Cádiz y la Constitución de la República

Historias de Cádiz

En 1931 el Oratorio de San Felipe fue ofrecido a las Cortes para la redacción del nuevo texto constitucional l Destitución de Carranza y nombramiento de Emilio de Sola

Emilio de Sola toma posesión de la Alcaldía de Cádiz en 1931 / Archivo

El oratorio de San Felipe Neri fue ofrecido por el Ayuntamiento de Cádiz a las Cortes constituyentes para la redacción de la Constitución de la Segunda República, en 1931. La violencia política existente en ese año y el ofrecimiento de otras ciudades españolas para acoger los trabajos de la comisión constitucional hicieron inviable este proyecto.

La Segunda República había sido proclamada el 14 de abril de 1931. Dos días antes tuvieron lugar las elecciones municipales. Las derechas y partidos monárquicos resultaron ganadores en la mayoría de las poblaciones de España, pero la victoria de los candidatos republicanos en las principales ciudades hizo que el Rey Alfonso XIII emprendiera el camino del exilio.

En Cádiz el monárquico Ramón Carranza obtuvo un éxito arrollador, ganando en todos los colegios electorales y obteniendo todos los concejales en liza.

El lunes 13 de abril comenzaron a llegar noticias de Madrid informando que el Rey, descontento con el resultado de las elecciones, estaba dispuesto a partir hacia el exilio. El Gobierno estaba desconcertado y miles de ciudadanos pedían en la Puerta del Sol la proclamación de la República. En nuestra ciudad, cientos de ciudadanos acudieron a la plaza de San Antonio dando mueras al Rey y vivas a la República. Pero aún no había noticias definitivas. Emilio de Sola, un antiguo republicano, coleccionista de arte y domiciliado en la calle Adolfo de Castro, acudió a la redacción de Diario de Cádiz, en la calle Ceballos, acompañado de varios dirigentes obreros, para pedir noticias de Madrid. Los teletipos repetían que miles de madrileños estaban en la Puerta del Sol pero no había noticias de la abdicación de Alfonso XIII. Sola volvió a San Antonio para pedir a todos que al día siguiente acudieran en manifestación a la plaza de San Juan de Dios a la espera de noticias de Madrid.

El martes 14 de abril, una multitud acudió a San Juan de Dios para dar su apoyo a la República. Algunos sectores industriales de la población cerraron sus puertas a la espera de noticias. Pero éstas no llegaban. Algunos telegramas recibidos en las centrales obreras decían que el Rey había abdicado, pero la confirmación oficial no llegaba. A las ocho menos cuarto de la noche, varios dirigentes de los partidos republicanos de Cádiz acudieron al Gobierno Civil, entonces en el Palacio de la Aduana. El último gobernador de la Monarquía, Policiano Maestre, logró por fin hablar con el Ministerio de la Gobernación. Allí, el republicano Miguel Maura le comunicó oficialmente que el Rey había partido hacia en extranjero y que la República había sido proclamada. Maura ordenó la destitución de Maestre y que el presidente de la Audiencia se hiciera cargo del Gobierno Civil. Con respecto al Ayuntamiento, un grupo de destacados republicanos se harían cargo del mismo.

Ramón de Carranza, al conocer el cambio de Régimen, decidió marcharse a su domicilio para no hacer relevo con los republicanos. Antonio Millán, primer teniente de alcalde de Carranza sería el que hiciera entrega de la caja municipal a Emilio de Sola y otros dirigentes republicanos.

El nuevo alcalde pertenecía a los republicanos próximos a Alejandro Lerroux, de pensamiento moderado. Pero pronto se vio superado por la furia revolucionaria desatada desde los primeros momentos del nuevo Régimen. Ya antes de acceder al Ayuntamiento fue adelantado por un grupo extremista que penetró en las Casas Consistoriales destrozando todo lo que recordara a la Monarquía.

Emilio de Sola consiguió el traslado de los restos mortales de los diputados doceañistas a la cripta del Oratorio de San Felipe Neri, en una ceremonia que quiso fuera ejemplo de respeto y ciudadanía.

Tuvo también la idea, antes apuntada, de que la nueva Constitución fuera elaborada en San Felipe Neri, “para que el espíritu de libertad y democracia ” quedara plasmando en el nuevo texto legal. Para ello la Corporación Municipal aprobó tal petición y fueron varias las entidades ciudadanas las que se sumaron a la idea. El Gobierno provisional de la República, presidido por Niceto Alcalá Zamora, acogió bien la idea, pero tuvo que rechazarla de plano. En primer lugar porque otras ciudades, como San Sebastián, habían realizado un ofrecimiento similar al de Cádiz. Por otra parte, el Gobierno señaló a Emilio de Sola que la situación era muy grave y que los ministros y jefes los distintos grupos políticos debían permanecer en Madrid atentos a la gravedad de la situación.

En efecto, apenas unos días antes se habían producido en toda España los asaltos y quemas de iglesias y conventos. En Cádiz, por ejemplo, las turbas habían arrasado los conventos de Santo Domingo y de San Francisco. La Patrona y otras imágenes fueron quemadas y el convento de Santa María tuvo que ser defendido por los propios vecinos con palos y navajas.

Esta persecución religiosa estaría presente durante toda la República. El obispo de Cádiz, Marcial López Criado, ordenó a todos los sacerdotes de la diócesis que en las misas se pidiera para que la nueva Constitución respetara los derechos de la Iglesia y de los católicos. Sin embargo el nuevo texto constitucional republicano disolvió las ordenes religiosas en España y el Gobierno acordó la expulsión de los jesuitas del territorio nacional.

Emilio de Sola dejó la alcaldía de Cádiz para ser diputado en las Cortes constituyentes. Poco después fue nombrado gobernador civil de Navarra. Durante la Guerra Civil fue perseguido por los extremistas del Frente Popular. Murió en Madrid, olvidado por todos, en 1955.

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