El Carnaval regatea a la Gran Regata

El desfile de tripulantes se erige como el acto más humorístico del evento marítimo con representación de más de veinte países en el pintoresco cortejo

El desfile de marineros en su regreso al muelle.
Manuel Galvín Serrano / Cádiz

28 de julio 2012 - 01:00

El desfile de tripulantes de la tarde de ayer fue lo más parecido a una cabalgata del humor, como esa con la que ríen a carcajadas los gaditanos un sábado de piñata por la Viña. El cortejo salía por la puerta de la plaza de las tortugas a las seis y media entre aplausos, vítores y sones de sirenas de esas atracciones que nos han querido hacer creer que estamos en feria.

Al frente de un sinfín de marineros se encontraban los componentes del Juan Sebastián el 'El Cano, los tripulantes de la patria querían predicar de comportamiento en su tierra, pues fueron los más sublimes y serios en todo el recorrido. Y de paso que no falte el patriotismo exacerbado del pueblo alimentado por recientes victorias deportivas. Acto seguido, los integrantes del Americo Vespucci con un toque apuesto y 'canalla' impresionaban con un elegante traje pero también con unas ganas inmortales de guasa. Nuevamente, el público no dudó en relacionar actos deportivos con identidades nacionales y recordaron a más de un italiano una derrota reciente en Kiev.

Los ecuatorianos de la embarcación Guayas, en sintonía con los portugueses del Sagres, decrecían por unos leves segundos el nivel humorístico. Un barómetro de risa que iba a aumentar conforme avanzará la cohorte de marineros y voluntarios de embarcaciones, rozando el surrealismo en algunos momentos. Y la música no podía faltar, desde Colombia llegaban sonidos latinos, bailes, alegría, y los habitantes de Cádiz lo agradecieron. "Ole que peaso de perro", gritaba un ciudadano a un animal que abría la sección del país cafetero.

El esperpento crece, tripulantes polacos en chalecos salvavidas, prescindiendo de uniformes, tras ellos una imponente bandera de Polonia sorprendía a un buen número de personas que presenciaba el evento celebrado a mitad de la tarde.

Por si quedaba duda de que Cádiz atrae a la ironía y a la gente con afán de enmascararse bajo un disfraz, llegaron los alemanes con una ranita incluida. Aquellos que cuestionaran si estos tenían ganas de animar el ambiente, vieron su duda resulta al comprobar la dinámica coreografía que traían para deleitar al respetable.

El carnavalesco desfile prosiguió con un joven portugués pasando apuros sobre una única rueda de bicicleta. En caso de apuros, Superman se encontraba cerca entre los adolescentes de la embarcación Europa.

Unos segundos más tarde, se vislumbraba algo que podía confundirse con uno de esos cabezudos que aparecen en los carnavales. Pero nada más lejos de la realidad, era un polaco sobre zancos con la cara pintada con los colores españoles, de esta guisa reforzaba el carácter humorístico del cortejo. Además, acompañaba un pájaro que debía ser la mascota de uno de los muchos navíos polacos. Los disfraces seguían a la orden del día, y la música como no.

Alguno no se olvidaba de llevar sus flotadores para salvarse de los infortunios posibles que asolan a todas las ciudades en estos tiempos actuales. Esta vez los flotadores eran para predicar guasa y gracia por una ciudad siempre hambrienta de sonrisas.

La unión de este desfile con lo grotesco y la falta de vergüenza carnavalesca podía mostrarse cuando aparecían varios personajes ataviados con prendas féminas e interactuando con la gente de buena gana. A buen seguro muchos pensaron que este cortejo era más interesante que el celebrado justo hace una semana y en el mismo lugar con motivo del Carnaval Iberoamericano.

Aún quedaban por llegar más representantes españoles, esta vez los del Juan de Laranga, que espolearon los cánticos de "yo soy español". Y detrás un británico del Lord Nelson con un delantal de gitana, "qué arte más grande", lanzaban al aire algunos gaditanos. La patria chica de Cádiz no quedó ausente del evento, ya que una de las jóvenes de la embarcación española 'Tartessos' portaba la bandera cadista.

El cortejo entró de nuevo en el muelle al filo de las siete y media.

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