Cierre de un clásico
San Fernando dice adiós a más de 80 años de buenos churros y papas fritas

Bares emblemáticos de Cádiz que cerraron en los últimos 10 años

Baro, Los pabellones, el Lucero o Las palomas fueron algunos de los establecimientos de referencia que dijeron adiós en la última década

Cierra la marisquería Joselito, otro clásico de la hostelería de Cádiz

Los establecimientos comerciales emblemáticos que cerraron en Cádiz en los últimos 30 años

La cervecería-marisquería Joselito en la esquina de Nueva con San Francisco. / J.B.

Cádiz ha perdido en los últimos años bares, restaurantes y cafeterías de referencia donde se reunían muchos gaditanos: unos por la crisis, otros por la pandemia y algunos por jubilaciones de sus propietarios. Lo que está claro es que en la capital cada vez quedan menos establecimientos hosteleros con autenticidad y solera. Y los pocos que quedan, que nos duren muchos años.

Joselito

En octubre de 2013 cayó un emblemático establecimiento hostelero, cervecería-marisquería, que nació en 1975 fundado por José María Álvarez y ubicado en un lugar estratégico, en la confluencia de las calles Nueva y San Francisco. La crisis y la jubilación por motivos de salud de dos de los cuatro propietarios (hijos del fundador) causó el cierre. Luego estuvo un tiempo manteniendo la terraza que daba a Canalejas, que también cerró para dar paso al bar de copas Muelle Uno.

El delfín azul

Este restaurante del Paseo Marítimo se despidió a finales del año pasado por motivos familiares de su propietario, Isidro García. Su padre, Gonzalo García, abrió El Delfín Azul en 1977, y su hijo Isidro cogió el testigo en 2002. Ofrecía cocina tradicional, especializada en arroces y pescados, además de churros para desayunar. El local acogerá alojamientos turísticos, una iniciativa puesta marcha por el propio García, ya que el local es de su propiedad.

Los pabellones

El entrañable bar de la plaza de San Juan de Dios, regentado por Pepe Gómez, dijo adiós en agosto de 2014. Gómez se hizo con el negocio a comienzos de la década de los años 70. Heredó el bar de su abuelo Dámaso, que lo abrió en 1932, y de su padre Pepe, que continuó la saga tras el mostrador. Lo que en principio iba ser un cierre temporal por unas obras de seguridad en la finca derivó en la jubilación del propietario en el verano de 2014. Fue un lugar de referencia para trabajadores portuarios, aficionados al Carnaval y componentes y autores de agrupaciones.

El Lucero

El Lucero del Muelle, que sucedió al Bar Lucero. / Jesús Marín

Frente al muelle de Cádiz, en la avenida del Puerto, el bar Lucero fue en décadas lugar de encuentro y parada obligatoria de muchos trabajadores portuarios, así como negocio 'de guardia' para tantos noctámbulos. Cerró en otoño de 2019, 61 años después de que Nicolás Lucero Bancalero, uno de tantos asidonenses que se buscó la vida en la capital, lo abriera en 1958. Se reconvirtió en el año 2015 en El Lucero del Muelle. El hijo del fundador, Nicolás Lucero Caro, quiso homenajear a su padre manteniendo la marca pero con un nuevo concepto. Esta iniciativa no perduró y desde entonces han sido varios los negocios hosteleros allí iniciados, cuajando por último un bar de copas.

El palco

Antonio Lucero abrió en 1997, en la calle Cánovas del Castillo, un lugar de culto en la noche gaditana: El Palco. "Días antes de inaugurarlo no tenía nombre para el bar. Y fue en una reunión en el Veedor con gente del Diario como Ignacio Valdés, Pérez Sauci, Emilio López y Curro Orgambides cuando surgió el nombre. Yo no quería un nombre caleti pero sí gaditano. Y Orgambides propuso El Palco, que sonaba a palco del Falla, del Carranza o del Palillero. Y se quedó", relataba Lucero en una entrevista a Diario de Cádiz. Allí paraban cofrades, carnavaleros, políticos, artistas.... hasta que cerró en 2017.

