Botellas con historia

Patrimonio Descubrimiento histórico en un negocio de hostelería

En 1946, el dueño de la fábrica La Alianza (hoy mesón El Beato) y varios albañiles habilitaron una hornacina en la que guardaron unas notas que han aparecido ahora

Los escritos que aparecieron en una hornacina localizada en el local de la calle Beato Diego, junto a la botella en la que estaban conservados.
Los escritos que aparecieron en una hornacina localizada en el local de la calle Beato Diego, junto a la botella en la que estaban conservados.
Pablo-Manuel Durio / Cádiz

25 de octubre 2010 - 01:00

Tres mil años de historia en las calles y tres mil historias en los edificios. Cádiz es una ciudad singular, y conserva pequeños tesoros, casi imperceptibles para los gaditanos, casi desconocidos para la mayor parte de la población, en cualquier rincón. La última de estas joyas que deja la historia menor gaditana rinde culto en la esquina de Beato Diego con Doctor Zurita.

Allí, hace unos meses hicieron una reforma del local para abrir un nuevo negocio hostelero, el Mesón El Beato. Y durante las obras localizaron un hueco en la pared tapado con una fina capa de ladrillos. "Al hacer la obra se partió un ladrillo que cayó hacia dentro. Y antes de volver a taparlo decidí abrir el hueco entero, para ver exactamente qué era aquello", comenta David Benítez, propietario del negocio hostelero.

Y la sorpresa no pudo ser mayor cuando al golpear el hueco de la pared apareció una pequeña hornacina con una botella. La firma del envase de vidrio era de La Alianza, firma cuya fábrica estuvo en ese local de Beato Diego. Y en su interior aparecieron dos mensajes.

El primero de ellos es la hoja de un almanaque del mes de enero de 1946 en el que aparece el nombre del dueño del local en esos tiempos y el de todos los obreros que en su día trabajaron allí. Y en la trasera de ese calendario puede leerse con claridad la siguiente nota: "Si el día de mañana alguien encontrara la botella rece un Padre-nuestro en recuerdo y sufragios de los que ordenaron y ejecutaron esta obra. A.M.D.G. En la eternidad espero a Vdes.". Manuel Martínez de Salazar -que era el dueño de la fábrica de sifones La Alianza- es el que firma la nota el 2 de febrero de ese año 1946.

Pero además de ese almanaque en el que se pide una oración por los trabajadores de La Alianza, apareció otra nota que estaba rota en diversos trozos pero que ha podido ser recompuesta. En este caso, el mensaje no está tan claramente redactado, pero su reproducción es la siguiente: "Tú crees en este momento que siempre vas a ser rico y seguirás siendo un pobre diablo. En el 1946 esto era ser un sieso; en tu época no sé qué será ser un triste albañil".

Es decir, que parece que el objetivo de los albañiles que ese año trabajaron en el local era proclamar al mundo -un mundo sin fecha, sin siglo- las malas condiciones laborales o económicas que atravesaban entonces, como queriendo dejar constancia para la historia de que en 1946 un albañil era un sieso. O estaba hecho un sieso, que la expresión actualmente es bien diferente.

La historia del mensaje en la botella de La Alianza no acaba aquí, ya que David Benítez recuerda que a los pocos días de abrir entró en su negocio un hombre que decía ser el hijo del antiguo propietario del local, Manuel Martínez de Salazar. "Cuando me lo dijo, le comenté que le iba a dar una sorpresa. Y le conté lo que habíamos descubierto y le enseñé las notas", comenta Benítez. Al parecer, este hecho sorprendió a la familia del autor de la nota del almanaque de 1946, que se emocionó al conocer la historia.

Desde entonces, la hornacina abierta a conciencia en 1946 por un grupo de obreros y por el propietario del local es como un pequeño templo del Mesón El Beato. David Benítez cuenta que siempre hay una vela encendida en su interior, donde también se conserva la botella de La Alianza y los mensajes aparecidos.

Ahora, el empresario hostelero quiere reproducir tales notas y adecentar la hornacina, colocando también un elemento protector. Además, junto al pequeño tesoro localizado se quieren colocar varias fotos de la antigua fábrica y de sus trabajadores, que cederán la familia de Manuel Martínez de Salazar. Así se completará este minúsculo museo que esconde otro pequeño tesoro de la ciudad, fruto del devenir de tantos años de historia.

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