“Cádiz puede atraer al talento joven digital que quiere trabajar desde aquí”
María Ángeles Rodríguez de Trujillo | Consultora y mentora empresarial
Actual mentora de proyectos de Incubazul en la Zona Franca, esta experimentada gaditana apuesta por fomentar la economía azul y la provincia como espacio ideal para el teletrabajo
La obra de Incubazul
Cádiz/Nacida en Cádiz, María Ángeles Rodríguez de Trujillo Guijosa ha desarrollado casi toda su carrera profesional en Sevilla. Consultora y mentora empresarial, responsable de departamentos de recursos humanos y de sostenibilidad, esta gaditana llegó a ser directora de la Fundación Cruzcampo. Su amplia experiencia profesional y su dilatada carrera empresarial le permite ahora ejercer como profesional independiente. Con este rango, por ejemplo, es mentora de proyectos incluidos en el programa Incubazul de la Zona Franca de Cádiz.
–Destaca en su currículum su gestión de las personas y el talento. ¿Es eso lo fundamental en una empresa o debe primar lo económico? ¿Qué es lo básico?
–Creo que es tan básico como lo económico. Para generar valor económico hay que tener un talento cualificado, preparado, comprometido y motivado al propósito de la empresa. Creo que son dos cosas que van de la mano. Es difícil conseguir resultados económicos si no se tiene un equipo con la cualificación y la motivación necesaria, y ahí es donde están los equipos de recursos humanos.
–¿Y el talento cuesta dinero?
–Por supuesto que cuesta dinero. Lo que hay que hacer es gestionar el talento de la forma más eficiente posible, y que la gente dé lo mejor de sí mismo. Los empleados tienen que tener una retribución económica y una retribución emocional. Cada vez más, los empleados no sólo están en las empresas por conseguir una retribución económica, sobre todo la gente joven. También les interesa la retribución emocional de cómo es el proyecto.
–El trabajador tiene que tener una satisfacción laboral.
–Eso es lo que llamo la retribución emocional: es algo más que el dinero que gano. La gente joven cada vez se permite más elegir si no se cumplen expectativas de proyectos, de aprendizaje, de calidad de vida, de conciliación.
–A veces, recursos humanos despierta recelos porque contrata pero también despide.
–Claro. Hay un momento en que las expectativas de la empresa y del empleado no cuadran, y normalmente suele ser bidireccional. Cuando un empleado no tiene un rendimiento adecuado, normalmente hay unas expectativas por parte de la empresa que no se han cumplido y otras del empleado que tampoco se han cumplido. Hay momentos de desencuentro y hay que tomar decisiones difíciles.
–¿Y se sufre?
–Claro que se sufre; sí, sí. Nunca es agradable: ni para la empresa, ni para el empleado, ni para la persona de recursos humanos; hay que hacerlo siempre con respeto a la persona. Creo que, cada vez más, la humanidad en las empresas es más importante. Hay que darse cuenta de que estamos en un contexto de desarrollo económico, de tecnología, de teletrabajo, donde las personas están cada vez más en sus casas. Y para generar esa vinculación con la empresa, el corazón y el alma de la empresa tienen que ser todavía más fuertes. Antes, el corazón y el alma lo vivíamos en un edificio, en un despacho, en una oficina... Pero ahora es muy importante que haya elementos emocionales para que los empleados estén vinculados. Por eso la gestión del talento es más importante, para que la gente esté comprometida.
–¿Cómo fue su etapa como directora de la Fundación Cruzcampo?
–Una gran experiencia en lo personal y en lo profesional. Primero, me generó una vinculación con Cádiz maravillosa y aprendí mucho de carnaval a través del Premio Baluarte. Y, después, me conectó con la gente de Andalucía porque la fundación trabaja en tres ámbitos: impulso de la cultura, por lo que aprendí muchísimo también de flamenco con el premio Compás del Cante; impulso a la gastronomía y a la hostelería, y toda la parte de impulso a emprendedores y al talento joven.
