La Casa de Fragela de Cádiz cumple 13 años con una exitosa lucha contra el Covid
El centro de mayores no ha contabilizado ningún caso de contagio entre sus residentes
Cádiz/El 13 es un número maldito para muchos y, para otros, una cifra con un especial atractivo. El centro de mayores con el que cuenta la Fundación Fragela en la plaza del Falla celebraba en diciembre pasado su decimotercer cumpleaños. Una buena noticia más para compartir entre su plantilla, sus residentes y los usuarios del centro de día.
Pero son otra muchas las que celebra su director, Pablo Otero. Y entre ellas, una que lo mantiene especialmente orgulloso:la de haber sorteado los contagios por coronavirus entre sus residentes desde que se diera a conocer este virus a principios de 2020.
En cuanto al secreto, “control, supervisión, entendimiento y transparencia” con las familias de los mayores que pasan sus horas en el centro de mayores de Fragela. “Esa receta nos ha funcionado bien desde el minuto uno de la pandemia y la gente ha respondido”.
Otero se felicita agradeciendo el trabajo de su plantilla y la colaboración tanto de los propios residentes y usuarios del centro de día como a sus familiares.
El director del centro resalta que aun habiendo más contagios en la calle, en los centros de mayores no está siendo así. Y eso lo consiguen a base de mucho control y rigor en el estricto cumplimiento de los protocolos que van dictando la autoridades sanitarias, que se suman a la propia experiencia que les han ido aportando pistas sobre como hacerle un requiebro al virus, a pesar de la media de edad de los habitantes de la Casa Fragela que el pasado diciembre cumplía los 13 años y que ya va camino de los 14.
Un control que, según Pablo Otero, afecta tanto a los empleados como a los mayores que allí conviven.
En lo que afecta al personal, se someten cada dos semanas a test de antígenos. En cuanto a los residentes, “en el momento en el que detectamos el más mínimo síntoma le hacemos los test que nos facilitan desde el centro de distrito de Cervantes”.
Otero reconoce que la Navidad le quitó el sueño porque supuso un especial trasiego de mayores que podía dejar abierta siempre una puerta a los contagios y al virus del Covid. De hecho, todas las personas que han dormido fuera del centro se han visto sometidas a un aislamiento vigilado de tres días tras el correspondiente test de antígenos para comprobar que sus negativos no se positivaran con el tiempo.
Entre las más de sesenta personas que componen la plantilla de la Casa Fragela tampoco se han contabilizado muchos casos. Otero habla sólo de tres o cuatro casos que empezaron por ser sólo contactos estrechos de contagiados y que luego pasaron a padecer la enfermedad.
“Para no mentir, hace un par de semanas tuvimos que lamentar dos contagios entre los usuarios del centro de día”. Esta circunstancia les obligó a hacerles test al resto de alojados en este mismo régimen sin llegar a detectarse ningún caso más.
Otero insiste en que la disciplina y la colaboración plena de todas las partes han resultado cruciales para ir escapando de la garras del Covid. Por ejemplo, todo el personal está obligado a usar mascarillas FFP2, “trabaje donde trabaje, da igual que sea de cocina, de lavandería, auxiliar o lo que sea:FFP2”. Los abuelos del centro de día están también obligados a llevar mascarilla porque salen al exterior cuando acaban sus horarios de estancia diurna. Los residentes, sin embargo, al no salir apenas al exterior, pueden estar en las dependencias del centro sin mascarilla.
A su vez, el protocolo que siguen en este centro perteneciente a la FundaciónFragela también es muy estricto con las salidas y con las visitas que han sufrido someros recortes y estrictas medidas de control. Han limitado a poco más de una docena el número de visitas que se pueden recibir en el centro por la mañana y las mismas para la tarde, y, todas ellas, con cita previa. “y en las visitas, todos muy espaciados y con una hora de duración como límite. Así es la única manera de saber quién entra y quién sale y quién está dentro del centro en cada momento del día”.
Incluso, según cuenta Pablo Otero, las visitas se llevan a cabo en espacios concretos del centro, “así controlamos si se cumplen las normas y si se escapa algún que otro abrazo que pudiera traer consecuencias negativas para todos”. El contacto físico no está limitado “pero sí lo tenemos supervisado. El equipo técnico y todos los que estamos aquí controlamos en todo momento como se desarrolla la visita. Se han acostumbrado a los abrazos con mascarilla”, indica Otero.
Y a todo esto, el director de este centro ubicado frente al Gran Teatro Falla le suma la mediación de la Virgen del Perpetuo Socorro, que el centro luce en su acceso principal.
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