Lo que fue el Cádiz del siglo XX y lo que quedó por el camino. La historia urbana de la ciudad
Juan Jiménez Mata y María Pilar Ruiz cierran su trilogía sobre la historia urbana de la ciudad con un libro que traza cien años caóticos de desarrollo en Puerta Tierra
Pocas ciudades hay donde su devenir histórico haya estado tan relacionado con sus cambios urbanos como Cádiz. Su escaso suelo, la lucha por la expansión por extramuros, la fortaleza de los comerciantes y el uso de sus viviendas como oficinas y almacenes para sus negocios. La propia vida callejera de los gaditanos. Todo ha marcado esta relación tan estrecha.
Es por ello por lo que era indispensable contar con una obra que recopilase todo el proceso de construcción de la ciudad. Ya existe. Se llama ‘Historia urbana de Cádiz’. Su tercer tomo sale ahora a la venta completando la que es una auténtica enciclopedia de nuestro urbanismo. Y de nuestra realidad.
María Pilar Ruiz Nieto-Guerrero y Juan Jiménez Mata firman la obra que les ha supuesto más de cinco años de trabajo, además del conocimiento que habían ido acumulando a lo largo de sus carreras. Un proyecto que nació como ampliación de la tesis escrita por Ruiz Nieto-Guerrero y que ahora se cierra con un detenido estudio sobre el siglo XX.
Tras la expansión de la ciudad medieval, su época de crecimiento en el XVIII y su modernización arquitectónica en el XIX, centrado casi en su totalidad en intramuros, toca ahora la gran expansión por unos extramuros que durante décadas habían sido el sueño de los gaditanos, siempre chocando con los intereses militares que coartaron este crecimiento.
El derribo de la muralla iniciado en 1906, con el voto contrario de grupos de ciudadanos, políticos y militares que destacaban el valor histórico de estas construcciones, se sustentó inicialmente en la necesidad de reducir el paro obrero de la ciudad, pues no había un plan para su reurbanización. Así, incluso se llegó a plantear construir en parte de este suelo la nueva sede de Correos, como relata el libro.
En todo caso todo el proceso fue lento, hasta el punto que hasta la II República no comenzaron a derribarse los glacis. Antes, el Ayuntamiento había encargado al ingeniero Ignacio Beyens un plano, "más bien un plan" dice Jiménez Mata, de urbanización de todo extramuros, (que después se ampliaría con alineación de calles y manzanas) como forma de presionar al Ramo de Guerra (el entonces ministerio de Defensa) para permitir agilizar el desarrollo de esta zona. En estos planos se pueden ver el hipódromo y el velódromo (ubicado en la hoy barriada España).
Junto a estas trabas, destaca el arquitecto gaditano que otro problema que se alargó en el tiempo era saber de quién era el suelo. "La propiedad no estaba clara en muchos casos, hasta el punto que muchos trasladaron al Ayuntamiento sus derechos sobre el mismo". Con todo, Juan Jiménez Mata resalta que durante décadas el desarrollo de la construcción en Puerta Tierra "se transformará en negocios en muchos casos especulativos", que destrozarán muchos barrios y que tuvo tres grandes ejemplos: el Paseo Marítimo, La Laguna y, sobre todo, la Segunda Aguada, ésta ya el filo de la llegada de los ayuntamientos democráticos en 1979.
Frente a este cariz especulativo, a principios de siglo "se plantearon las casas baratas", con un carácter social evidente que, sin embargo apenas tuvo desarrollo en un Cádiz tan necesitado de estas viviendas. El libro refleja numerosos proyectos nunca ejecutados y el que sí se realizó en el primer tramo de la Avenida que, tras ser comprado por la iniciativa privada, se transformó en pequeños chalés popularmente conocidas como "las arrepentidas". Aquí cita a la Cooperativa Ciudad Jardín, cuyor planes fueron ignorados por el Ayuntamiento.
2En 1929 el alcalde Ramón de Carranza organiza un concurso nacional para urbanizar parte de extramuros, y en especial la urbanización de los glacis. Planteaba el derribo de los cuarteles de San Roque y Santa Elena, para viviendas de primer orden, situando las casas económicas y baratas en zonas alejadas". El concurso lo ganará la empresa catalana Construcciones Inmobiliarias S.A. El incumplimiento de lo conveniado provocará la anulación del contrato.
Una actuación puntual en esta urbanización, según destaca Jiménez Mata, será el interés de Carranza por crear en la playa del Sur una zona de ocio de lujo donde el referente sería la construcción de un casino, junto a un balneario (con el tiempo, el hoy Hotel Playa VictoriaA) y una pisicina. El Ayuntamiento de la República paralizará esta operación al considerar como “una inmoralidad” contar con un casino de juego en la ciudad.
Este tercer tomo sobre la Historia Urbana de Cádiz refleja también los numerosos proyectos de relleno que se fueron planteando en la ciudad, como forma de crecer ante su reducido espacio.
La investigación de Ruiz Nieto-Guerrero y Jiménez Mata descubre una propuesta "disparatada, como apoteosis de tantos intentos proyectados y apenas realizados", refiriéndose al propuesto en 1921 por Gorgonio Uriarte.
Era una gran cuadrícula al modo del ensanche de Barcelona con la que se cuadruplicaba la superficie de la ciudad. La Caleta se ampliaba acercándose al faro de San Sebastián para ubicar un gran parque mientras que el relleno llegaría hasta la altura de Vistahermosa.
