La Castrense de Cádiz: cronología de la ruina a la gloria

El edificio que amenazaba hace años con un cierre definitivo será dedicado mañana tras la rehabilitación integral que pone fin a un largo y complicado proceso para no perder el templo

Aspecto actual de la Castrense, tras la rehabilitación y la colocación de todo el mobiliario, altares, imágenes y demás elementos del culto.
Aspecto actual de la Castrense, tras la rehabilitación y la colocación de todo el mobiliario, altares, imágenes y demás elementos del culto. / Lourdes De Vicente

Hoy emerge en la Plaza del Falla como un espectacular edificio brillante en el suelo negro y blanco, robusto en la piedra ostionera de arcos y zócalos e inmaculado en paredes y retablos. Hoy celebra su reapertura, el regreso del culto ordinario, la evangelización del Balón y el penúltimo reducto militar de Cádiz. Pero el estado actual de revista de la iglesia del Santo Ángel Custodio cobra carácter extraordinario si se echa la vista atrás una década y media y reverdecen en el recuerdo los salones apuntalados, las calichas desprendiéndose de techos y paredes y la propiedad mirando para otro lado y pensando en el cierre definitivo, que es lo que habitualmente viene pasando cuando el futuro -en este caso religioso- de Cádiz depende de Madrid.

La Castrense culmina este sábado, penúltimo día de abril, un proceso de rehabilitación que ha estado plagado de vicisitudes. De hecho, hubo un tiempo en que parecía más cercano el cierre definitivo del templo y su enajenación que la brillante recuperación que se hizo realidad el pasado verano y que se constatará con la primera visita oficial del arzobispo castrense de España a Cádiz el sábado para presidir la misa de dedicación del templo.

Una cronología plagada de vicisitudes que separa la amenaza de la ruina y la pérdida de otra página de la historia de la ciudad con la renovada iglesia que mira al Gran Teatro Falla. Un proceso “de mucho empeño y mucho trabajo, de llamar a muchas puertas y muchas puertas cerrarse, aunque otras muchas se abrieron”, tal y como expone y define el párroco de la Castrense, César Sarmiento, principal responsable de la recuperación arquitectónica y artística que el sábado será bendecida. Una línea trazada en el tiempo en la que se ha cruzado “gente que no entendía el empeño por una iglesia” con otros que han defendido a capa y espada la conservación del edificio y también de su carácter castrense.

Los primeros problemas

Dependencias apuntaladas en la Castrense, antes de la rehabilitación.
Dependencias apuntaladas en la Castrense, antes de la rehabilitación. / Fito Carreto

El proceso que ha sufrido la Castrense en estos años coincide casi a la perfección con el período que lleva destinado en Cádiz César Sarmiento como párroco. En octubre de 2010 recaló este canario en la capital gaditana para hacerse cargo del templo de la plaza del Falla; “y en noviembre llega un escrito de que hay que cerrar la iglesia por peligro de hundimiento de la nave izquierda”. Ahí empieza la lucha por la Castrense, que sufrió entonces su primer cierre.

“Estuvimos celebrando las misas en la sacristía desde noviembre de 2010 a marzo de 2011”, recuerda el párroco. Las obras provisionales en el ala de la iglesia más afectada terminarían a tiempo para la Semana Santa de ese año. Pero los problemas no acabarían ahí, ni mucho menos.

La falta de fondos y el desinterés del Ministerio

Estas primeras obras a finales de 2010 y principios de 2011 pusieron de manifiesto que el complejo parroquial necesitaba una profunda intervención, al tener dependencias cerradas por su mal estado y otras apuntaladas, entre otros problemas y patologías. Pero en esos años no había fondos para acometer la actuación necesaria; y, mucho peor, no había interés en el Ministerio de Defensa, responsable y titular de la iglesia. Hasta tal punto, que se llegó a ofrecer la propiedad del edificio a aquella administración o entidad que quisiera asumir su arreglo.

En paralelo, o frente a esta actuación que algunos achacan a la entonces ministra de Defensa (Carmen Chacón) comienza la puesta en valor histórica de la que es primera parroquia castrense en toda España, que auspició en 2014 la conmemoración de su 250 aniversario, con múltiples actos y cultos que se desarrollaron durante el año.

La financiación

Recuerda César Sarmiento con nitidez cómo el 16 de julio del año 2015 el Boletín Oficial del Estado publica la financiación para la rehabilitación de la parroquia del Santo Ángel Custodio. “Yo estaba en el patio de la parroquia haciendo cosas cuando me llamaron y me dieron la noticia; y lo primero que hice fue ir a buscar a la Virgen del Carmen, que a esas horas estaba en procesión, porque lo entendí como un regalo que Ella hacía a la parroquia”, traslada este sacerdote, que al hilo de esta coincidencia comenta cómo años después, coincidiendo con el final de las obras en la Castrense, “el Carmen termina siendo de esta parroquia”.

No sería hasta un año después cuando comenzarían las obras, celebrándose allí el 12 de junio de 2016 la última misa para trasladar el 17 de julio las imágenes y la vida de la parroquia a Santa Catalina, en la frontera de la Viña con el mar.

Los problemas con las obras

El cierre de la Castrense se estimaba entonces para un período de 18 meses, que es lo que debían durar las obras. Pero al poco de empezar los trabajos la empresa quebró, y la obra quedó casi dos años paralizada. “De enero de 2017 a julio de 2019, cuando pudieron retomarse gracias a una nueva licitación”, recuerda a la perfección César Sarmiento.

Y solventado este problema, llegó la pandemia, y la huelga de transportes, y la huelga del metal… Y lo que en julio de 2016 se preveía para 18 meses se alargó durante seis años, seis, hasta que la obra culminó y las imágenes volvieron de Santa Catalina el pasado 31 de julio.

‘Amueblar’ el nuevo templo

Retablo de Santa Bárbara, que ha sido restaurado.
Retablo de Santa Bárbara, que ha sido restaurado. / Lourdes de Vicente

Desde julio hasta aquí, el trabajo en la Castrense ha sido incansable, ya que han sido numerosas las actuaciones ejecutadas para poner a punto todo lo relacionado con mobiliario, altares, imágenes y otros elementos del culto recuperado en el templo del barrio del Balón.

Se ha realizado un nuevo altar para el Santo Ángel Custodio, en el altar mayor; se ha realizado igualmente un nuevo retablo para las imágenes titulares de la cofradía de Expiración; se restauró íntegramente la capilla de Desamparados, cuyo camarín de la Virgen se ha convertido en accesible; se ha restaurado el retablo de Santa Bárbara; se ha devuelto a la portada de la iglesia el histórico Nazareno del Polvorín; se han recuperado las campanas; se ha restaurado la imagen de San Sebastián, que ha permitido confirmar la autoría de Jacinto Pimentel…

“Y en todo este tiempo la gente ha vuelto, están participando en los cultos, están de nuevo en su casa”, destaca el párroco, que tras la recuperación total del templo y la misa de Dedicación que este sábado culmina todo el proceso de rehabilitación plantea la exigente tarea de “retomar toda la pastoral de la feligresía, porque en la práctica han sido seis años sin estar aquí”.

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