Un teatro marino en el Castillo de San Sebastián para estrenar La Atlántida en Cádiz
75 aniversario de la muerte de Falla
El Ayuntamiento proyectó transformar la fortificación en un peculiar escenario para el estreno en 1955 la obra póstuma del compositor
Casto Fernández-Shaw elaboró el diseño
Tras la muerte de Manuel de Falle su discípulo Ernesto Halffter se hizo cargo de la conclusión de la obra La Atlántida, que el músico gaditano había dejado inconclusa.
Para el estreno de esta pieza comienza a hablarse de Cádiz en 1953.
En aquel momento la ciudad se encontraba inmersa en la preparación de la celebración del Trimilenario de su fundación, que se había convocado para 1955. Una fecha, en todo caso, sin ningún referente histórico pero que fue utilizada por el gobierno local para intentar levantar el ánimo de la capital, con las heridas de la Explosión de 1947 aún sin cerrar.
Para tan magno acontecimiento el Ayuntamiento, entonces presidido por José León de Carranza, proyectó una operación urbanística de gran calado pues propuso que la obra se estrenase en el Castillo de San Sebastián.
En aquel momento, la fortificación formaba parte del patrimonio de lo que hoy es el Ministerio de Defensa. En él se situaba una batería de costa y daba cabida también al faro de la ciudad, entonces habitado por el farero de turno.
El proyecto se le encarga a Casto Fernández-Shaw, uno de los referentes de la arquitectura española de la época y con lazos que le unían a Cadiz, donde contaba con una casa.
"Creo que con motivo del Trimilenario, Cádiz merece que se estudien una serie de mejoras y alicientes, siendo uno de ellos la construcción del Teatro Atlántico. El Castillo de San Sebastián, por su proximidad al mar, por su extensión y por su fácil acceso, debe de incorporarse de una forma u otra a la ciudad", comentaba el arquitecto en octubre de 1953.
El proyecto finalmente redactado suponía levantar un anfiteatro en el interior de la fortificación con capacidad para más de 3.000 espectadores, con un amplio foso para una orquesta sinfónica. La gran apuesta era un escenario, giratorio y denominado Naumaquia, de grandes dimensiones que se ubicaría a pie de la muralla. Parte de este lienzo, que tendría una pantalla para la proyección de imágenes, sería también abatible con lo que se permitiría que el agua del Atlántico ocupase todo el escenario.
Esta operación abriría la posibilidad de acceder a las tres carabelas del Descubrimiento, como broche final del concierto.
El diseño de Fernández-Shaw incluía también la construcción del Faro de Hércules. Una torre de 56 metros de altura y un diseño aerodinámico, muy habitual en el arquitecto. Las paredes irían cubiertas con un bajorrelieve donde se contaría la historia de Cadiz. Bajo la misma se abrirían salas para exposiciones y un Palacio del Mar.
El proyecto no llegó a activarse.
La celebración del Trimilenario contó con un presupuesto de 5 millones de pesetas, de los que la mitad iban para esta obra, aunque no sirvió para nada ni aunque el diseño se redujo para limitar los costes.
Finalmente, en noviembre de 1961 la obra se interpretó en el Teatro Falla... El estreno mundial se había producido unos días antes en Barcelona.
También te puede interesar
Lo último