“El peligro del feminismo es que se convierta en agresivo”

Carmen Romero/Ex diputada del PSOE por la provincia

Fuera de la política activa, afirma que se siente renacida y recuerda lo duro que fue la campaña en la que salió diputada por su relación personal

Carmen Romero, esta pasada semana en Cádiz. / Lourdes De Vicente
Melchor Mateo

25 de marzo 2019 - 06:00

Carmen Romero asegura que vive a sus 73 años una nueva vida después de superar una grave enfermedad. El jueves pasado recibió un reconocimiento de los socialistas gaditanos, con los que compartió durante 15 años trabajo como diputada en el Congreso por la provincia.

–Ha recibido un premio del PSOE llamado Mujeres Constitucionalistas que encierra dos términos tan importantes en su vida como el de mujer y también el de la Constitución.

–Estoy muy agradecida justamente por ligar la lucha y la mejora de la condiciones de las mujeres y nuestra Constitución, que ha sido el marco de referencia que nos ha permitido llegar a donde hoy estamos.

–Ahora vivimos tiempos de contrastes. Por un lado explota el movimiento feminista y, por otro, hay un partido como Vox que pone en cuestión la Ley contra la Violencia de Género.

–Siempre cuando hay avances sociales hay un reflujo, Este movimiento que está habiendo tiene un rostro muy duro en algunos que está en contra de la Ley Integral de la Violencia de Género y que no están de buena fe. Hay muchos elementos que se pueden debatir y mejorar. No es un problema de las mujeres sino de la sociedad, de todos.

"En la Constitución española no había ningún artículo que dijera que yo no pudiera ser elegible”

–En la exposición del fotógrafo Pablo Juliá en la Diputación se puede ver una imagen de usted celebrando una victoria en la calle Ancha en una noche electoral. ¿Qué recuerdos tiene de aquello?

–Esa fue la primera vez que me presenté a las elecciones aquí en Cádiz y era muy tarde porque entonces los resultados tardaban mucho en darse. El momento de esa foto serían las doce y media o la una cuando vimos los votos que habíamos sacado. Aquel fue un momento importante para mí porque la campaña aquí en Cádiz fue muy dura para mí. Era difícil en aquel momento que una mujer con las características que tenía entonces diera la batalla política. No había muchos antecedentes. Después sí supe que la mujer de Mario Soares también fue diputada y que no fue un fenómeno tan extraño, pero en España fue la primera vez. Eso para mí era un reto personal y cuando vi que la gente nos daba esa confianza tan grande fue un momento muy emocionante.

–Usted ha sido una mujer que ha defendido los derechos de las mujeres y ha estado detrás de muchas de las leyes a favor de ellas pero, sin embargo, ha tenido que sufrir en sus carnes lo de “mujer de”. ¿ Le ha costado tener su propia identidad en el mundo de la política?

–Yo siempre dije desde el principio que era Carmen Romero pero es que siempre lo había sido. Yo estuve en la Universidad y desde el principio estuve batallando por la democracia. Entonces yo ya tenía mi propia historia pero es verdad que mi relación personal de entonces me identificaba bastante con el presidente del Gobierno de entonces y era lógico. Había que hacerlo pero de una manera natural. Recuerdo que cuando decidí dar el paso, la secretaria de la Mujer del partido con la que había trabajado en todo el tema de la cuota me dijo que por qué no lo hacía. Para mí fue como un desafío. Cuando se lo planteé a Alfonso Guerra entonces, lo hice de una manera bastante fácil para mí. En la Constitución española no hay ningún artículo que dijera que yo no podía ser elegible. Como era una verdad tan evidente, tuve también que aceptarlo.

"En el feminismo, yo soy la defensora de la complicidad, porque si no la hay, todo se puede desvirtuar”

–¿En esa dureza de la campaña también influyó que fuera cunera, una costumbre muy repetida por el PSOE en la provincia, donde han pasado gente como Alfredo Pérez Rubalcaba, ahora el ministro Grande Marlaska o usted mismo?

–En eso me recibieron con los brazos abiertos porque para ellos fue una alegría que yo decidiera hacerlo aquí. Cádiz y Sevilla estamos muy cerca, yo tenía familia aquí y la sigo teniendo, e incluso tengo tres nietos gaditanos. Entonces me acogieron con los brazos abiertos y el problema fue más bien por lo raro de la situación.

–De usted también se recuerda la expresión “jóvenes y jóvenas” mucho antes del miembros y miembras de Bibiana Aido.

–Sí claro. Hoy he leído en algún sitio lo de genia. Hay palabras donde parece que es complicado decirlas en femenino. El lenguaje no es inocente y si ha tenido una tradición de poder del hombre, es lógico que tenga esa huella. Eso se va a ir cambiando.

–¿Cree que hay algún peligro en el movimiento feminista, de riesgo de ser politizado en exceso?

–El mayor peligro en este movimiento es que se convierta en un movimiento agresivo. Nunca las que hemos peleado en el Parlamento y en nuestra vida hemos considerado que el feminismo, que es un movimiento de solidaridad hacia las mujeres, sea agresivo. Yo soy defensora de la complicidad porque si no se hace así, no funciona. Si este movimiento lo dirigen algunas organizaciones agresivas, lo desvirtúan.

–Antes felipistas-guerristas y ahora susanistas-pedristas. Parece que en el PSOE siempre hay que elegir un bando.

–Pero eso ocurre en todos los partidos, pasará siempre y ojalá que no acabe porque lo contrario sería el pensamiento único y yo eso tampoco lo quiero. Es lógico que haya distintas formas de pensar y corrientes. Lo que nos debe de diferencia es la manera de resolver esos conflictos. Eso sólo se resuelve con integración y buen hacer.

–¿Echa de menos la política activa?

–Tuve un corte en 2014 con la enfermedad que sufrí y vi que había acabado una etapa en mi vida y otra que empezaba. Ahora estoy bien con lo que hago y por primera vez puedo vivir mi vida, estar tranquila y disfrutar de mis libros, de mi familia, de pasear porque yo he tenido una exposición pública durante tantos años y ahora poder disfrutar de mi vida normal, es un placer. Eso sí, mantengo mi compromiso y no me gusta desconectarme pero me gusta seguir en la distancia.

–¿Se ha perdido muchas cosas en la vida por estar en ese foco permanente?

–Sobre todo una vida tranquila y familiar normal pero al mismo tiempo he tenido muchas satisfacciones. Siempre hay un precio que se paga pero ha valido la pena.

–¿Ha sacado alguna enseñanza con la enfermedad que ha sufrido?

–Me siento como renacida, que es una vida nueva la que vivo ahora porque no esperaba vivirla. Las personas que han tenido una enfermedad muy dura, cuando salen de ella, todo es regalo.

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