Barcos pequeños, con poco pasaje y rutas nacionales
El coronavirus contagia al sector del crucero en Cádiz
La nueva normalidad del crucero apunta a que las navieras tendrán que modificar precios, hábitos comunes y uso de instalaciones comunes como el buffet que, de momento, pasarán a la historia
El pasado 16 de junio zarpó del puerto de Bergen, Noruega, el primero crucero post coronavirus. El buque Finnmarken, de la naviera Hurtigruten es el único que navega a día de hoy en el mundo desafiando al covid.
Mientras tanto, el resto de navieras, sobre todos las más conocidas como la Royal Caribbean, Costa Cruceros o Disney Cruises mantienen reunidas horas y horas bajo tormentas de ideas para dar con el modelo ideal de crucero que conjugue el descanso y la diversión con la seguridad y con la garantía de que un rebrote mundial no te deje a la deriva en cualquier mar del mundo rogando que algún puerto se apiade y te deje desembarcar como si el turista fuera un apestado.
Esos 240 millones de dólares que está perdiendo al mes navieras como MSC son los que les obliga a tener departamentos enteros en busca de esa fórmula que se adapte a la perfección a la nueva normalidad.
Concretamente, por seguir con el mismo ejemplo, el Finnmarken solo hizo su viaje inaugural en esta era post covid con 200 pasajeros -de los 628 que puede recibir en un viaje normal- , sólo daneses y noruegos. Con estrictos protocolos de limpieza y seguridad, la compañía recuerda de manera constante a sus pasajeros la necesidad de mantener la distancia social pero no les obliga a llevar mascarilla a bordo. A bordo ha dejado de existir las comidas tipo buffet y se ha impuesto la limitación de aforo en áreas comunes como piscina, sauna y gimnasio.
Los pasajeros están obligados a someterse a continuos controles de temperatura y se les exige completar un cuestionario de salud antes de embarcar que garantice que no estuvieron en contacto con ningún positivo en covid-19 en los últimos 14 días o que o que no haya viajado o estado en tránsito en otro país diferente a Noruega en los últimos 10. Todo demasiado complicado.
En todo el buque se recuerdan las normas de higiene como el lavado frecuente de manos, especialmente en el embarque y el desembarque, a la entrada de los restaurantes y de las zonas comunes.
A su vez, el uso del dinero en efectivo y el contacto frecuente con terminales de pago, si ya antes era casi inexistente a bordo, ahora menos. Además, los viajeros tienen que abrir una cuenta en la que se cargan todos los gastos a bordo.
Los restaurantes y cafeterías cuentan con más turnos que antes para evitar la más mínima aglomeración o cola, desapareciendo posiblemente para siempre el restaurante tipo buffet en el que el pasajero manipulaba la comida personalmente aumentándose de manera exponencial las posibilidades de contagio. Ya es el propio personal del barco el que sirve en mesa los menús ya emplatados.
En cuanto a las rutas, todo apunta a que se tiende al cabotaje, es decir, a itinerarios de corto recorrido y pocos días dentro de un mismo país, huyendo así al traspaso de fronteras. Asimismo, para evitar el charteo de vuelos procedentes de terceros países, lejos del control sanitario, se tiende a que todos los pasajeros sean nacionales. En cuanto al precio, estos condicionantes obligarán a las navieras a una política de precios tirando siempre a la baja si no quieren quedarse con los barcos anclados en sus países de origen.
Las navieras piden que los puertos se abran ya a los cruceros nacionales
Aquí los puertos ni pinchan ni corta. Aquí no decide San Telmo sino que es el directamente el Gobierno de la Nación, asesorado por las autoridades sanitarias, el que tendrá que tomar la decisión algún día de abrir los puertos españoles, al menos al tráfico de los buques de navieras de origen español o bien en barcos puestos por navieras internacionales pero que circunscriban sus rutas sólo a trayectos dentro de España. A esto se le sumaría la obligación de que sólo se permitiría el trayecto a clientes nacionales, aunque este extremo podría verse compensado con pruebas eficientes de que el crucerista ni ha padecido ni padece coronavirus. Las excursiones ser verán también muy limitadas, limitando a su vez una de las principales fuentes de ingresos que tienen las navieras junto a los casinos a bordo. La salida y entrada del buque en las excursiones contarán con estrictos controles sanitarios para evitar que en embarque de un pasajero enfermo pueda prender una mecha que retroceda al mundo a ese temido 13 de marzo.
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