El Campo del Sur como 'vertedero'
Responsabilidad ciudadana Residuos sólidos-urbanos
Los bloques que protegen el casco antiguo de la erosión del mar se han convertido en el lugar favorito para arrojar o acumular desperdicios. Decenas de gatos se hacinan en grupos a lo largo de todo el borde
Entre las playas de Santa María del Mar y la Caleta transcurre un paseo por el que cada día muchos turistas caminan y se quedan con alguna postal de nuestra ciudad. Hacia la ciudad, monumentos, buses turísticos y alguna que otra obra reflejan la actividad de nuestra urbe, y hacia el mar, el agua relaja a los visitantes.
Pero la historia no continúa así. Entre las dos playas, cientos de bloques protegen a la ciudad de la erosión marina. Bloques que son utilizados como vertederos por algunos, poco cuidadosos, ciudadanos del entorno. Si echamos un vistazo por la zona, la basura acumulada refleja la conducta inadecuada de los que allí depositan sus desechos.
Empezando por las Puertas de Tierra, en la zona colindante con el mar se pueden encontrar ventanas, conos de tráfico, palos de madera, conglomerados, pañales, tuberías, mobiliario de la ciudad (papeleras del paseo, vallas, rejas de los respiraderos del parking). Y entre tanto, en el mismo lugar, concretamente en el Paseo del Vendaval, está el ejemplo de conciencia medioambiental, se puede ver la huella de unos escombros vertidos. Trozos de un techo de escayola se dispersan desde la parte alta del muro hasta los propios bloques, donde han quedado la mayoría de los trozos.
Seguimos el camino, y frente a la Cárcel Real, otra parada para los turistas, vemos sacos de escombros, carros de supermercados oxidados, monopatines viejos, ladrillos y palos de escobas.
Llegamos al Pabellón de la Mirandilla, un nuevo edificio deportivo en el que ya se pueden apreciar los primeros grafitis en la parte superior, y los primeros destrozos también a su alrededor, frutos del cuidado de sus vecinos. Junto a él, en los bloques, encontramos muros y tabiques, que con hasta dos metros se han depositado de una sola pieza. Vigas de madera, señales de tráfico, armazones de hierro, tubos de escapes, en alto grado de oxidación, cortinas, muebles de madera y completando las piezas a contemplar también encontramos ruedas de bicicletas. Frente a los restos del antiguo teatro romano, un monumento bastante visitado por los que deciden conocer la ciudad, podemos apreciar montones de azulejos, baldosas y sacos de restos de obras, que seguro no pertenecen al coliseo. Además hay una peligrosa unión de hierros con cuerdas, utilizada para bajar a las piedras, que carece de cuidado.
Llegamos a la Catedral, y en todo su largo podemos observar, bicicletas oxidadas, metros de papel de aluminio, montones de ropa, marcos de ventanas, todo junto a decenas de gatos que en grupos viven gracias a las palanganas de comida y agua que los vecinos les acercan. Además, por las mañanas también les sirven latas de comida, que los ciudadanos colocan a lo largo de todo el Campo del Sur, sobre la gaditana piedra ostionera.
Y llegamos a la última parada, el convento de Capuchinos. Ya cerca del castillo de San Sebastián, también muy visitado, se aprecian somieres de muelles, persianas, sombrillas grandes, estanterías metálicas, varios colchones, percheros, cestas de la compra, antenas, cajas de herramientas, sillas de plástico, un carro de niños pequeños, una silla de despacho, más colchones y para completar el recorrido tres puertas.
El consistorio afirma que las competencias en la limpieza son del Ministerio de Medio Ambiente y que por tanto no pueden hacer nada. Sin embargo la contestación de los técnicos de Madrid es que "los residuos son solidos-urbanos" y que "son lanzados desde la ciudad, por lo que debe ser el Ayuntamiento el que los limpie como una vía pública más; solo si llegasen del mar tendríamos que limpiarlo nosotros" comenta un técnico de Medio Ambiente.
El caso es que sean unos u otros, la basura se sigue acumulando y el turismo, principal motor de nuestra economía, se resiente de ello.
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