El cuidado de los más vulnerables durante la pandemia
Cádiz| Residencias de mayores
Las residencias de ancianos de Cádiz han modificado su forma de trabajar, extremando las medidas de higiene e incluso reestructurando sus espacios
La vuelta a la normalidad para ellas va a ser lenta y con mucha cautela
Cádiz/Las residencias de mayores han sido, y siguen siendo, lugares críticos en la pandemia de covid–19 que estamos viviendo, debido a que sus residentes son especialmente vulnerables. Por eso, muchas de ellas se blindaron incluso antes de decretarse el estado de alarma y, en el caso de las que se encuentran en la capital gaditana, eso ha evitado que el virus haya hecho estragos en ellas.
Hemos hablado con algunas de las residencias de ancianos que hay en Cádiz: Fragela, Matía Calvo (de la Diputación Provincial), la Residencia Geriátrica Gades (que cuenta con dos centros en la ciudad), Domus Vi Micaela Aramburu y la Residencia de Mayores San Juan de Dios (de la Fundación Gerón). El virus sólo ha traspasado las puertas de esta última, donde hay que lamentar el fallecimiento de una residente y el contagio de otros cinco mayores, además de tres trabajadores.
Los directores de estos centros reconocen que los últimos meses han sido muy duros. "En los 25 años que llevo trabajando, jamás he vivido un periodo de tanto estrés asistencial y psicológico", afirma Jesús Vallejo, enfermero de profesión que lleva tres años al frente de la Residencia Matía Calvo. Para él, lo peor ha sido "la incertidumbre en cuanto al conocimiento de esta pandemia, y también ante el suministro de material de prevención", especialmente al principio. Comenta que en las primeras semanas, tuvieron que agudizar la imaginación para que no les faltara material de protección. Y agradece el esfuerzo que ha hecho la Diputación Provincial a nivel económico y administrativo para que no faltara personal esencial para la asistencia de las personas mayores y para conseguir material de protección: "No nos han negado nada de lo que hemos pedido. Hemos tenido dificultades logísticas, como todo el mundo, pero tanto el diputado como la dirección del Área han estado disponibles en todo momento para las necesidades de este centro y el que Diputación tiene en El Puerto de Santa María".
Jesús Vallejo señala que aunque el trabajo de estos meses ha sido muy duro, también "muy reconfortante" porque ha visto la implicación de los profesionales "como jamás había visto"; para él se han convertido en "pequeños héroes, porque han estado disponibles las 24 horas".
Los directores del resto de residencias también destacan la implicación de los empleados, que en muchos casos han tenido que reestructurar los turnos de trabajo para que haya menos trasiego de personas y minimizar así el riesgo de contagio. "Ellos se han cuidado para cuidar", comenta orgulloso Juan Ramón Benítez Ucero, director de San Juan de Dios, quien hace referencia al "miedo, incertidumbre y angustia" que han pasado "ante el enemigo invisible". Palabras similares pronuncia Victoria Varela, directora de la Residencia Geriátrica Gades. Ella quiere destacar que en esta pandemia las residencias de mayores "somos los que más responsabilidad y más trabajo hemos tenido y seguimos teniendo". Es más, asegura que "estamos teniendo más trabajo, más responsabilidad y más miedo que nunca".
Pero los directores de estos centros tienen también la tranquilidad de que desde que comenzó a extenderse la covid–19, "está todo protocolizado. Claro que puede entrar el virus, pero si hay algo que está desinfectado, limpio y donde se cumplen las medidas de prevención son las residencias de mayores". Y es que en todas las de Cádiz, miembros del Ejército o los Bomberos han ido cada semana a desinfectar las instalaciones.
Las residencias de mayores de Cádiz han seguido las directrices marcadas por la Junta de Andalucía desde el inicio de la pandemia y están pendientes de cualquier cambio que tengan que hacer. Así, cada uno de estos centros ha creado un plan de contingencia para tener capacidad de reacción ante la aparición de algún caso de coronavirus, según las indicaciones dadas por la administración autonómica, pero afortunadamente en la gran mayoría no han tenido que ponerlo en marcha.
También han tenido que hacer una reestructuración de todos sus espacios: han tenido que sectorizar las dependencias y crear unidades de aislamiento y otra de contactos estrechos (para las personas que no tienen la enfermedad pero han estado en contacto con algún caso positivo).
En el caso de Fragela, su director, Pablo Otero, cuenta que durante el estado de alarma, redistribuyeron a los residentes por plantas, dejando en la primera a las personas que necesitan más asistencia y al personal que las atiende, y aplicaron protocolos en todos los departamentos, que aún continúan en marcha.
