Cádiz se mira al espejo

Plan Estratégico de Servicios Sociales 2019-2022

Recorrido por los testimonios que acompañan al duro diagnóstico de la ciudad realizado por Servicios Sociales

Varios indigentes ocupan los arcos de las bóvedas de Santa Elena.
Varios indigentes bajo las bóvedas de Santa Elena / Jesús Marín

A Cádiz le han pintado los colores. Y en esta ocasión no ha sido nadie de fuera, que haya hecho un comentario despectivo hacia la ciudad, ni ningún informe objetivo basado en datos puros y duros. En este caso ha sido, en buena medida, por los propios gaditanos. De algún modo, la ciudad se ha mirado al espejo; y la imagen proyectada ha caído como un jarro de agua fría. No por inesperada o sorprendente, pero sí por la contundencia con la que se ve reflejada. Oír que Cádiz está envejecida, que es excesivamente dependiente de los Servicios Sociales, que no hay emprendimiento, que la Educación no está valorada o que está demasiado ocupada y preocupada en su Carnaval son graves definiciones que están además apoyadas o sustentadas en la visión del propio gaditano (aquellos que han participado en las entrevistas y reuniones de debate celebradas para elaborar el Plan Estratégico de Servicios Sociales 2019–2022). Ellos han dado las pinceladas de ese retrato del Cádiz actual.

El punto de partida, en el que coinciden muchas voces, es el deterioro de la ciudad en los últimos años. “Nosotros teníamos en los primeros años un perfil de población muy excluida. Y en la época de crisis se ha sumado un perfil nuevo de familias normalizadas, de familias con carencia de recursos económicos, que han perdido sus trabajos, que han cerrado sus negocios, que han perdido sus viviendas, sus hipotecas... Esas familias se han sumado a Asuntos Sociales. Yo lo veo normal si hay un momento de crisis, pero mi preocupación es que se han sumado al sistema pero no se descuelga nadie”, refleja un técnico de Asuntos Sociales, que coincide con este otro: “El problema desde Asuntos Sociales empezó justo en 2008 con el estallido de la crisis. Nosotros atendíamos a gente normalmente con unas condiciones normales de atención al público y a partir del estallido de la crisis en 2008 se duplicó todo, la gente empezó a pasarlo muy mal, porque la gente, la clase obrera que hacían trabajo de albañilería, de chapú, que trabajaban en la obra, dejó de trabajar (…). La clase media o bien se ha ido de la ciudad o dispone de recursos familiares ser atendidas sus necesidades básicas, aunque esté mal, pero la clase obrera-baja no tienen atendidas sus necesidades, ni las va a tener, con lo que eso aumenta, aumenta el problema y sigue aumentando y va a seguir aumentando”. “De unos años acá, el centro de Cádiz se ha ido deteriorando y ha ido desmejorándose, yo creo que al mismo tiempo que han aumentado nuestros usuarios”, afirma un tercer profesional de Asuntos Sociales.

En el informe elaborado por esta delegación municipal con objetivo de dibujar el mapa actual de la ciudad, se recogen afirmaciones realizadas en esas entrevistas y reuniones que reflejan cada uno de los puntos que definen Cádiz.

Ciudad despoblada

Una característica de la ciudad es, por ejemplo, su progresiva despoblación. Pero “la gente que se va no son nuestros usuarios, que cada vez tenemos más, la gente que se va es la que tiene opciones”, alerta al respecto un técnico. “La gente subsiste por ejemplo con el consumo de drogas, con la venta de droga, con el trapicheo, con las ayudas sociales, porque realmente no hay una alternativa por ejemplo de trabajo. La gente además no se quiere quitar de enmedio, no quiere irse fuera, no quiere trabajar fuera; aquí se vive muy bien, con buen clima”, añade un informante externo a Servicios Sociales al respecto.

Ciudad con la educación deslegitimada

Cádiz se caracteriza también por la deslegitimación de la educación –para qué estudiar, si no sirve de nada–. Y eso queda perfectamente reflejado en esta conversación entre tres usuarios de Asuntos Sociales:

Todos los jóvenes se tienen que ir, tengan estudios o no. Se hartan de estudiar las criaturas porque quieren un dinero, después se sacrifica la familia y es para nada. Las criaturas que no tienen estudios exactamente igual.

–No les sirve de nada estudiar.

Para nada, para nada. Los estudios como si no los tuviesen, los tiran a la basura. Punto pelota.

