Carlos Díaz, el alcalde abandonado

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Al no haber acuerdo para elegir candidato a Pérez-Llorca o Duarte, optaron por Díaz que iba a ser concejal de Parques

José Joaquín León

19 de septiembre 2015 - 01:00

COMIENZO esta serie de Gaditanos de Perfil con un sevillano. Siempre se lo recuerdan, aunque hace 65 años que llegó a Cádiz para quedarse. Y hace 20 años que tenía 60 años y dejó de ser el alcalde. Sucedió en 1995, cuando ganó Teófila Martínez, una montañesa. El poder municipal pasó del PSOE al PP. Aún se sigue especulando con lo que hubiera ocurrido si el PSOE presenta a Carlos Díaz. Quería seguir, tras 16 años como alcalde, para terminar proyectos, pero su partido le estaba moviendo el sillón desde que recibió el bastón de mando.

Con el tiempo, algunos socialistas ilustres como Alfonso Perales y Manuel Chaves, reconocieron que fue un error no presentarlo. Se rumoreó que una encuesta de 1995 le daba a Carlos Díaz 12 concejales y la posibilidad de seguir como alcalde si pactaba con IU, que presentó a Fernando Santiago. Al final, el PP consiguió 15 concejales, IU 5, y el PSOE sólo 7, con Fermín del Moral como candidato. Es difícil saber lo que hubiera pasado, porque Carlos Díaz había conseguido 18 concejales en 1983, pero a partir de ahí fue a menos. En 1987 tuvo 16; y en 1991 se quedó en 14. Los últimos años fueron de crisis y mucho desgaste.

Ha pasado el tiempo. Carlos Díaz Medina está más reconocido hoy que antes. Puede que por su gestión, que fue difícil, pero también por esa sensación de que Cádiz se ha portado mal con él, empezando por su partido.

Carlos Díaz nació en 1935 en Sevilla, aunque allí vivió poco tiempo. Era hijo de un militar, lo que le marcó su carácter austero, según algunos de sus amigos. Vivió la guerra civil siendo muy pequeño, y pasó por Alicante y por Toledo antes de llegar a Cádiz con 15 años. Estudió quinto de Bachillerato en San Felipe Neri. Después cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla, en aquellos años de grandes maestros, como el profesor Giménez Fernández. De regreso a Cádiz, empezó a desarrollar su vocación política. En 1976 creó la asesoría jurídica de la UGT en Cádiz y poco después se afilió al PSOE, tras pasar por el PSP.

También perteneció al grupo Drago, en el que hubo demócratas cristianos, liberales y algunos socialistas. Entre otros estaban Pedro Valdecantos, Antonio Pozanco, Antonio Blázquez, José Ramón Pérez Díaz-Alersi, Ignacio Moreno Aparicio, los hermanos Antonio y Ernesto Fernández Ruiz-Villegas, Carlos Roca, Salvador y Ramiro Navarro, José María Ayerbe, Alejandro Delgado, Enrique Maestre, Santiago Grosso, Gaspar Jiménez o Fernando Suárez.

En las primeras elecciones democráticas de 1979, Carlos Díaz fue elegido alcalde, como cabeza de lista del PSOE, aunque la lista más votada fue la de UCD, que encabezaba Pedro Valdecantos, seguido por José Ramón Pérez Díaz-Alersi. Curiosamente, los dos habían sido compañeros suyos en el Grupo Drago.

Carlos Díaz fue elegido por casualidad, sin buscarlo. En principio iba en la lista como número 7, para ser concejal de Parques y Jardines. Los aspirantes del PSOE para la Alcaldía de Cádiz eran Jaime Pérez-Llorca y José Manuel Duarte, pero las familias socialistas no llegaron a un acuerdo. Según se cuenta, hubo una reunión en casa de Vargas Machuca, en la que llamaron por teléfono a Alfonso Guerra, que entonces se encontraba en su librería Antonio Machado, de Sevilla, para pedirle consejo. Como no había acuerdo, Guerra recomendó que pusieran a otro. Y fue así como se les ocurrió que el candidato podía ser Carlos Díaz. Fue Gregorio López, número dos en aquella lista y coordinador de la campaña, el encargado de decírselo. Se llevó una gran sorpresa.