Sí se inició, tras la caída de la República, la urbanización de los glacis, de lo que se hace cargo Ribera y Cía. Como en otras actuaciones, la promotora se concentró en la urbanización de Bahía Blanca, que generaba importantes ingresos, mientras retrasó la operación en Santa María del Mar, donde debía ejecutar obras complicadas al ser una zona muy desprotegida por los temporales marinos. El propio Ayuntamiento, tras un cambio de titular, asumirá lo gravoso que era para la ciudad el contrato con esta constructora. Ya en 1950 el entonces alcalde José León de Carranza afirmaba: "Era deprimente que el ansia de Cádiz de liberarse de la prisión de los glacis no se hubiera obtenido, al quedar dicha zona en manos extrañas".
Esta operación se ejecutó parcialmente a la vez que se actuaba sobre la Puerta de Tierra. Los autores del trabajo inciden especialmente en esta operación, por su calado y por la polémica que suscitó en su momento: demolición de todo el frente amurallado de lo que solo se salvó el torreón y la posterior construcción de los dos arcos, rechazados entonces por la Academia de Bellas Artes.
El lujoso relato de los dos investigadores, con 400 páginas, se completa con decenas de imágenes antiguas de la ciudad y, sobre todo, con decenas y decenas de planos y dibujos de proyectos que en su gran mayoría salen por primera vez a la luz, como el proyecto de un ‘stadium’ que en el Campo de las Balas pretendía construir el millonario gaditano Elías Ahúja y que finalmente haga convirtiéndose en el campo del Mirandilla, a pie de la plaza de toros, también en extramuros.
El relato termina en 1981, con la llegada de nuevas normas urbanísticas que permitieron la redacción de los planes de ordenación urbana de la democracia. Aquí Jiménez Mata da un paso atrás y deja esta parte de la historia de nuestra ciudad para futuros investigadores. Éstos contarán el papel relevante que este arquitecto tuvo en el nuevo PGOU que paró la destrucción del casco antiguo y ayudó a revitalizar la ciudad tras un duro siglo XX.
El apoyo del Colegio de Arquitectos
Culminado el proyecto de redacción de la Historia Urbana de Cádiz, sus autores han contado desde el primer momento con el apoyo del Colegio de Arquitectos, que siempre tuvo claro que debían jugar el papel de editores de una obra que es ya esencial para el estudio del urbanismo gaditano de los últimos siglo; una obra, además, única pues son escasas las ciudades que cuentan con un trabajo similar al realizado por Juan Jiménez Mata y María Pilar Ruiz.
La decana del Colegio de Arquitectos, Isabel Suraña, afirma respecto a esta obra: "Una ciudad tan singular, en lo urbano y en lo arquitectónico, que tanta admiración suscita entre sus visitantes y en los arquitectos que trabajan sobre ella, bien merecía este esfuerzo. Una obra enciclopédica que, tras cinco años de trabajo riguroso, va a permitir legar a la ciudad una valiosísima herramienta de conocimiento e investigación urbana2.
El fracaso especulativo de los planes de ordenación urbana
La explosión de agosto de 1947 puede considerarse como el principio de la urbanización en profundidad de Puerta Tierra y, también, el inicio del incumplimiento de los distintos planes de ordenación urbana que desde entonces se elaboraron.
Destaca Juan Jiménez Mata que desde el principio los distintos gobiernos municipales, hasta la llegada de la democracia de 1979, incumplieron sistemáticamente estos documentos, utilizando para ello las ordenanzas municipales a destajo.
En 1950 Regiones Devastadas elabora un PGOU que el coautor de este libro destaca como eficaz si se hubiera cumplido, resaltando las barriadas de España y Astilleros, con alturas máximas de 4 planta y grandes patios vecinales.
Sin embargo, el Ayuntamiento no tardó en buscar alternativas. Se menciona así a José León de Carranza cuando en 1954 hablaba de modificar las ordenanzas "porque en Bahía Blanca, Santa María del Mar, etcétera se pueden y deben construirse mucho más pisos. El lema de la Corporación debe ser: construir, construir y construir".
"Este Plan fue sustituido pronto por otro de 1961 donde ya se incluía el plan de los Corrales, con el relleno para la barriada de La Paz, y el plan de San José. El documento se carga el Plan de 1950".
Destaca que la nueva ordenación urbana "afianzó la presencia de las clases populares más allá de la vía del tren, mientras que Carranza estaba obsesionado por mejorar la Avenida para las clases más elevadas".
En esta década se desarrolla el "disparate del barrio del Nuevo Mundo, junto a San Carlos, que nada tiene que ver con el urbanismo del casco histórico", a la vez que en 1963 se aprueba un plan parcial entre Vista Hermosa y el estadio “que permitirá construcciones desmesuradas, como la torre junto a la residencia sanitaria”.
Los años sesenta y los setenta supondrán la destrucción de todo el Paseo Marítimo, con edificios en altura muy alejados de la zona turística que pretendía el plan de 1950.
En la última etapa de gobierno de José León de Carranza se proyecta un nuevo Plan. Él no lo conocerá, pero su ejecución dará muchos dolores de cabeza, incluida la dimisión de parte de su equipo redactor. El Ayuntamiento, ya en manos primero de Jerónimo Almagro y después Emilio Beltrami, pretendía llegar a una ciudad de 450.000 habitantes, para lo que se incluía los diversos proyectos que se presentaron para urbanizar, y rellenas, el istmo entre la capital y San Fernando.
El penúltimo traspiés se produjo en el inicio de la democracia local, con el intento de construir edificios de hasta 7 plantas de altura en los cuarteles del parque. Finalmente se paró. Y allí se levantó el Campus de la UCA.
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