"La Catedral debería tener una cuadrilla de albañiles al mando de un arquitecto"
El arquitecto Juan José Jiménez Mata, que trabajó en la Catedral desde 1987 hasta 2011, aboga por un mantenimiento continuo
Pide que las grandes obras salgan a concurso público
La clave está en el mantenimiento; en un trabajo continuo, diario, que evite un deterioro progresivo hasta necesitar de una intervención de calado para la que difícilmente se encuentra financiación. Así lo entiende el que durante más de tres décadas ha sido el médico de cabecera de la Catedral de Cádiz, el arquitecto Juan José Jiménez Mata, que siempre abogó y vuelve a reivindicar ahora el cuidado permanente del principal templo de la diócesis. “La Catedral debería tener una cuadrilla de albañiles al mando de un arquitecto que fueran repasando cornisas, cubiertas y demás; que las piedras que estén mal se quiten, que se rejunten piedras con mortero… Siempre aposté por el mantenimiento continuo en lugar de grandes obras, que también hay que hacer”, señala Jiménez Mata a raíz del desprendimiento de cascotes que registró el exterior de la Catedral el pasado viernes.
Un arquitecto de cabecera, un conservador del edificio, es una de las figuras que a juicio de este profesional que lleva desde 1987 vinculado a la Catedral, requiere la conservación óptima del templo. Así, de hecho, se recoge en el Plan Director por él redactado en el año 2009 y que hasta la fecha no ha tenido recorrido por falta de apoyo de las administraciones públicas. “Otras muchas catedrales tienen esta figura del arquitecto-conservador, por lo menos para ese mantenimiento continuo” que requiere un edificio de esas características, explica Jiménez Mata.
Además, aboga por la convocatoria de concursos públicos cuando se vayan a acometer proyectos de calado “para que actúen arquitectos con experiencia, que hayan trabajado en otros monumentos”; porque en este extremo lo tiene meridianamente claro: “gente que no tenga experiencia en Patrimonio Histórico no debería atender estas obras”. Entre otras cuestiones, porque el arquitecto que se enfrente a la Catedral de Cádiz necesita no proyectar la actuación en sí, sino analizar qué mortero es el más indicado para aplicar teniendo en cuenta los grandes problemas que tiene el templo -“al igual que el resto de edificios de la ciudad”, precisa Jiménez Mata- con la cristalización de sales. “En la obra de la Sacristía Baja, por ejemplo, se probaron hasta ocho morteros diferentes hasta dar con el más idóneo”, recuerda el arquitecto de su última intervención en la Catedral, hace más de una década.
Por eso, a través de los concursos públicos, se podrá facilitar la contratación de los profesionales que presenten un mejor curriculum o una propuesta de intervención más idónea para la correcta conservación de la Catedral.
El mal de piedra
La intervención planteada hace unos días por el deán de la Catedral de sustituir toda la piedra de la Catedral a partir del segundo cuerpo supone una intervención prácticamente imposible. Primero por su calado económico, y en segundo lugar porque básicamente sería construir de nuevo la Catedral. Y ese no es el objetivo del Plan Director vigente desde 2009, que ya recogía el tratamiento de este problema que tiene el templo en la piedra. “Todo el edificio es un contenedor de sales; no solo cloruro sódico, sino otras muchas. Todo eso está estudiado y recogido en el Plan Director, que no contempla la sustitución de la piedra en todo el segundo cuerpo”, explica Jiménez Mata. “Claro que hay que reponer piedra, pero como solución puntual”, añade.
Respecto al último incidente registrado el viernes, este arquitecto considera que esa caída de cascotes “es normal porque la piedra está corroída por las sales”. De hecho, traslada que en el exterior del edificio el problema es mucho menor porque las lluvias y la humedad rebajan la gravedad del problema de las sales. “Los problemas de salinidad se producen dentro, especialmente por los problemas mecánicos, los problemas de morteros, que dejan que las piedras se apoyen sobre los ripios” (conchas de ostión, en el caso de la Catedral de Cádiz, que se colocaban para sujetar dos piedras antes de aplicar el mortero).
También te puede interesar
Lo último