Ciudad asistencialista

Cádiz es una ciudad asistencialista; las ayudas se han convertido en parte fundamental del día a día de la ciudad. “Tenemos un rosario de prestaciones que no lo tiene ningún ayuntamiento y gastamos un presupuesto que desde luego en Andalucía no lo gasta nadie en ayudas de emergencia. Si se trabajara en políticas de empleo quizás cambiaría nuestro sistema”, dice un informante de la delegación. “En Cádiz hay turismo de ayudas, en Cádiz se viene mucha gente de San Fernando, porque saben que aquí dan el préstamo porque está en la web. Porque en Cádiz no te cortan la luz ni te cortan el agua, los usuarios te vienen con el guión aprendido”, expone un técnico.

Ciudad con un empoderamiento negativo

Este asistencialismo, a su vez, lleva a lo que se ha denominado empoderamiento negativo de la población (sólo se exige a la administración ayudas, sin asumir ninguna corresponsabilidad). “Antes se veía que las madres querían que los hijos fueran alguien y ahora te conformas con que tu hijo se pueda buscar la vida. Esa sensación es muy chunga”, afirma un informante externo a Servicios Sociales. “Yo lo que veo que los gaditanos tienen como la inercia de que todo se les dé hecho, ¿no? “A mí que me den la paga”, “a mí que me den la subvención”... Tenemos pacientes que son recursómanos, o sea, van de recurso tras recurso, y se conforman con eso, no aspiran a nada más. Es como la sociedad de la subvención”, señala otro.

Ciudad conformista, costumbrista y ocupada en eventos lúdicos

Una ciudad asistencialista, que reclama la intervención administrativa y que además es conformista, costumbrista y excesivamente ocupada en eventos lúdicos. Esta pincelada de Cádiz se refleja en esta conversación transcrita entre dos usuarias de Servicios Sociales:

–Usuaria 1: “El gaditano es que nos conformamos con todo, nada más que queremos carnavales en lugar de salir todos para luchar”.

–Usuaria 2: “Tienes razón, se matan por el Carnaval y por otras cosas no”.

–Usuaria 1: “Para comer no nos falta, porque visto está que estamos alimentados y tienes donde dormir, pero la verdad es que tú no puedes trabajar y entonces tienes que ir a pedir ayuda a ustedes en este caso”.

No menos significativa al respecto es este diálogo entre dos informantes externos:

–Informante 1: “A mí lo que más me preocupa de todo esto es la actitud de la gente ante esta situación. Pasividad total, no hacen nada por integrarse, por evolucionar, por buscar alternativas nuevas, sino “esto es lo que nos ha tocado y aquí estamos”, sigue habiendo un absentismo escolar grande, gente que termina los estudios a una edad muy precoz, no tienen nada, no son competitivos en el mercado laboral porque no tienen nada. Dificultades incluso a la hora de leer y escribir, es que son gente que no tiene expectativas”.

–Informante 2: “Y la apatía por querer tenerla me preocupa a mí más, a fin de cuentas le podemos buscar una justificación a eso, a que vienen de circunstancias, a esa falta de implicación en su día a día”.

–Informante 1: “Es que son incapaces de decir pues me voy fuera, voy a intentar estudiar, voy a intentar formarme”.

–Informante 2: “Voy a intentar aprovechar este tiempo que no tengo otra cosa que hacer para ver por dónde tiro”.

–Informante 2: “Me parece que va in crescendo esa sensación de apatía y conformismo; muy, muy, pero que muy preocupante que se conforman con muy poco. Eso me preocupa mucho en la juventud, esa sensación de que con poca cosa dada, con que me den y me paguen la luz y me paguen el agua, la casa, con cubrir las necesidades básicas, está el tema resuelto”.

Ciudad heterónoma

Otro problema del Cádiz dibujado en el informe de Servicios Sociales es el de la heteronomía (todo es culpa de terceros). “Aquí el que ha fallado no es el Ayuntamiento, es el Estado y sobre todo la Unión Europea, que dejen de pelearse entre ellos y que miren para los que estamos aquí, en darle algo, que yo vea que quieren ayudarte”, dice una usuaria. “La culpa es del gobierno central. Si España quisiera traerían a los astilleros un barco, aquí se hace una parte del barco y en otro sitio otra. El señor presidente de dónde es, gallego, y mira por su tierra (el debate se realizó con Mariano Rajoy en el Gobierno). Ese es el problema más grande que tenemos, el Gobierno central no se preocupa por mirar para Cádiz ni nada”, añade otra usuaria.

