla de la casa. Y montaditos clásicos “con algún atrevimiento”.
Para disfrutar de estos manjares, además del interior se disponen mesas altas en el exterior, por Virgen de las Penas y José Cubiles.
Llega Joaquín Moguer, yerno de Jesús Díaz, el enlace entre la familia y los socios del proyecto. “Hemos invitado a los vecinos de ahora y a los de antes”, comenta a Pérez y Rodicio en referencia a la inauguración. La familia “está muy contenta”. Le honra no haber sucumbido ante grandes ofertas económicas por querer conservar el espíritu del establecimiento “Hemos tenido muchos ofrecimientos, pero ninguno cuajó. Algunos empresarios querían solo un lavado de cara, no lo veíamos claro. Hasta que aparecieron estos socios y nos pusimos de acuerdo desde el primer momento”, argumenta. Y es que “se mantiene el espíritu de Las Banderas, lo que hubiese querido mi suegro. Él brindará por esto donde esté”. Así sea. Por él, por La Viña y por Cádiz.
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