–Imagino que el carnaval tiró mucho en aquel momento.
–Sí, sí. Ahí lo disfruté. Recuerdo el año del galardón a Juan Carlos Aragón. Y las actuaciones al finalizar la gala del premio: para mí, ese momento era de celebración.
–También es mentora en los proyectos de Incubazul de la Zona Franca de Cádiz.
–Incubazul es un proyecto que pretende impulsar a los emprendedores que están vinculados con la economía azul. Creo que ha encontrado una vertical de un valor enorme en Cádiz, que es la economía del mar, y convertir Cádiz en un polo de atracción y de impulso de proyectos de economía del mar me parece que es una iniciativa maravillosa. Primero, porque impulsas al talento de aquí en un sector fundamental para Cádiz; y, segundo, atraes al talento que está vinculado a la economía del mar. Es una semilla de futuro interesantísima.
–En este proyecto hay una conexión entre lo público y lo privado, una unión no siempre bien vista.
–Bueno, creo profundamente en la colaboración público-privada en todo lo que sea impulsar iniciativas sociales, en este caso de impulso del empleo y del desarrollo económico. Creo que lo público y lo social tienen que colaborar porque cada uno puede aportar cosas diferentes, y al final se generan sinergias entre unos y otros.
–¿Por dónde cree que pasa el futuro de Cádiz?
–Cádiz tiene algo maravilloso: tiene un sol, un mar, una luz, una configuración geográfica... Y eso es inigualable. En términos de turismo se está viendo que Cádiz está teniendo un despegue brutal, está siendo referente. Pero creo que no sólo se puede vivir del turismo, sino que hay que reforzar otros sectores. El de la economía del mar es fundamental. Después está todo el tema industrial, que tiene más dificultades. Pero creo que son los tres ámbitos que hay que impulsar en Cádiz. Y al ser una ciudad con una calidad de vida tan buena, como ciudad y te diría que como provincia creo que tiene que ser también un polo tractor de todo este talento que teletrabaja, que cada vez más el lugar físico no viene vinculado por el trabajo, sino por la experiencia que te ofrece, y Cádiz tiene ahí también una oportunidad de atraer al talento joven digital que quiere trabajar desde Cádiz.
–Pero se lamenta lo inverso, que el talento de Cádiz se tenga que ir.
–Pero también creo que hay mucho más talento de Cádiz que va a poder trabajar desde aquí. Tampoco es malo que el talento de Cádiz se vaya, aunque lo bueno es que se vaya y vuelva, porque eso al final es bien para Cádiz: que la gente se vaya, aprenda, descubra nuevos horizontes, otra forma de vivir, nuevas culturas... Al final, eso revierte cuando esas personas vuelven. Hay una gran tendencia en la gente a volver a sus raíces. No es que queramos que los jóvenes estén aquí, pegados a nuestras faldas... Lo bueno para Cádiz es que tengamos jóvenes que hablen idiomas, con un espíritu global, que aprendan, viajen, exploren y vuelvan.
–Tiene usted pasión por el yoga. ¿Tan necesario es desconectar?
–Hombre... Creo que estamos en un momento de la vida y de la sociedad en que cada vez es más importante. Por varias cosas: la hiperinformación, estamos saturados con los móviles todo el día conectados; el teletrabajo, el estrés, el contexto de tensión global por el clima, las guerras... Que la gente encuentre momentos de conexión interior se ha convertido en una necesidad para que podamos sobrevivir, que ya estamos viendo cómo están creciendo los problemas de salud mental. El yoga, la meditación, la conexión con la naturaleza se están convirtiendo en una necesidad, hay infinidad de proyectos de bienestar y salud emocional. Soy una apasionada del yoga, me formé como profesora, y me gusta organizar retiros, talleres, viajes... Y estoy con el proyecto Mil Indias, que fomenta la conexión interior a través del viaje al exterior, fundamentalmente a la India. Son viajes que se unen con experiencias de conocimiento interior.
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