Cuando en Cádiz se construía tan rápido como en Wuhan
El nacimiento del barrio de Guillén Moreno
En la década de los 70 la estructura de los bloques de Guillén Moreno se levantaron en menos de un mes
Una empresa madrileña utilizaba una patente francesa para acelerar las obras
Más allá de la tragedia provocada por la muerte de cientos de personas, el coronavirus ha llevado a todos los medios de comunicación del mundo la agilidad de las autoridades chinas a la obra de construir un hospital de grandes dimensiones para atender a los enfermos de este virus en la localidad de Wuhan.
El primero de los complejos, con elementos prefabricados, cientos de obreros y decenas de excavadoras trabajando día y noche, estuvo terminado en apenas dos semanas, todo para un millar de camas.
La rapidez en los trabajos se comparó rápidamente con la lentitud con la que se ejecutan en España diversos proyectos públicos, como el Hospital Regional de Cádiz, planteado hace más de una década y del que aún no se ha puesto ni la primera piedra.
Sin embargo, hubo una vez en la que en Cádiz también se construía con rapidez, con plazos que hoy nos parecen imposibles de cumplir.
Pasó como la promoción de viviendas sociales que se construyeron a principios de la década de los años 70, junto a la vía del tren, entonces no soterrado, y que acabó conformando el barrio de Guillén Moreno.
La revista Actualidad Española, una de las publicaciones gráficas más importantes del país, editó en octubre de 1970 un número especial dedicado a los tres mil años de Cádiz. Entre numerosos reportajes, se dedicaba uno al nacimiento del nuevo barrio y a la peculiar forma de construcción del mismo.
"Edificio de doce plantas levantado en veinte días", titula la revista el reportaje que especifica que, al contrario de lo utilizado en el hospital de Wuhan, "no se trata del prefabricado, que resulta monotono. En la serie industrializada a que nos referimos, la imagen del arquitecto tiene su campo de acción, con un simple cambio de los elementos prefabricados que cubren fachadas, prestando así una armoniosa variedad de colores y luces, que alegran la cara vista de las viviendas".
Utilizando la patente francesa Sectra, la empresa constructora madrileña Helma, que años más tarde se asoció con una constructora holandesa, se procedía a la cimentación por pilotaje para después instalar la estructura Sectra, donde ya estaban empotrados los marcos de las puertas y ventanas y las instalacioens eléctricas. "Cada una de las partes en los mismos tiempos, que cuadran con la medida exacta de un martinete". Todo ello, listo en veinte días, según constataba la Actualidad Española.
"Es espectacular cómo en un solo día se cierra la fachada de un edificio de doce plantas, con las ventanas, cristales, persianas, rollo de persianas y contrapersianas. Ello permite un racionalización del trabajo, que abarata enormemente los costos, sin que ello vaya en detrimento de la calidad".
La rapidez en la construcción de estas viviendas públicas contrasta, en la historia de Cádiz del último siglo, con la lentitud con la que se fueron levantando las promociones sociales tan necesarias tras la tragedia de la explosión de 1947, que dejó a muchas familias sin hogar en una ciudad que ya sufría un importante déficit de viviendas para familias sin apenas recursos. Se tardaba tanto que incluso el alcalde José León de Carranza llegó a quejarse con dureza ante el Ministerio de la Vivienda, algo nada habitual en pleno franquismo.
Estas viviendas de Guillén Moreno, barrio que mejoró su accesibilidad tras el soterramiento de la vía férrea, forma parte de Procasa, que ha realizado importantes inversiones en su mantenimiento.
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