De Cádiz a Madrid: la vida del pionero de los editores
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La Casa de Iberoamérica de Cádiz acoge la presentación del libro ‘Abelardo de Carlos, el editor ilustrado’, la biografía de un visionario que revolucionó el sector de la edición periodística en el siglo XIX
El gran editor español nacido en Cádiz
En septiembre de 2018 se reunieron en Madrid los descendientes del editor Abelardo de Carlos y Almansa (Cádiz, 1822-Madrid, 1884). Más de 300 personas coincidieron en aquel encuentro, un número más que lógico si se tiene en cuenta que De Carlos había sido padre de 18 hijos equitativamente repartidos entre sus dos matrimonios. En la multitudinaria cita se conocieron dos primos lejanos, tataranietos de Abelardo y descendientes cada uno de ellos de una esposa distinta: Alicia Moreno de Carlos y Luis de Carlos Bertrán. Ambos decidieron ese día escribir una biografía de su ilustre antepasado, un editor que en el siglo XIX supo leer con visionaria anticipación el futuro del periodismo, sector que revolucionó empresarial y profesionalmente. Abelardo de Carlos, el editor ilustrado es el título del libro que, editado por Almuzara, se presentó ayer en Cádiz en el día en que se cumplían 200 años de su nacimiento en la capital gaditana.
En el acto, que se celebró en un patio central de la Casa de Iberoamérica repleto de público, intervinieron los dos autores del libro además de Manuel Pimentel, editor de Almuzara, y José Joly Martínez de Salazar, presidente y editor del Grupo Joly. Todos los discursos lograron dibujar un ajustado y certero retrato de Abelardo de Carlos, un editor que residió en Cádiz sus primeros 46 años de vida antes de instalarse con su familia en Madrid, en el año del triunfo de la Revolución de 1868, para explotar definitivamente en la capital como editor después de los decisivos pasos dados en Cádiz al frente de la Imprenta de la Revista Médica y de La Moda Elegante Ilustrada, una publicación de gran éxito editada desde su ciudad natal.
Y es que ya en la capital de España fundó La Ilustración Española y Americana, una revista revolucionaria con la que cambiaría el concepto del periodismo español de la época prescindiendo de la prensa partidista y con la que transformó por tanto el concepto de periódico viajando del periodismo de opinión al periodismo de información. Además, empezó a incluir en sus publicaciones imágenes que acompañaran los textos: grabados, dibujos e ilustraciones que modificaron el aspecto y el alcance de la prensa escrita.
Bajo su dirección desde 1869 hasta 1881, La Ilustración Española y Americana, que se siguió editando hasta 1914, fue la publicación más influyente de la época, el periódico que contó una época como la Restauración y que puso las bases del futuro del periodismo con secciones dedicadas a las crónicas de sucesos, las necrológicas, los viajes reales, artículos, relatos, críticas de libros, arte y cultura, suplementos y hasta pasatiempos.
La colección completa de La Ilustración Española y Americana ocupa unos 70 tomos y varios metros de estantería en la casa de Alicia Moreno de Carlos. De hecho, fue ella quien en aquel encuentro de los descendientes del ilustre editor gaditano se encargó de leer una breve biografía del patriarca, en lo que fue el germen, una vez que su ‘nuevo’ primo Luis de Carlos se lo propuso, de este libro escrito a cuatro manos y que rescata la existencia de un gaditano tan desconocido para muchos y que tan brillante papel jugó en la convulsa España del siglo XIX.
Aquellas “primeras pinceladas” biográficas fueron convirtiéndose en trazos de mayor grosor a medida que Alicia y Luis indagaron en la vida y la obra de su antepasado. Ella marchó a Marsella a bucear en las raíces francesas de Abelardo, cuyo padre fue soldado de Napoléon y castellanizó su apellido cuando se instaló en Cádiz casándose con la gaditana Dolores Almansa. El pequeño Abelardo contaba con cinco años cuando su padre murió en una travesía y quedó huérfano, una circunstancia que también condicionó su vida al empezar a trabajar en una librería con apenas 12 años.
De la investigación gaditana se encargó Luis, que logró descubrir los distintos lugares y barrios en los que había vivido su tatarabuelo. Precisamente en su última residencia, en el número 7 de la Alameda Apodaca (hoy, calle Hermanas Carviá), se descubrió ayer una placa que recuerda el bicentenario de su nacimiento y el homenaje de sus descendientes. También pudo Luis de Carlos acercarse en Cádiz a la labor empresarial y editora de Abelardo, lo que hizo, como reconoció en su intervención de ayer, gracias a la ayuda de José Joly Martínez de Salazar y de José Antonio Hidalgo, director de Diario de Cádiz.
El fruto de este trabajo de cuatro años es la biografía editada por Almuzara y que viene a consolidar la figura de este hombre de carácter, vehemente y apasionado, que fue pionero en tantas iniciativas, que contó en sus publicaciones con los mejores escritores e ilustradores de la época y que fue el primero en enviar corresponsales a las guerras, un personaje clave del periodismo español al que se han acercado antes muchos historiadores e investigadores pero que cuenta ya con una biografía completa hecha, además, desde la exigencia y el cariño que emanan de la misma sangre, en un libro cuyo título ensalzó José Joly y que el propio Luis de Carlos reconoció que fue idea del periodista Juan Cruz, que firma el epílogo de la obra.
José Joly Martínez de Salazar, autor además del prólogo de esta biografía, glosó brevemente la figura y los logros de Abelardo de Carlos con tres consideraciones: la impronta que Cádiz tuvo en la construcción del personaje, con su carácter liberal e ilustrado tan en boga entonces en la capital gaditana; su salto a Madrid a los 46 años con las ideas claras y su proyecto ensayado ya con éxito en su ciudad natal y con un reconocimiento al legado y la aportación que De Carlos hizo con su trabajo a la historia del periodismo español y al concepto de empresa periodística.
Manuel Pimentel, como responsable de Almuzara, saludó la llegada de este homenaje en forma de biografía de un personaje tan entregado a su labor editora, agradeció la confianza puesta en su editorial para sacar adelante el proyecto y se detuvo en el detalle de algo más que una curiosa coincidencia: Abelardo de Carlos trabajó en la Imprenta de la Revista Médica con Federico Joly Velasco, fundador de Diario de Cádiz y con quien entabló una duradera amistad. Las coincidencias de la vida hicieron que ayer los tataranietos de estos dos patriarcas, Alicia Moreno de Carlos y Luis de Carlos por un lado y José Joly Martínez de Salazar por el otro, se sentaran en la misma mesa para escenificar de nuevo, más de 150 años después, aquella amistad de dos editores gaditanos capaces de anticipar el futuro de un oficio apasionante.
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