Las palomas

Manolo Pérez, penúltimo propietario del bar Las Palomas. / Kiki

La pandemia dio el golpe definitivo a este bar, ubicado en la esquina de Enrique de las Marinas y Buenos Aires, en junio de 2020. Era de esos establecimientos conocidos principalmente por un plato; y este no fue otro que su famosa ensaladilla. Su último propietario fue Juan Antonio Barea, quien cogió el testigo de quien regentó el bar durante 20 años: Manolo Pérez Oliva. El traspaso de Las Palomas tuvo incluso repercusión a nivel nacional, ya que se anunció en los medios y redes que con el precio del traspaso se incluía “la receta secreta de la ensaladilla”, con ese característico color amarillo de la mayonesa, que tanta fama le dio al establecimiento del que hay constancia de su existencia en los años 30 del siglo pasado y que José Román Naranjo, el creador de la afamada ensaladilla, cogió en 1954. El local se ha destinado ahora a trasteros.

Miami

Agustín Castro, último propietario, en la cafetería Miami. / Lourdes de Vicente

Frente al edificio de los sindicatos, la cafetería Miami fue un lugar de referencia para los trabajadores y vecinos de la zona en plena avenida principal. En enero de 2017 se clausuró una historia iniciada en el año 1959 con la familia Paredes, que después continuó Sánchez Bermúdez y finalmente desde 1992 con Agustín Castro, su último propietario, y su hermano Juan Antonio, aunque éste salió el negocio tres años antes del cierre. El lugar de la cafetería Miami lo ocupa ahora una clínica dental del Grupo Asisa.

Riancho

La cafetería Riancho, en la calle José Cubiles, continuación de los Callejones, un sitio muy arraigado en el barrio de La Viña, cerró en marzo de 2018 cuando falleció su propietaria, María del Carmen Freire Díaz, al igual que ocurrió con otros emblemáticos negocios hosteleros que eran de su propiedad como la panadería-cafetería San José, en la avenida de Portugal; La Tahona, en la trasera del hospital universitario Puerta del Mar; el bar Pepín, en la calle Nueva; la cafetería La Marina, en la plaza de San Juan de Dios; y la panadería La Palma, en la calle Marqués de Cádiz. Riancho se abrió en el año 1985.

Baro

La cervecería-marisquería Baro en el Paseo Marítimo. / S.R.

La operación urbanística en los bajos de la residencia del Tiempo Libre, ahora hotel Cádiz Bahía, supuso el cierre definitivo de la cervecería-marisquería Baro en el Paseo Marítimo a principios de 2020 después de casi cuatro décadas de actividad. En 1981 abrió la cervecería, siendo referente del marisco, el pescado frito y las cañas y jarras de cerveza. La firma inició una especie de expansión que le llevaría a hacerse con el quiosco de la Glorieta Ingeniero la Cierva y, posteriormente, con el de la avenida de la Bahía, que no tuvieron mucho recorrido.

Bécquer

Pepe Cabeza antes de jubilarse y cerrar el bar Bécquer. / Jesús Marín

La jubilación de su propietario, José Cabeza Lobato, causó el cierre de este bar en la plaza del mismo nombre, en el barrio de La Laguna, el 31 de diciembre de 2020. El Bécquer se distinguió por su buen pescado frito y sus caballas con piriñaca. Pepe Cabeza, natural de San José del Valle, abrió este bar en 1990.

Río Saja

El bar Río Saja en la Cuesta de las Calesas. / J.P.

Fue un negocio hostelero muy popular en la Cuesta de las Calesas frente a la Audiencia Provincial, famoso por sus desayunos. En Cádiz, los más recalcitrantes vecinos del casco antiguo, poco dados a 'viajar' a Puertas de Tierra, defendían que se trataba de la primera venta en carretera fuera de la ciudad. Después de cerrar, en 2018, dos empresarios le dieron una vuelta y montaron allí Saja River, con el subtítulo ‘Una venta de la frontera, ofreciendo una especie de cocina fronteriza entre Estados Unidos y México. Cerró en los primeros días de enero de 2023 acuciado por el coste de la factura de la luz.

Transvaal

Ha sido de los últimos en cerrar, el pasado febrero, debido a la jubilación de su propietario, Faustino Gómez Rodríguez. Ubicado en el número 13 de la avenida de Andalucía, fue inaugurado el 3 de junio de 2002. La calidad de sus platos llevó a este establecimiento a conseguir varios premios en la Ruta de la Tapa.

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