En Matía Calvo sectorizaron toda la residencia de forma que desaparecieron las zonas comunes para dividirlas en cuatro espacios diferenciados, destinados a los residentes de cada una de las cuatro plantas del centro. Lo mismo hicieron con el jardín y el comedor. El objetivo era que si alguna persona se contagiaba, fuera más fácil detectar a los contactos estrechos. "Toda esta situación ha motivado un cambio físico del centro que viene para quedarse", expresa Jesús Vallejo.
En el caso de la Residencia Domus Vi Micaela Aramburu, "la operativa del centro cambió desde que comenzó la pandemia, y el día a día de antes de esta situación no tiene nada que ver con el de ahora", manifiesta su directora, Lucía García.
En todas las residencias de Cádiz con las que hemos hablado afirman que han llevado bien el confinamiento. Algunas de ellas tienen patios o jardines que han contribuido a dar menor sensación de encierro. La directora de Gades resalta que en su residencia estos meses han dado "muchos mimos" a los mayores, elaborando repostería casera, haciendo numerosas actividades y teniendo muchos ratos de ocio.
Jesús Vallejo llama la atención sobre la "serenidad y entereza" de los mayores de su residencia: "En los momentos peores, eran ellos los que nos daban ánimos y tranquilidad. Nos veían que no parábamos de trabajar y nos decían que sabían que estaban en buenas manos".
En las cinco residencias subrayan el contacto continuo que han tenido los residentes con sus familiares a través de llamadas telefónicas o videoconferencias. En Micaela Aramburu, tienen además un blog en el que se publica información sobre el centro y en los días de confinamiento, ha servido para que las familias conocieran cómo estaba la situación en cada momento. "Los familiares están muy agradecidos y nos han mandado muchos mensajes de ánimo", también a través del correo electrónico, según afirma Lucía García, quien señala que la situación que han vivido ha servido para unir más a los trabajadores con los residentes y con las familias. "Estas son las tres patas del centro y juntas formamos un equipo. Si antes éramos una piña, ahora más", asegura.
Vuelta a la normalidad con cautela
Con el final del estado de alarma, las residencias de ancianos están volviendo poco a poco a la normalidad, pero con mucha cautela. Son conscientes de que el virus sigue ahí y no quieren que entre en los centros, ya que puede ser letal para sus residentes. Por eso, aunque –de acuerdo con la normativa de la Junta de Andalucía– los mayores están recibiendo las visitas de sus familiares, se está siguiendo un protocolo muy estricto.
En todas las residencias, las visitas son con cita previa y en su mayoría sólo se permite entrar a un familiar por cada residente, preferiblemente siempre el mismo, y deben mantener la distancia de seguridad. Se han creado espacios específicos para las visitas o se han adaptado los que ya había. En el caso de Fragela, inicialmente se adaptó una sala con habitáculos, pero desde que comenzó el mes de julio, las visitas se están haciendo en el patio. Antes de entrar, los familiares deben lavarse las manos y después de cada visita se desinfecta la zona. En los centros que permiten llevar a los mayores objetos, estos pasan también un proceso de desinfección antes de entregarse al residente. En Micaela Aramburu, por ejemplo, los familiares tienen que firmar antes de entrar una declaración en la que garantizan que no han estado en contacto con casos positivos de covid–19, se les toma la temperatura y se les pasa un cuestionario sobre su salud, que también tienen que firmar.
Algunas de estas residencias tienen Centros de Día, como Micaela Aramburu, que todavía no tiene previsto abrir el suyo. Fragela, sin embargo, ya lo ha hecho, pero con muchas medidas de precaución: las personas que acuden a él sólo pueden acceder a una zona adaptada y no pueden tener contacto con los residentes. Además, antes de incorporarse el primer día, se les hizo un test y cada jornada se les toma la temperatura. El personal que atiende a estos mayores, si tiene que seguir trabajando después en la residencia, se ducha y se cambia de uniforme antes de atender a los residentes.
En cuanto a las salidas a la calle, todas las residencias están teniendo mucha cautela. Algunas sólo permiten salir a los mayores en casos necesarios y muy concretos; otras, como Gades, permiten dar paseos de una hora por la mañana y otra por la tarde, "para que tomen el aire, pero por zonas donde no haya muchas personas para evitar el riesgo de contagio", apunta la directora. En San Juan de Dios, también están realizando salidas y paseos de manera controlada.
El director de Fragela opina que hay que ir "pasito a paso, avanzando despacito y con cautela. Preferimos ir lento que correr para tener que volver atrás. Las familias lo han entendido perfectamente".
Aun así, todas aseguran que están preparadas "para lo que pueda venir, con ganas y energía, y sin perder la sonrisa. Estamos trabajando duro para que las personas mayores y sus familias se sientan seguras y estén tranquilas", resume Lucía García.
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