Barriada de la Paz y Segunda Aguada, lo que pudo ser y no es
CÁDIZ, BARRIO A BARRIO
La Barriada de La Paz y la zona de la Segunda Aguada nacieron con filosofías totalmente antagónicas pese a ser barrios colindantes. Así, mientras en la Barriada de la Paz primaron los espacios libres y se diseñaron calles con cierta lógica, en la Segunda Aguada sucedió justo lo contrario, dando como resultado una masificación difícil de entender.
Aprobadas obras de mejora para la Barriada de la Paz
En una ciudad como Cádiz, tan falta de suelo y con tan alta densidad de población, la Barriada de la Paz podría considerarse casi un oasis dentro del caos que es, urbanísticamente hablando, el resto de la ciudad. Y buena prueba de este caos urbanístico lo tenemos, sin ir más lejos, en el otro barrio que hoy nos ocupa: Segunda Aguada.
Por ello, conviene analizarlos por separado, a pesar de que ambos han estado íntimamente ligados e incluso se han visto obligados a compartir muchos de sus equipamientos.
Y en este aspecto, en el de los equipamientos y servicios, es donde ha fallado desde su concepción la Barriada de la Paz.
El planteamiento que se llevó a cabo inicialmente para este enorme espacio parecía acertado e innovador, pero el tiempo ha terminado por llevarle la contraria.
Espacios libres de generosas dimensiones y de los que carecía ya la ciudad por aquel entonces, un viario amplio y perfectamente planificado, zonas de aparcamiento junto a las viviendas más que suficientes para aquella época, una perfecta combinación de bloques de viviendas para personas vulnerables, para gente humilde y también para familias acomodadas y, por último, un entorno envidiable, a pie de la Bahía. Había colegios y hasta dos iglesias. Nada podía salir mal, pero salió.
De entrada, el primer error fue no habilitar bajos comerciales en los bloques, lo que obligaba a sus vecinos a trasladarse hasta otros barrios colindantes para hacer cualquier compra. Un hábito que hoy en día se mantiene a pesar de que en la actualidad sí hay ya algunos comercios.
El segundo error fue concebir la mayoría de los espacios abiertos cerrándolos con bloques de viviendas a su alrededor, lo que reducía su uso prácticamente al vecindario que lo rodeaba. Además, nunca se ha tenido claro su diseño, ni lo que se pretendía para estos espacios, carentes del más mínimo equipamiento. Ni zonas infantiles, ni bancos, ni sombras, ni una solería adecuada, ni un solo parque...
El uso de estos espacios libres ha sido y sigue siendo prácticamente nulo y el mantenimiento brilla por su ausencia. Cada vez hay más cemento y las escasísimas zonas verdes que había fueron desapareciendo poco a poco. Para el Ayuntamiento, los espacios libres de la Barriada de La Paz siempre han sido un problema.
El tercer error quizás es el más excusable porque nadie podía imaginar el espectacular incremento que ha experimentado el parque automovilístico de la zona. Además, las técnicas de construcción de entonces hacían casi imposible construir garajes subterráenos a un precio razonable, tal y como sucedió en el barrio de La Laguna.
No obstante, el planteamiento inicial sí acertó en muchos otros aspectos. Por una parte, se ensamblaron a la perfección todas las clases sociales gracias a la acertada distribución de los tipos de viviendas. La Barriada nunca ha sido un barrio conflictivo y han podido convivir sin ningún tipo de problemas familias humildes en pisos de segunda o de tercera con las más adineradas que habitaban en los denominados pisos de primera.
También se acertó al no caer en el mismo error que el resto de Cádiz. En la Barriada no hay masificación.
Justo lo contrario que sucedió desde el inicio en el otro barrio que hoy abordamos, la Segunda Aguada. Aquí nadie pensó en espacios libres, ni tan siquiera en separar algo más los bloques. Aquí, el objetivo fue desde un principio construir cuantas más viviendas mejor en el menor espacio posible y con unas dimensiones medias muy reducidas.
La Segunda Aguada acabó convirtiéndose en dos enormes muros de 13 plantas de alto, desde cuyas ventanas se veía pasar y se sufría el ruido y la contaminación de cientos de camiones a diario. A sus vecinos sólo les quedaba la resignación, acentuada aún más por el aislamiento que suponía la barrera que conformaba la vía del tren.
Pero el tiempo ha venido a demostrar que lo que pudo ser no es, desafortunadamente para unos (los vecinos de la Barriada de la Paz) y afortunadamente para otros (los residentes en el entorno de la Segunda Aguada).
Los motivos son claros y elocuentes. La Barriada de la Paz pudo ser un lugar ideal para vivir en una ciudad donde el hacinamiento es casi una norma por su falta de suelo. Pero hoy en día ese lugar idílico no deja de ser un barrio más de Cádiz con casi los mismos problemas, o más, que el resto y donde el mantenimiento urbano brilla por su ausencia.
La Segunda Aguada, por su parte, pudo ser un caos absoluto y un lugar nada apetecible para vivir por sus innumerables incomodidades y, sin embargo, hoy es un lugar equiparable a cualquier otro de Cádiz por servicios y comodidades, aunque sigue careciendo de equipamientos básicos.
Tanto uno como otro barrio viven, a día de hoy, realidades diferentes y las últimas transformaciones que han experimentado han tenido resultados diferentes para unos y para otros.
