Campo Baeza, el arquitecto de Cádiz al que solo le faltó nacer en Cádiz

Premio Nacional de Arquitectura

Su infancia transcurrió en la Caleta, pues vivía en el Campo de las Balas junto a su familia tras el traslado de su padre a la ciudad

Alberto Campo Baeza ante su obra Entre Catedrales.
Alberto Campo Baeza ante su obra Entre Catedrales. / Julio González

Al arquitecto de Valladolid Alberto Campo Baeza solo le faltó nacer en Cádiz. Por lo demás, se siente y es de esta tierra, a la que ama poderosamente. Tanto, que en ella se crió felizmente y en ella desea que reposen sus restos, en la cripta de San Francisco junto al de sus padres. Con apenas tres años llegó aquí junto a su familia, pues su padre, don Juvencio Campo, vino exiliado a Cádiz tras realizar unas oposiciones a médico militar que ganó en el año 36, convirtiéndose en el médico de la Viña. Acababa de comenzar la guerra civil y “le cogió en el otro bando”, lo que llevó a que en lugar de quedarse en Valladolid como médico militar destinado, lo trasladaran a Cádiz. “Y bendita la hora”, dice de aquel exilio.

Cuenta el arquitecto con orgullo que su infancia transcurrió muy cerca de la Caleta, pues vivían en el Campo de las Balas, “durante unos años felicísimos, al borde del agua”, en unos pabellones blancos y pequeños que el general Bouzo mandó a levantar. “Eran gloria pura, pues las ventanas de nuestro dormitorio daban a la Caleta”. También rememora sus paseos por el Parque Genovés, sus primeras clases en la Torre Tavira o cuando iban a misa los domingos al Castillo de Santa Catalina. Un rosario de vivencias que bien merecen su nombramiento como hijo adoptivo de esta tierra.

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