La Catedral de Cádiz incorpora una exposición del histórico monumento eucarístico

Nostalgia de un Cádiz que vivía a lo grande y celebraba a lo grande; una ciudad conocida y reconocida por la suntuosidad de sus grandes celebraciones. La cripta de la Catedral acoge desde este martes una exposición que muestra una mínima parte del histórico monumento eucarístico que cada año se instalaba de manera efímera en la Catedral.

Una obra de enormes proporciones (por encima de los quince metros de altura, según sostiene el restaurador Fabián Pérez) y que aglutina grandes firmas de artistas de la época (empezando por su creador, Torcuato Cayón, y por la reconocida Luisa Roldán y siguiendo por Domenico Giscardi, Pedro Laboria o Francisco Caballero).

Solo estos dos ingredientes (la grandiosidad del monumento y los nombres propios que participaron en su construcción) merecen este espacio expositivo que el Cabildo Catedral ha dedicado en uno de los brazos de la cripta, y que viene a poner de relieve el modo en que celebraba la Iglesia local y la propia ciudad los cultos religiosos allá por los siglos XVII, XVIII o XIX.

De hecho, fue el Concilio Vaticano II y sus nuevas directrices las que hicieron caer en desuso este enorme monumento eucarístico que cada año se montaba en fechas muy concretas y cuya construcción es incluso anterior a la actual Catedral, ya que responde a una decisión del Cabildo en 1780 y su estreno en 1781, cuando la Catedral no abriría al culto hasta 1838. Por tanto, tal y como explica Fabián Pérez, el monumento se concibió para la capilla del Sagrario de Santa Cruz, entonces Catedral, y luego sería trasladado hasta el nuevo templo.

También confirma Pérez Pacheco que para este monumento se reutilizaron piezas de otros monumentos anteriores, que fueron dispuestas sobre columnas o a lo largo de la característica balaustrada.

De todo ello, se han recuperado algunas de las imágenes de madera y telas encoladas que en su día se elevaban sobre uno de los extremos del crucero de la Catedral, delante de la puerta de Arquitecto Acero, y que se pueden diferenciar en tres categorías: ángeles erguidos para las esquinas del cuerpo principal del monumento (de los que se exponen tres en la cripta), profetas que rodeaban el monumento en su cuerpo superior, y ángeles sedentes cuya autoría corresponde a Luisa Roldán y que se disponían a lo largo de la balaustrada.

Una selección de las piezas que presentan un mejor estado de conservación son las que se exponen desde este martes en la cripta catedralicia, aunque tanto el restaurador como el deán no descartan que se puedan ir sumando nuevos elementos en el futuro. Entre ellos, dos ángeles de la Roldana pertenecientes a este monumento y que en su día habrían sido llevados a la iglesia de San Paulino de Barbate, donde se conservan en la actualidad (con una policromía no original).

Todo ello presidido por la maqueta que permite ver con más detalle el esplendor que caracterizaba al culto eucarístico de la Catedral y que se estuvo usando hasta los años 40 del pasado siglo, tal y como apunta Fabián Pérez.