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Bilbao es el pasado

BIAU 2012

Los jóvenes arquitectos urbanos premiados en la BIAU no piensan en edificios ensimismados, sino que buscan la relación de los habitantes con su ciudad

Bilbao es el pasado
Pedro Ingelmo / Cádiz

14 de septiembre 2012 - 01:00

Bilbao es el parque temático de la arquitectura de las vacas gordas. Un parque temático bien hecho, ejemplo de regeneración de una ciudad. Aquí un Gehry, allá un Moneo, que si una caverna para entrar al metro de Foster, que si una torre Pelli, que si un puente Calatrava... Un museo a cielo abierto de un tiempo. "Eso es el pasado, esa estrategia ya es caduca", dijo ayer Mauricio Rocha en la presentación de los proyectos premiados dentro del apartado Edificios que transforman ciudades. Según Rocha, ahora los edificos que transforman ciudades no son esas moles ensimismadas, no son los edificos formales, sino cómo se relacionan esos edificios con la gente. No es arquitectura de turismo, no es Bilbao ni todos los bilbaos fallidos que le han seguido a golpe de dinero público tirado a la basura. La arquitectura, con la crisis económica, regresa para ser habitada.

Fue emocionante la presentación que ayer tarde hizo Tony Gironés de sus 80 viviendas de protección oficial en Salou. Lo fue porque, una vez construidas las 80 viviendas de 52 metros cuadrados cada una, Gironés quiso regresar tres años después para saber qué es lo que habían hecho los vecinos con el soporte que les había propuesto. Gironés habló de ellos mencionándolos por sus nombres y vio cómo su propuesta se había hecho plastilina, cómo los habitantes habían utilizado los recursos que él había puesto para modificar a su gusto los espacios, abriéndose o buscando la intimidad, instalando huertos en las terrazas, dejándose cubrir por las enredaderas, aprovechando espacios comunes para los usos y necesidades que habían ido apareciendo según pasaba la vida entre la montaña y los embates del mistral. Gironés no estaba orgulloso de lo que había construido, sino de lo que aquello en que las personas habían convertido lo que él había construido.

Rosario, en la Pampa argentina, debe de ser -que me perdone Messi- una ciudad fea. Totalmente horizontal, con una inmensa traza octogonal, hace tiempo que el hormigón devoró el horizonte. Nicolás Campodómico recibió el encargo de una torre de quince pisos. De hormigón. Toneladas de hormigón. Las soluciones ofrecidas por el arquitecto local en esta finca, una esquina entre calles atestadas de edificios, consisten en intersticios, "grietas" que dejan pasar la luz y miran a la ciudad y la ciudad mira a su interior. Es una respuesta a la claustrofobia de las ciudades.

Medellín, conocida en el mundo por el cartel más sanguinario de Colombia, creció como un caos urbano en un valle alargado a 1.600 metros de altura. Una de sus avenidas más largas es la 70, que cruza junto al campo de fútbol. No muy lejos de allí se encuentran los invernaderos tropicales, cafeteros construidos por la lógica popular con estructuras que se adaptan a la orografía. Esta arquitectura sin autor inspiró al equipo de Plan B para hacer junto a la avenida 70 los Colíseos para los Juegos Sudamericanos, un conglomerado de edificios cuyo interior se puede observar desde el exterior, desde la avenida 70. En la presentación, el complejo apareció como un oasis dentro de un desierto de desconcierto urbano.

Por último, la experiencia de Zoohaus en un pueblo del Caribe colombiano es impactante. El proyecto, llamado Inteligencias Colectivas Palomino, no es arquitectura al uso y no deja de ser arquitectura. Se basa en las necesidades locales para aplicar su propia tecnología. Hay desde redes atrapacocos, carritos de cocina móvil, gradas... Construcciones que están y pueden desaparecer. Ideas al servicio del hombre y de su hábitat. Nada que ver con Bilbao.

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