Catedral de Cádiz. 300 años de un largo sueño

En 2022 se cumplen tres siglos de la colocación de la primera piedra en el templo, una oportunidad para poner de relieve su importancia histórica, urbanística, arquitectónica y artística

El Cabildo empezará a trabajar en este aniversario en próximas fechas

La Catedral de Cádiz, una restauración constante
La Catedral de Cádiz. / Fito Carreto

El sábado se cumplieron 182 años de la consagración de la Catedral. Pero esa celebración religiosa que debió ser todo un acontecimiento aquel 28 de noviembre de 1838 tiene su origen en un proyecto muy anterior; tanto, que se remonta al siglo XVII, cuando la ciudad ya pensaba en darse una nueva Catedral y se trazaron algunos planos o ideas de posibles emplazamientos. Finalmente, sería en el año 1722 cuando se pondría la primera piedra de uno de los ejemplos más contundentes de la ambición y del brillo del Cádiz de aquellos años. La primera piedra de un sueño que se alargaría más de un siglo de obras, cambios en el proyecto y parones hasta consagrar el templo que hoy conocemos. La Catedral que acaba de cumplir 182 años conmemorará, por tanto, en poco más de un año los tres siglos del inicio de su construcción.

Esos 300 años de la primera piedra asoman al horizonte cercano de la ciudad como una oportunidad de conmemoración, con todo lo que ello supone y que ya se ha experimentado recientemente con eventos como el del Bicentenario de la Constitución de 1812 o el 750 aniversario del traslado de la sede episcopal a Cádiz (que se celebró en 2018).

La construcción de la nueva Catedral de Cádiz supone un acto fundamental en la historia y el urbanismo de la ciudad que bien merece su conmemoración. El inicio de las obras coincide con la época de mayor esplendor conocida, relanzada de manera definitiva con el asentamiento de la Casa de Contratación en 1717; una ciudad que era la quinta en número de población de España y que se decidió a asumir una enorme transformación urbanística para demoler todo un barrio y levantar en su lugar el templo cuya primera piedra se colocaría a las órdenes de Vicente Acero en 1722.

El levantamiento de este gran edificio eliminó viviendas, hizo desaparecer varias calles (como las que unía El Pópulo con la calle San Juan por el callejón del Obispo, o la que transitaba por delante del actual Bar Terraza) y regaló una nueva plaza que aún se proyectó mucho más grande, hasta alcanzar la actual calle Cristóbal Colón desde Santiago hasta Cobos, lo cual no llegó a llevarse a cabo.

El año 2022 se presenta, por tanto, como una gran oportunidad para recordar esa ciudad con ambición y con grandes planes urbanísticos que la llevaron a seguir creciendo; una ciudad que no se conformaba con lo que tenía (la actual parroquia de Santa Cruz, que tenía rango de Catedral y que se había transformado a finales del siglo XVII) y aspiraba a proyectos de envergadura. Y para recordar cómo un edificio, una iglesia, transformó el urbanismo para dotar al callejero que hoy conocemos. Una gran influencia, en definitiva, que empezó a proyectarse hace tres siglos aunque no se culminara hasta hace 182 años.

Al mismo tiempo, este tercer centenario del inicio de la construcción del templo es una oportunidad para poner en valor el propio edificio, muy oculto a la ciudad durante muchos años (los de las obras eternas, los cierres de las puertas y demás problemas) y muy mal parado por la crítica desde sus inicios, pese a las singularidades y las dificultades técnicas que diseñó Acero y que dotan a la Catedral de una gran personalidad y fuerza constructiva (que en gran parte conocemos en la actualidad gracias al inmenso trabajo de más de treinta años del arquitecto gaditano Juan José Jiménez Mata).

Y junto al valor del edificio, esa conmemoración de los 300 años del inicio de la construcción puede suponer una oportunidad para mostrar el amplio patrimonio que ha ido atesorando la Catedral de Cádiz a lo largo de estos siglos y que bien merece una gran exposición a la altura de las grandes muestras que recientemente se han desarrollado en la ciudad. Entre ellas la Traslatio Sedis de la propia Catedral, que en 2018 mostró una mínima parte del patrimonio de toda la diócesis -Ceuta incluido- y que en 2022 podría reducir a lo que atesora la Catedral en pintura, imaginería, bordados, orfebrería y otras artes.

Una gran exposición y una programación variada de eventos que pueden servir, además, para la recuperación definitiva después de unos meses más que difíciles que también está afrontando el Cabildo Catedral, con la iglesia cerrada desde marzo (salvo un pequeño paréntesis entre agosto y octubre) a las visitas y con una ciudad sin turismo ni visitantes a consecuencia de la epidemia del coronavirus.

Sobre todo ello aseguran fuentes del Obispado que va a empezar a trabajar y analizar el Cabildo Catedral en los próximos meses, cuando se plantee de qué manera celebrar que la Catedral consagrada tal día como el sábado de hace 182 años es el fruto de un largo sueño que comenzó en 1722. Hace casi 300 años.

¿Y si la calle Arquitecto Acero fuera peatonal?

La Catedral de Cádiz tiene el atractivo de contar con una visión palpable desde el mar y que sobresale casi desde cualquier posición de la ciudad. No en vano, desde su construcción está presente en todas las vistas, pinturas, dibujos y fotografías de esa parte de la ciudad que mira al Campo del Sur. En su parte frontal, la fachada principal da una plaza de grandes dimensiones fruto del derribo de varias edificaciones que hacían mucho más pequeño el espacio. Y en el lado de Poniente, junto al barrio de El Pópulo, esconde su fachada entre un pequeño callejón que da a la otra Catedral, la de Santa Cruz, y los restos arqueológicos de la antigua Casa del Obispo. Pendiente queda, pues, la otra cara de la Catedral, la que da a la calle que recuerda a su creador, Vicente Acero; una fachada que es acceso natural al primer templo y que ocupan a diario coches, furgonetas y camiones ya que todo el tramo de fachada es una zona de carga y descarga, que comparte calle con una parada de taxis y con aparcamientos en zona azul.

¿Y si esa calle fuera peatonalizada por completo y se convirtiera en puerta de acceso al casco histórico desde el paseo del Campo del Sur, permitiendo contemplar ese lateral de la Catedral libre de obstáculos y ampliando el espacio libre (ya de por sí reducido por las terrazas) de la plaza?

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