Belenes de andar por casa
Joaquín Noya y José Sánchez mantienen la tradición de abrir sus casas al público en Navidad para mostrar sus nacimientos.
La calle Sacramento es parada obligatoria en la ruta belenística de la ciudad cada Navidad. Pero al contrario que en otros muchos sitios (alrededor de una treintena) en este punto del recorrido la visita no se hace a un local ni a una iglesia. En la calle Sacramento hay que subir las escaleras y llamar a la puerta de la familia Noya Aguilar. Allí, Joaquín mantiene año tras año, cada vez con más dificultades por aquello de la edad, la tradición de abrir su vivienda al público en estas fechas tan especiales para que la ciudad pueda contemplar el nacimiento que durante semanas ha ido tomando forma. Lo mismo ocurre en otra casa de extramuros, un bloque de pisos en Pablo Ruiz Picasso (junto a la iglesia de Santo Tomás) donde José Sánchez Chulián expone cada año su Belén. Ellos dos, Joaquín y José, son actualmente los únicos exponentes de la tradición de abrir las puertas de las casas para mostrar los Belenes. Son los últimos herederos de los nacimientos particulares -ya que a ellos se suma un tercero que sí expone en un local abierto al público-.
Pocos dejarán de sorprenderse cuando suban en casa de Joaquín Noya y tengan que adentrarse en el dormitorio de este hospitalario matrimonio, en esa estancia tan íntima de una vivienda, para ver el Belén. Este año puede decirse que Noya ha optado por representar un diorama del Nacimiento, porque unos achaques en la espalda y sus 83 años de edad no le han permitido construir el Belén en las dimensiones en que solía hacerlo.
Con figuras del reconocido Mayo Lebrija y una auténtica cuaresma del corcho blanco para dar vida a la escena mantiene Joaquín esta especie de compromiso con la Navidad. "Todo lo hago yo, menos las figuras; es algo que me ha gustado de chico", cuenta. Terminado el trabajo cada año, desde el 8 de diciembre, su casa se abre cada tarde para recibir las visitas. "Viene mucha gente, sobre todo ahora a partir de que los niños empiecen las vacaciones", cuenta Joaquín, que ha obtenido el tercer premio de la modalidad en el concurso municipal. "Nunca he ganado el primer premio", afirma sin parecer que le importe demasiado. Como dicen los mayores, lo importante es participar, como lleva haciendo Joaquín en este menester desde hace más de diez años.
"A él le gusta mucho esto. Por eso lo hacemos. Que venga la gente a ver el Belén es su delirio, disfruta como un niño chico", apunta Concepción, su esposa, que cuenta cómo en estos días de Navidad la casa tiene que estar reluciente, faltaría más. Todo sea por la gran afición de Joaquín, los Belenes; junto a las cofradías y, en especial, a su Nazareno, que es su otra pasión. "Yo siempre digo que él es tonto de capirote y tonto de nacimiento", bromea Concepción, que mantiene la casa en perfecto estado de revista para seguir recibiendo visitas hasta el próximo 5 de enero. "Nos pasamos un mes aquí, sin salir, para que venga la gente", resume Joaquín.
Y si para ver el Belén de la familia Noya Aguilar hay que subir al primer piso y entrar en el dormitorio de esta vivienda de Sacramento, en casa de José Sánchez Chulián hay que llegar hasta un tercero (en ascensor, eso sí) y entrar en el salón de la vivienda. Allí lleva desde el año 2000 exponiendo su nacimiento José, que entiende esto como "una forma de que vean el trabajo que uno ha hecho". Un trabajo de meses que este año ha dado como resultado un Belén de unos seis metros cuadrados con una quincena de figuras además de animales y casas. Todo ello iluminado con efecto de día y noche y acompañado de un hilo de musical apropiado que José tiene preparado junto al Belén.
"La verdad es que viene mucha gente, sobre todo ahora cuando empiecen las vacaciones de los niños", comenta José Sánchez, quien además los años de experiencia le han proporcionado ya unos clientes fijos que acuden cada año. "Me llaman y quedan para venir y verlo", comenta Sánchez Chulián, que en alguna ocasión ha tenido que abrir su puerta "el mismo día de Navidad". "Me llamaron porque estaban en Cádiz sólo de paso y no podían venir otro día y yo encantado. La satisfacción de que la gente vea el Belén premia el esfuerzo", reconoce este belenista que cada año reinventa por completo el escenario en el que representar el nacimiento del Niño Jesús.
Alrededor de mes y medio ha empleado José Sánchez en elaborar el Belén de este año. Pero lo que estos días ve la gente que acude a su casa está en su mente los doce meses. "El belenista está todo el año pensando en el Belén. Terminas de montar el de este año y ya estás pensando qué hacer en el que viene, como mejorar esto o lo otro. Un Belén tiene mucho trabajo", cuenta José, que también es coleccionista de figuras, contando con varios belenes. A todos ellos espera que se una pronto uno que él mismo está realizando a partir de la cabeza y los brazos que sí adquiere hechos. "Espero poder poner un año ese Belén", dice.
Sánchez lamenta que la tradición belenística en Cádiz "no termina de romper". "En otros sitios cercanos como San Fernando va a más, y no digamos nada de Jerez", comenta entristecido por la caída de los belenes particulares que abren al público.
No obstante, aunque el belén particular está en crisis, él seguirá apostando por abrir su casa en Santo Tomás cada año para que el público vea su nacimiento, que en su caso se mantiene totalmente instalado hasta el 2 de febrero (día de la Presentación de Jesús en el Templo, cuando realmente acaba la Navidad). A partir de ese momento, toca trabajar en el Belén del año siguiente.
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