Ciudad que busca chivos expiatorios en la inmigración

Y cierta relación con esta heteronomía guarda la búsqueda de un chivo expiatorio como culpable de la situación de la ciudad, otra identidad de Cádiz. Hasta tal punto, que los técnicos alertan de un señalamiento de los inmigrantes chinos como ejercientes de una competencia desleal contra el comercio autóctono. Así hablaban sobre este asunto tres usuarias de Servicios Sociales:

–Usuaria 1: “Los recursos son limitados para nosotros porque, por ejemplo, a los que son moros y esta gente es que les pagan to por tos laos, y tú que eres de aquí y vas con un recibo te echan para atrás”.

–Usuaria 2: “Ahí, ahí, ahí”.

–Usuaria 3: “Es verdad”.

–Usuaria 2: “Eso yo no lo veo normal”.

O estas tres usuarias que también dialogaban al respecto:

–Usuaria 1: “Yo lo que digo es que todos moros o todos cristianos”.

–Usuaria 2: “Sí, sí. Y cada cinco años van cambiando de nombre para no pagar, pasa al hijo, pasa al cuñado...”.

–Usuaria 1: “Ojalá lo que no pagan ellos no lo pagáramos nosotros”.

–Usuaria 2: “Por todos lados”.

–Usuaria 1: “Los chinos en todos lados igual”. (barullo, risas, carcajadas).

–Usuaria 2: “Ya no son las tiendas de veinte duros, es que están cogiendo muchos otros negocios, supermercados, teléfonos...”.

–Usuaria 3: “Tiendas de ropa, peluquerías... Una tienda que ahora la han cambiado de nombre, cerró hace un mes, ya no es Pepe, ya es Juan, ¿y qué? Ahora otros cinco años sin pagar, y nosotros a pagar desde un principio”.

Y no sólo las usuarias de la delegación hablan sobre esta cuestión, también hay profesionales que se pronuncian en este sentido: “Creo yo que cuando abrían un chino, los primeros años, los primeros meses no pagaban impuestos, no me acuerdo, eso creo yo que lo he escuchado; pues algo así para toda la ciudad, por qué vas a facilitar a alguien de fuera que venga, facilita el empleo dentro, a los gaditanos”, afirma un técnico de Servicios Sociales.

Ciudad de la picaresca

Esta situación tan alarmante se combate –refleja el diagnóstico del plan estratégico– con la familia. “¿Cómo viven las familias? Viven primero de los subsidios que reciben de las distintas administraciones públicas. Luego viven de los recursos propios que han sido capaces de ahorrar pero no ellos mismos, sino ellos y su familia. La gente ha ido viviendo de todo eso, de la pensión del abuelo, de la prestación del yo no sé quién...”, afirma un técnico de Servicios Sociales. Y junto a ello, con el recurso de la picaresca, que también define a esta ciudad. De ello, precisamente, hablan en la siguiente conversación tres usuarias:

–Usuaria 1: “En Cádiz yo sé que hay familias que se empadronan en casa de uno, en casa del otro, y la mujer cobra mil euros, él cobra...”

–Usuaria 2: “O también trabajando sin papeles”.

–Usuaria 1: “Pero lo que más predomina es eso, yo gano mil y pico y me empadrono en casa de mi madre y tú te empadronas sola, entonces recibes tú la ayuda y aparte me cobro yo mis mil, dos mil euros... Hay gente que abusa de todo, que no valen como personas”.

–Usuaria 3: “Gente que pide la ayuda y se va quedando el dinero. Cobran la ayuda, después se van a otro lado y hacen otro chanchullo...”.

–Usuaria 1: “Ahí está el dinero que se pierde, porque te pones a mirar y hay 20.000 casos de esos”.

Reflejan todas estas manifestaciones y conversaciones que lo plasmado en ese demoledor diagnóstico es perfectamente descrito por los propios profesionales de Servicios Sociales, por los usuarios de la delegación y por otros agentes sociales de la ciudad. “Yo lo que tengo es una sensación bastante pesimista de la realidad. Y siempre se te queda esa idea de que esto no es verdad, de que lo que percibimos cada día no es del todo verdad y eso me preocupa, que tengamos esa sensación; en el sentido de que esa imagen de absoluta pobreza, de absoluta necesidad, cuando tú lo trasladas a los números, a la realidad, algo no cuadra. A mí lo que me preocupa es el descuadre de la percepción con la observación”, afirma uno de los participantes en este crudo diagnóstico de la ciudad. Así está Cádiz, y así la ven los propios gaditanos.

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