Bares de la Catedral acumulan decenas de quejas por las palomas
Medio Ambiente| Hostelería
Los hosteleros reclaman al Ayuntamiento que ponga en marcha ya medidas de control de la población
Cádiz/No es que picoteen las migas que caen al suelo. No. Se posan en las sillas y en las mesas delante de las narices de los clientes y pican de platos y fuentes como de un comedero, salpicándolo todo de excrementos. Tiran vasos y copas y hacen prácticamente imposible disfrutar de unas cervezas y unas tapas.
Las palomas en la Plaza de la Catedral se han convertido en una pesadilla para quienes se sientan en una de las terrazas de uno de los lugares más privilegiados de la ciudad. Y para los hosteleros de la mayoría de los bares de la zona, que no paran de recibir quejas. Se acumulan ya por decenas, a un ritmo de más de cinco al mes.
“Imposibilidad de comer en este bar por culpa de los bichos (palomas) Estando fuera nos fuimos para adentro. Incluso había palomas peleando en las mesas. Imposible recomendar ni volver al sitio. PD: Personal estupendo”. Esta es sólo una de las muchas que han recibido en los Cien Montaditos, el establecimiento con el que se están cebando –nunca mejor dicho– las palomas con más saña. Todas las quejas son del mismo tono: nos han atendido muy bien pero no hay manera de disfrutar de la comida.
La situación es ya tan insostenible que el propietario ha trasladado las quejas de sus clientes al Ayuntamiento, al que reclama una solución urgente. Hasta el momento no ha recibido respuesta, asegura Adela, la encargada. “A veces tenemos que devolver comida que ya está pagada... los clientes no se pueden descuidar porque están comiendo y están volando alrededor de ellos. Esto es increíble. Me entran en el local, se suben a las mesas de siete en siete y se quedan ahí, esperando un despiste de los clientes. Parecen perritos en vez de palomas...”. Aunque estén las mesas perfectamente limpias.
“Mi jefe está ya harto porque a quienes se quejan es a nosotros, pese a que recogemos inmediatamente las mesas”. Adela reconoce que parte de la culpa la tienen algunos amantes de los animales que les dan de comer incluso dentro del establecimiento.
Enfrente, en La Barrica durante el año pasado recibieron unas veinte quejas por escrito de clientes por el mismo motivo, apunta su encargado, Francisco Jiménez. “Este año estamos teniendo suerte por ahora pero hay veces que se han juntado montones de ellas en una mesa”. Allí también piden a los comensales que no les echen de comer. Pero no todos hacen caso.
En la terraza del Hotel La Catedral y en el bar del mismo nombre también han tenido que escuchar molestias, aunque hasta el momento no han recibido ninguna queja formal, asegura uno de los trabajadores.
Los únicos bares de la plaza que parecen estar libres del acoso masivo de las palomas son El Terraza, que instaló toldos verticales alrededor de sus veladores, y El Bongo, donde las aves respetan el cuidado diseño del mobiliario.
Un plan de control congelado, pero con eco hasta en The New York Times
El 17 de noviembre del año pasado, el Ayuntamiento informaba de que la Delegación de Medio Ambiente iba a iniciar una campaña de medidas de control sanitario y poblacional de las palomas.
El concejal del área, Álvaro de la Fuente, explicó que se haría un estudio del estado de las aves, que se realizarán capturas mediante lanza redes y jaulas trampas y que se transportarían a espacios no urbanos a una distancia no inferior a 275 kilómetros, a algún lugar del Levante español. El servicio de control se volvió a adjudicar a Athisa.
La noticia de que Cádiz expulsaría a miles de palomas que molestan a los turistas tuvo repercusión internacional. De hecho, lo publicaron la BBC, la CNN, The Independent, The Telegraph y hasta The New York Times. Pero el plan no ha acabado de arrancar. Para hoy está prevista una reunión.
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