Carlos Díaz llegó a la Alcaldía en 1979, gracias al pacto de izquierda entre PSOE, PSA y PCA. En aquel equipo de gobierno estaban nueve socialistas (Carlos Díaz, Gregorio López, Hipólito García, Serafín Gutiérrez, Manuel Castro, Josefina Junquera, Juan José Gelos, Luis Pizarro y Gaspar Jiménez), cuatro andalucistas (Armando Ruiz, José Sáez, Inocencio de León y Antonio Ramos) y dos comunistas (Manuel Gómez de la Torre y Pepe Mena).

La popularidad del alcalde fue a más. Se convirtió en la cara visible y el gran beneficiado de aquel pacto. Su honradez, su carácter conciliador y su defensa de los intereses de la ciudad por encima de todo, fueron apreciados por los gaditanos. En 1983 consiguió una amplia victoria con 18 concejales para el PSOE, frente a 9 de Alianza Popular.

Sin embargo, desde el principio recibió críticas. Se decía que no tenía carácter, que no sabía mandar, que lo mangoneaban entre unos y otros, y que carecía de liderazgo y apoyos en el PSOE. Algunos recuerdan que en 1983 ya hubo un intento fallido para que dejara la Alcaldía. Consistía en ofrecerle el cargo de presidente de la Caja de Ahorros de Cádiz, que por entonces tenía un sueldo de unos 16 millones de pesetas anuales, a cambio de salir de la Alcaldía, donde lo hubiera sustituido Luis Pizarro, que fue primer teniente de alcalde. A Gregorio López lo habían nombrado gobernador de Córdoba.

Carlos Díaz fue un buen alcalde, pero sin un equipo que lo apoyara. Tuvo un enfrentamiento con Fernández Chacón, al que destituyó como teniente de alcalde, y una rebelión interna con diversos ediles del PSOE, entre ellos Pérez Peralta, Vera Borja, González Betes y Josefina Junquera. Se dice que el grupo de Alcalá se la tenía jurada después de no tragar con su relevo por Luis Pizarro, y que fue el comienzo de las batallas fratricidas del PSOE gaditano. Carlos Díaz era un alcalde sin familia política. Apenas tuvo algunos concejales fieles como Rafael Garófano, y también Gaspar Jiménez y Juan Beguiristain, entre otros. Por el contrario, contó con la entrega leal de sus secretarios, que fueron Ignacio Moreno Aparicio, Santiago Laz y Antonio Cabrera.

En su gestión siempre se recordará la renovación del Paseo Marítimo y las playas, la firmeza para evitar el derribo del Balneario de la Palma, o la defensa del campus de la Universidad en Cádiz, en la que se encontró solo. Uno de sus momentos de gloria fue el rescate del peaje del puente Carranza, cuando lo pasearon a hombros, no sin polémica.

Pero tuvo escaso apoyo institucional. Cuando iba a Madrid para hablar con los ministros, a veces era recibido por subsecretarios o directores generales. Y en la Junta de Andalucía ya empezaron a castigar a Cádiz. Así no pudo culminar otros proyectos que inició, como el palacio de Congresos, el Centro Elcano o el castillo de Santa Catalina. También inició gestiones con el ministro Borrell para un segundo puente.

Cuando dejó la Alcaldía se alejó de la política. Volvió a su trabajo. A su afición por la fotografía (algunos lo consideran un eslabón entre Juman y Kiki), a la natación o a sus viajes por tantos lugares donde no lo reconocían. Se le ha visto en su tertulia de la cafetería Miami, conversando con sus mejores amigos.

El 3 de septiembre cumplió 80 años. Es padre de dos hijas. Hoy Carlos Díaz sigue siendo el mismo, con su conciencia limpia. Tiene dedicada una plaza, detrás del hotel Tryp Caleta, sin la vistosidad que se merecería. Siempre discreto, sin quejas. Aquel alcalde, que una vez fue abandonado, soporta bien el paso del tiempo.

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