En lo que respecta a la Barriada de la Paz, la principal transformación se ha producido en ambos extremos. Su permeabilidad es ahora infinitamente mayor tanto en la zona de Puntales como en la más cercana al Corte Inglés.
La continuidad del paseo marítimo hacia Puntales y la apertura total de la Avenida de la Ilustración contribuyeron a darle nuevas salidas al barrio. La llegada de Mercadona y la construcción del campo de fútbol Manuel Irigoyen le dieron bastante más vida a esa zona. Y puede ser aún mayor si algún día se cumple la eterna promesa del nuevo Hospital en los antiguos terrenos de Construcciones Aeronáuticas.
En el extremo opuesto, la apertura primero de la Avenida de Huelva, la llegada de El Corte Inglés y la construcción del Puente de la Constitución transformaron urbanísticamente por completo esta zona, aunque las molestias causadas por el tráfico han sido superiores a los beneficios que ha traido para la zona, donde apenas se han abierto comercios.
El resto de la Barriada permanece casi inalterable desde hace años. Se levantaron nuevos bloques de viviendas, casi todos para familias vulnerables. Llegaron más vecinos, más coches y más problemas de aparcamiento, que los lunes se agravan aún más con la instalación de un mercadillo del Piojito, que no tiene razón de ser en el espacio que ocupa.
Los vecinos han llegado a pedir que se construyan aparcamientos subterráneos en algunas de las plazas y espacios libres que hay en la zona. Una alternativa factible sería recurrir a la fórmula que, con tanto éxito, se empleó en la Laguna con el parking Reina Sofía, como es la concesión de las plazas de aparcamiento por un determinado número de años.
Y es que prescindir del vehículo en la Barriada es complicado teniendo en cuenta la escasa frecuencia de paso de la única línea de autobuses que da servicio a la zona.
Los vecinos han pedido ya por activa y por pasiva la creación de nuevas líneas que les permita conectar, por ejemplo, con la zona de la playa.
Son las carencias de una barriada que espera la llegada del nuevo hospital y, a menor escala, las anunciadas actuaciones del equipo de gobierno liderado por José María González para mejorar la zona.
La Segunda Aguada, por su parte, vive un presente mucho mejor que su pasado. Sus representantes vecinales han hecho una labor encomiable en los últimos años y eso se está dejando notar en la zona, a pesar de que una y otra vez se estrellan contra la desidia municipal.
Su apertura al resto de la ciudad tras las obras del soterramiento fue clave para iniciar una nueva etapa. Ahora, la Segunda Aguada es un barrio con mucha vida, con un comercio pujante y con unos servicios que, poco a poco, van mejorando. Queda aún mucho camino por recorrer, pero la vida, aquí, es mejor que hace sólo unos años.
La falta de espacios, sin embargo, es un hándicap importante que condiciona no sólo su presente, sino también su futuro. Pocos equipamientos más son posibles ya en el barrio, pero al menos las necesidades del día a día pueden solucionarse, casi en su totalidad, dentro de sus fronteras, todo lo contrario que les sucede a sus vecinos de la Barriada de la Paz.
Lo mejor
El entorno y el presente
Si algo puede destacarse de la Barriada de la Paz es, sin lugar a dudas, el entorno en el que se encuentra, situada junto al mar y abierta a la Bahía, y la amplitud de sus espacios libres, a pesar incluso de que en este barrio no se haya sacado provecho nunca de ninguna de estas dos virtudes. En Segunda Aguada, por su parte, está claro que lo mejor es el presente que está viviendo. Y lo es porque el soterramiento puso fin no sólo a su aislamiento con respecto al resto de la ciudad, sino también porque mejoró considerablemente la calidad de vida de sus vecinos al eliminarse el intenso y peligro tráfico de camiones que a diario transitaban por su vida principal. Hoy en día, Segunda Aguada es un barrio con todo tipo de servicios.
Lo peor
Los errores iniciales
El planteamiento inicial tanto de la Barriada de la Paz como de la Segunda Aguada siguen siendo, a día de hoy, dos lozas demasiado pesadas a pesar de que se le ha intentado poner remedio. En el caso de la Barriada de la Paz, los enormes espacios libres planteados inicialmente han acabado convirtiéndose históricamente en un problema por el nulo uso que de ellos se ha hecho y por su lamentable estado de coservación. Nunca ha habido un proyecto claro ni una urbanización adecuada de los mismos. La falta de locales comerciales en sus bajos dejó al barrio sin apenas servicios y por mucho que ahora se intente corregir, el problema no se ha solucionado. En Segunda Aguada, por su parte, la masificación y la falta de espacios tampoco tienen ya solución.
Las claves del barrio
El problema de los espacios libres
A pesar de contar con numerosos espacios libres, en la Barriada de la Paz no se han sabido aprovechar nunca y la urbanización de los mismos ha sido siempre un problema, mientras que en Segunda Aguada su carencia es el principal hándicap.
Una nueva vida para los dos barrios
La obra del soterramiento supuso para la Segunda Aguada una integración con el resto de la ciudad. En el caso de la Barriada, la integración vino por la parte del segundo puente y el Corte Inglés pero también por su nuevo enlace con Puntales.
Problemas de difícil solución
El reciente cerramiento de los bajos de los bloques de la Barriada de la Paz no ha servido para crear nuevos comercios. Sus vecinos se han acostumbrado desde hace años, por necesidad, a comprar casi todo fuera del barrio
10 Comentarios