Carmen Moreno: "Hay una copla para todo y para todos"
Escritora
La autora analiza la simbiosis entre el universo lgtbi+ y el folklore en el ensayo 'La copla queer', editado por Almuzara
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Carmen Moreno (Cádiz, 1974) es una poeta, escritora, ensayista, editora y librera en cuya producción caben casi todos los géneros. Eso sí, fuertemente comprometida con el feminismo y el colectivo lgtbi, la autora de Los caballeros las prefieren muertas (segunda mejor novela negra escrita en español por Lloret negra) acaba de publicar con Almuzara el ensayo La copla queer, donde analiza el discurso de disidencia sexual que se esconde tras el género, además de analizar la simbiosis entre el universo lgtbi+ y el folklore. El libro se presenta este 7 de marzo en Cádiz (café teatro Pay Pay), además de en Sevilla (15 de marzo), Córdoba (día 20) y Jerez (el día 21).
–No es que estemos en uno de los momentos donde la copla esté en su punto más álgido, ¿por qué ahora un libro como ‘La copla queer’?
–Pues porque la copla rompió estereotipos y saltó una censura brutal en un momento determinado de la Historia de España. La copla canta a la libertad y creo que en estos momentos que vivimos hace más falta que nunca un canto a la libertad y al respeto por el prójimo.
–Para los despistados, ¿qué significa queer?
–Es una palabra inglesa que en realidad significa raro, diferente. En el colectivo, lo queer engloba todo el colectivo lgtbi pero, además, se refiere a aquello que es tan inclasificable que se sale de los estereotipos, incluso dentro del mundo lgtbi.
–En ese sentido, ¿la copla es queer o hay una copla queer?, ¿qué nos indica este título?
–Pues lo que persigue es destacar que la copla, que en un momento determinado se robó a una parte de la población, como se nos robó la bandera, ha sido mucho más diversa y abierta que lo que cualquiera de nosotros podamos creer. La copla tiene un contenido Lgtbi porque había mucha gente que la componía y la cantaba que era homosexual pero, además, la copla se ha mantenido gracias al colectivo lgtbi porque la acogió como un referente de vida.
–El momento cénit de la copla coincide, sin embargo, con un periodo en el que en nuestros país los homosexuales eran perseguidos, ¿cómo rima eso?
–Es que la copla, realmente, nace en la Segunda República. La copla no nace en el 36 ni en el 39. La copla ya llevaba un tiempo dentro de las casas de España, pero cuando llega la Dictadura se apropia de la copla como se apropió de todo en España A la copla se le pone el apelativo de fascista pero en España, entre el 39 y el 77, todo era fascista y lo que quedaba fuera de eso era duramente perseguido. El colectivo, por supuesto, que no sólo fue perseguido sino masacrado en los campos de concentración para gays, que los hubo.
–”De los fenicios hasta Rocío Jurado”, subtitula su libro, ¿no hay más vida para la copla, a su juicio, tras la más grande?
–La copla, de alguna manera, nace con los fenicios en Cádiz, con los cantes de las sacerdotisas de Melkart, que eran instruidas para cantar y para bailar, y sí, para mí muere con Rocío Jurado. Todo el mundo me menciona a Carlos Cano, y lo considero un grandísimo artista, pero creo que la última coplera, con todas las letras, fue la Jurado.
–¿Y Miguel Poveda?
–Un artista como la copa de un pino pero no es coplero. Él tiene muchos más registros. A ver, yo cuando hablo de copleras y copleros hablo de Miguel de Molina, de Rocío Jurado, de Lola Flores, de Marifé... De esas personalidades absolutamente teatrales en las que la copla toma otra dimesión.
–Con la llegada de la Transición, la sociedad deja de lado la copla, sin embargo, el colectivo lgtbi mantuvo encendida la mecha, ¿eso tiene una explicación?
–Es que la copla canta la vida de las personas homosexuales porque canta el secretismo y el malditismo del amor. Esas personas encuentran que esa música canta su vida, ese maltrato, ese que te miren mal, esos amores prohibidos... Luego también estaba lo excesivo de la interpretación sí, pero también el fondo, la copla era el reflejo de los sentimientos y emociones de autores, algunos homosexuales, como Rafael de León.
–Habla del colectivo lgtbi, pero yo pienso en copla y pienso en mujeres: la Piquer, la Jurado, Lola...
–Efectivamente. Concha Piquer, que para su espectáculo nunca pone el No-Do, ella paga la multa, o cuando Ojos verdes, que la quieren obligar a cambiar la letra y ella mantiene la original, diciendo “la mancebía”; Lola Flores, que nunca tuvo cortapisas ni filtros para decir lo que pensaba; Rocío que fue pionera en muchas cosas, como ser la primera artista de España en defender públicamente al colectivo... Son todas mujeres con un vida privada, en el fondo, totalmente hermética, y con una personalidad bestial. Las mujeres de la copla de las que has conocido la parte más íntima, sí que fueron las que se consideraron más afines al Régimen, y con esto no estoy diciendo que el resto fuera homosexual, pero es, cuanto menos, curioso. Pero por eso mismo el colectivo también se refugia en la copla, en esas mujeres indeterminadas, que nunca hablan de su vida privada y cuando lo hacen, lo hacen de esa forma tan brutal como lo hace Lola Flores, con esa verdad con la que le da igual que salga el sol por Antequera. Con esto te quiero decir que es cierto que la copla es un mundo absolutamente femenino pero no para mujeres.
–¿Por qué hay tan pocos autores de coplas hoy?
–Porque no se vende, cuestión de mercado. Esto es como preguntarse, ¿por qué los cantautores que se lanzaron a escribir poesía ahora hacen novelas?, ¿son mejores novelistas? Qué va, es porque les pagan más.
–¿Cuál es su relación, la personal, con la copla?
–La misma que la tuya. Levantarte un sábado por la mañana escuchando a tu madre cantar copla mientras hace las cosas de la casas, escuchar a las vecinas cantar copla, poner la radio, incluso, y caer alguna... La copla la llevamos en el ADN. Además, es que creo que hay una copla para todo, para dejarte, para que te quedes, para que te vayas..., y para todos.
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