Un Cádiz sin niños
Crisis del coronavirus
Compras masivas de los gaditanos en el primer de estado de alarma nacional
Paseantes se saltaron el cierre de las playas apartando las cintas que prohibían el paso
Los niños, confinados en casa. Pero los padres se echaron a la calle para llenar las neveras y alacenas, ofreciendo una estampa que los comercios de alimentación, los supermercados y los mercados ya quisieran contemplar todos los sábados. El primer día tras la declaración de estado de alarma nacional a cargo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha dejado la fotografía de un Cádiz a medio gas, sin la alegría de los niños en los parques y espacios públicos y con el ansia de abastecimiento intacta. Ya a las 9.45 había una cola de coches para entrar en el parking de El Corte Inglés. Dentro, en Hipercor, más actividad que otros sábados poco después de abrir. Muy cerca, Mercadona de San Severiano era una feria, como en la última semana.
"El lunes hay suministro", rezaba en la vitrina de una recova del Mercado Virgen del Rosario, en Varela. Un joven con una mascarilla compraba pescado y enfrente, Melania, de la Carnicería Pili y Rafael, confirmaba que había "mucha más gente que otros sábados", a la vez que reconocía que habían aumentado los pedidos a domicilios de los clientes. "Sobre todo personas mayores a las que nosotros mismos les hemos dicho que no salgan, que les llevamos nosotros los productos", explicaba. No solo en los mercados municipales se produjeron colas, también en pescaderías y carnicerías de toda la ciudad.
En el Mercado Central la actividad era frenética. Colas considerables en muchos puestos. "Hay más demanda y menos artículos porque los proveedores han recortado", apuntaba la propietaria de una recova. En este establecimiento no quedaba pollo, producto estrella en la psicosis de compras, ni cerdo ni ternera. Fuera de La Plaza, en frutos secos Pecino y en el estanco trasero despachaban sus empleados con mascarillas en una imagen que cuesta creer.
El comercio que no fuera de alimentación no rascó bola. Si la tienda no vendía pollo o papel higiénico no tenía nada que hacer. En la calle San Francisco varias dependientas de distintos establecimientos charlaban a las puertas a la espera de clientes. La mayoría de las franquicias de la ciudad cerraron sus puertas. Llamativa era la soledad que impregnaba a la calle Columela. Y fantasmales se erguían las tribunas y palcos para la Semana Santa en la plaza del Palillero, sabedoras ya de que su desmontaje será inminente.
En las playas, pese al llamamiento municipal que decretó la izada de la bandera roja para evitar aglomeraciones, se vieron muchos paseantes. Aunque temprano la Policía Local precintó los accesos, las cintas rojiblancas que intentaban persuadir a quienes querían bajar a la arena fueron apartadas, como puede verse en la imagen de la cuesta de Santa María del Mar. Incluso un grupo de surferos se lanzó al agua tras el espigón cerca de las murallas de San Roque.
El buen tiempo hizo que se echara de menos aún más el esparcimiento propio del fin de semana. Mucho sol y buena temperatura como para quedarse en casa. No queda otra. Ya vendrán 'tiempos' mejores.
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