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Benito Gil y los patronos de Cádiz

Historias de Cádiz

En 1873, durante la Primera República, las estatuas de san Servando y san Germán fueron derribadas l Suscripción popular para que fueran levantadas de nuevo en 1885

Las columnas de san Servando y san Germán, en el muelle / Archivo

San Servando y San Germán son patronos de Cádiz desde 1619. Sus esculturas se alzan en sendos triunfos situados actualmente junto a las Puertas de Tierra. Originariamente el monumento fue colocado en el muelle, en 1705, principal entrada a Cádiz en aquella época. Las columnas son de mármol italiano, de indudable mérito y su obra es atribuida por algunos expertos a Andreoli.

Ambas esculturas parecen iguales, pero existen algunas diferencias entre ellas. Según la tradición gaditana, san Servando porta la cruz con su mano izquierda, mientras san Germán lo hace con la derecha. Esta diferencia a la hora de la portar la cruz también se observa en sus respectivas capillas del interior de la Catedral de Cádiz. Los escudos de España y del gobernador de la plaza y algunas inscripciones varían ligeramente en uno y otro pedestal.

El famoso padre Jean Baptiste Labat relata en su ‘Viaje por Andalucía’ una curiosa anécdota relativa a estas columnas. El dominico francés llegó a Cádiz en 1705, cuando se estaban labrando los monumentos a los patronos en el propio muelle. Labat observó que el cantero había colocado en una de las columnas las flores de lis de los Borbones al revés, con una flor arriba y dos abajo. Así se lo hizo ver al obrero, que contestó agriamente al culto sacerdote francés diciéndole que no se metiera en su trabajo, que “era un gabacho y un ignorante” y que en España las flores de lis de los Borbones se colocaban de esa manera. Pero alguna duda le debió quedar al cantero puesto que en la otra columna, el lugar destinado a las flores de lis lo dejó liso y sin labrar, seguramente para evitar alguna corrección posterior.

Las columnas de los patronos fueron derribadas en 1873, durante la furia iconoclasta de la Primera República. Fermín Salvochea, alcalde de la ciudad, ordenó que desapareciera de las calles de Cádiz todo vestigio religioso y los patronos fueron derribados entre el 17 y el 21 de abril de ese año. El comandante de Marina, Florencio Montojo y Trillo, protestó señalando que el Ayuntamiento no tenía competencia alguna en el muelle ya que pertenecía a la jurisdicción de Marina. Montojo añadió que las columnas de los patronos servían de referencia y enfilación a prácticos y capitanes para entrar y salir del puerto, y que su derribo constituía un evidente peligro para la navegación. Estas protestas fueron realizadas ante notario y también enviadas al Gobierno de la República. El ministro de Marina hizo suyas las protestas de Montojo, pero Salvochea ni siquiera contestó a los escritos que le enviaron.

El Cabildo Catedral, por su parte, pidió al Ayuntamiento autorización para trasladar lo que quedaba del monumento a los Patronos al interior de la Catedral, pero Salvochea contestó que no era posible ya que las columnas iban a salir inmediatamente a subasta pública, como así lo acordó.

Los violentos sucesos posteriores ocurridos en nuestra ciudad al declararse el Cantón, hicieron que los triunfos de los patronos quedaran en el olvido, derribados y a la intemperie en una esquina el muelle.

Allí permanecieron durante muchos años hasta que el sacerdote Benito Gil Ruiz, muy devoto de san Servando y san Germán, promovió una campaña ciudadana para colocarlas de nuevo en su sitio original.

Benito Gil, natural de Zorita (Cáceres) había llegado a Cádiz acompañando al obispo de Plasencia, Cipriano Varela, desterrado por el Gobierno a Cádiz por su actitud rebelde con la autoridad civil. Las vicisitudes de este singular obispo ya fueron relatadas en estas mismas páginas. (Diario de Cádiz , (11-04-1921).

Benito Gil, ya canónigo de la Catedral de Cádiz, recogió cientos de firmas para levantar de nuevo las columnas de los patronos en el muelle, presentándolas en el Ayuntamiento y asumiendo todos los gastos. El pleno municipal celebrado en 5 de noviembre de 1885, bajo la presidencia de José Ramón de Santa Cruz, autorizó lo solicitado con los votos en contra de los concejales, Fontecha, Bastida, Anduaga, Canales, Bocanegra y del Toro.

La suscripción popular alcanzó un total de 16.000 reales, poniendo Benito Gil de su bolsillo otros 24.000 reales para terminar las obras. Debido a la falta de recursos la primera columna no pudo levantarse hasta el mes de enero de 1887.

Cuenta José María León y Domínguez , en sus Recuerdos Gaditanos, que cuando se levantaba la primera de las columnas de los patronos, un amigo religioso le dijo al sacerdote promotor de las obras:

-Ya era hora. Don Benito, los patronos van para arriba

A lo que el canónigo de la Catedral respondió:

-Los patronos van para arriba y don Benito para abajo.

Y en efecto, a los dos meses fallecía este sacerdote, modelo de virtudes, devotísimo de los Santos Patronos y que hoy está completamente olvidado.

El canónigo Benito Gil consiguió también de las familias más adineradas de Cádiz un total de 10.000 duros para labrar la extraordinaria verja que rodea el Coro de nuestra Iglesia Catedral.

Curiosamente un sobrino de Benito Gil, Benito Arroyo Gil, llegó a Cádiz para estudiar junto a su tío. Doctor en Medicina fue catedrático de la Facultad de Medicina de Cádiz y alcalde de la ciudad. Arroyo, del partido Liberal, fue el promotor de las reformas en la plaza de Mina a finales del siglo XIX que le darían su actual fisonomía.

En los años cuarenta del pasado siglo XX las estatuas de los Santos Patronos , san Servando y san Germán, fueron colocadas frente a las Puertas de Tierra, donde permanecen.

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