El Castillo de San Sebastián de Cádiz: obras de emergencia pero sin futuro
La actuación que está realizando el Estado por el mal estado de una parte de la Avanzada entra en su recta final
Así está a día de hoy el interior del Castillo de San Sebastián
Una pena muy grande. Esas palabras, compartidas con la nueva subdelegada del Gobierno, Blanca Flores, resumen la situación actual del castillo de San Sebastián. Desolación puede ser también el término que mejor defina el estado de la vieja fortaleza, que podría ser un atractivo exponencial para la ciudad y que va languideciendo al paso del tiempo completamente cerrado y sin ninguna mira de futuro por parte de ninguna administración. No en vano, hasta hace un tiempo Ayuntamiento y Estado estuvieron echándose la pelota a ver quién no era el responsable de San Sebastián; no a ver quién se quedaba con la titularidad o el uso, sino todo lo contrario, a ver quién se lavaba las manos y quedaba liberado de cualquier carga ante este equipamiento.
El castillo se muere, se cae, envejece a pasos agigantados, sin que ninguna administración haya sabido hasta la fecha proponer un uso o plantear un proyecto que lo salve de la ruina y que lo devuelva a la vida. Casi se puede decir que San Sebastián sigue en pie gracias a las actuaciones que cada cierto tiempo y por la vía de urgencia acomete el Estado a través de la Demarcación de Costas, que con la excusa de proteger las murallas de la ciudad está salvando las zonas más dañadas del exterior y de parte del interior de la fortaleza.
Obras que son un pequeño oasis entre tanta dejadez y tanto abandono. Como las que se siguen desarrollando de manera casi imperceptible en la zona de la Avanzada más próxima al castillo, con el puente de piedra ostionera incluido. Ahí se afanan en proteger el lienzo de muralla, el entorno del castillo y el propio arco del puente que conecta una parte y otra de San Sebastián en una actuación que por la vía de emergencia aprobó el consejo de ministros el pasado mes de octubre y que desde entonces se ejecuta con cargo a una partida que se acerca al millón de euros.
En concreto, son 865.000 euros los que está invirtiendo en esta ocasión el Gobierno, para garantizar que esa zona que era la más dañada del castillo no sufra desprendimientos irreversibles. Y es que los técnicos apuntan que San Sebastián en general y la zona en torno al puente que une el castillo con la Avanzada los efectos del viento, el agua y las mareas suponen un duro embiste a la estabilidad de la fortificación; sobre todo en el estado actual de abandono absoluto. De hecho, el desarrollo de estas obras de emergencia en parte del exterior del castillo no ha estado exento de problemas, sobre todo cuando en Cádiz sopla el viento del sur y subía la marea; jornadas en las que el avance ha sido mínimo o directamente nulo porque la marea se llevaba el mortero recién aplicado a la piedra.
Pese a los inconvenientes de resanar un lienzo de muralla directamente expuesto al mar, la obra está a día de hoy bastante avanzada. El proyecto consistía en la reconstrucción “del tramo de lienzo derrumbado de la muralla, de características similares al original, recuperando en la medida de lo posible los sillares caídos al mar”; el refuerzo de la base de cimentación y núcleo con mampostería tradicional de piedra y mortero hidráulico de cal; la consolidación de los elementos deteriorados en peligro de derrumbe; y el relleno y consolidación del trasdós de la muralla.
Un bien sin futuro
A pocas semanas, a priori, de culminar estas obras, el problema de San Sebastián es que no hay plan más allá de eso. Es decir, que sigue sin haber proyecto, idea ni futuro para este recinto que desde que se marcharan los militares no ha sabido reconducir su presente y asentar su futuro; más bien, todo lo contrario.
En el interior del castillo siguen conviviendo edificaciones que fueron rehabilitadas con otras que llevan décadas pendiente de una intervención. Allí, alejadas de la mundanal ciudad, siguen resistiendo las casamatas que recuperó en su día el Ayuntamiento y que albergaron actividades varias, manteniendo un estado a priori correcto de conservación con sus suelos de madera, sus cristaleras divisorias y sus modernas lámparas colgadas del techo; y sigue sin caer el antiguo polvorín que amenazaba ruina hace ya años. Y justo en la entrada al castillo, sigue luciendo bien visible el letrero de “Labimar”, otro intento fallido de San Sebastián.
La actuación ha sido más generosa de la cuenta por parte de Costas, que ha sumado al proyecto la rehabilitación de una garita que parecía imposible salvar y de un lienzo interior de muralla que estaba también próximo al derribo por el viento y el efecto de las olas. Pero aún así, esos trozos de muralla que hoy lucen totalmente resanados no son más que un pequeño espejismo en la realidad de un complejo que necesita muchos millones de euros para recuperarse.
Esto quiere decir que cuando los operarios que a día de hoy aplican mortero de cal al puente que conduce a la Avanzada y se afanan en rehabilitar el arco del puente que une una parte y otra terminen su trabajo y echen el candado en la puerta de acceso al castillo, volverá la desolación y el abandono de San Sebastián.
Tendrá que conformarse la ciudad con que las actuaciones de emergencia estén permitiendo hasta ahora salvar de la ruina a la vieja fortificación; a la espera de que las administraciones implicadas (principalmente el Estado, con San Sebastián formando hoy parte de la Dirección General de Patrimonio; y el Ayuntamiento, que de manera recurrente, especialmente en período de elecciones municipales, suele mostrar interés en el castillo) sepan plasmar en ideas y en papeles un futuro claro para unos terrenos que debieran ser fruto de un proyecto que sitúe a Cádiz a nivel internacional y no una clara muestra de la desolación más absoluta.
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