Ceballos será enterrado en la Catedral de Cádiz
El obispo emérito aseguró en su marcha que quería pasar los últimos días en Cádiz, deseo que no ha podido cumplir
Muere Antonio Ceballos
El día que se conoció, el 31 de julio de 2011, que dejaba de ser obispo de la diócesis de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos transmitía felicidad, no tristeza; veía la noticia como una "acción de gracias" y no como algo negativo. Y ya entonces anunciaba que se marcharía a vivir a su Jaén natal para colaborar y ser atendido a la vez por las Hermanitas de los Pobres. Pero, eso sí, aseguraba que cuando “deje de valerme por mí mismo regresaré a Cádiz para pasar aquí mis últimos días y para ser enterrado en la Catedral", como corresponde a los obispos eméritos.
No pudo cumplir Ceballos -que ha fallecido este miércoles a los 87 años de edad- su deseo de regresar a Cádiz, donde tan querido fue durante sus casi 20 años de episcopado y donde ha dejado una huella que sigue imborrable entre sacerdotes y fieles católicos, recibiendo diversos reconocimientos (como el premio Gaditano de Ley del Ateneo, en 2011). Pero atendiendo a sus palabras del año 2011, el obispo emérito será enterrado en la cripta de la Catedral de Cádiz.
De hecho, en una entrevista concedida semanas después de presentar su renuncia ante el Vaticano (en septiembre de 2010, aunque Zornoza no fue nombrado hasta julio del año siguiente), Ceballos aseguró que su condición de obispo "me hace ser un gaditano más que vivió en esta tierra y en esta Iglesia y la sirvió con todo el corazón". "Y cuando muera, seré enterrado en esta Catedral de Cádiz", insistía.
Esa ceremonia que se desarrollará en los próximos días se está coordinando en estos momentos, recién conocido su fallecimiento, con la diócesis de Jaén, de la que era natural Ceballos y donde ha residido hasta su fallecimiento.
Su paso por Cádiz
En su despedida formal de la diócesis, Antonio Ceballos confesó que en Cádiz “he dado todo lo mejor de mi vida, tal y como soy, y tengo que confesaros que he estado muy contento evangélicamente hablando”. Y de su labor destacó que en todo momento había procurado "estar cerca, muy cerca de todos, y sobre todo de los pobres, desfavorecidos y enfermos, así como de los inmigrantes, dentro de mis limitaciones, debilidades y fragilidades”.
Y en el balance de su labor en Cádiz y Ceuta quiso destacar la labor del Seminario (donde ordenó a medio centenar de sacerdotes), asegurando que los sacerdotes de la diócesis "son muy alegres, preparados y buenos”; la "magnífica labor evangelizadora" de los religiosos y religiosas de la diócesis; la "buena respuesta y magnífica preparación” de los jóvenes.
Siendo como era Ceballos, se despidió en 2011 con un agradecimiento generalizado. “Un obispo sin los sacerdotes, los diáconos permanentes, los religiosos y las religiosas, las vírgenes consagradas, los seminaristas, las familias y los laicos no puede hacer nada. De modo que mil gracias a todos por vuestra magnífica colaboración”.
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