Chalés con denominación de origen
Los dos únicos chalés protegidos en Cádiz
La casa de Varela y Villa Mercedes son los únicos chalés de la ciudad que están protegidos por el PGOU
Mantenerlos supone una elevada inversión
Cádiz/Hay dos chalés que, salvo cataclismo, seguirán en pie en nuestra ciudad, sin que les afecte el desarrollo inmobiliario en Puerta Tierra, donde aún aguantan en pie medio centenar de unifamiliares como ejemplo del viejo esplendor que las villas particulares cuando al Cádiz moderno se le denominaba extramuros.
La residencia del general Varela, ubicada en el primer tramo de la avenida de Andalucía, y Villa Mercedes, al final de la misma arteria y frente al colegio de San Felipe Neri, se mantienen firmes con sus portes distinguidos. Potentes edificaciones, de cuidado gusto arquitectónico. Ambas, por ello, están protegidas por el PGOU gaditano. El resto de los chalés de la ciudad podrían algún día ser derribados por la piqueta. Varela y Mercedes, no.
La casa del general Varela fue un regalo de la ciudad de Cádiz al militar isleño. Con aportaciones obligadas o voluntarias, el inmenso edificio, para los cánones gaditanos, sufrió importantes daños por la explosión de agosto de 1947 en la vecina base de defensas submarinas, cuyos arreglos fueron financiados con fondos del patrimonio de su mujer, Casilda Ampuero, según destaca el historiador Jesús Núñez.
El chalé contaba con un extenso jardín que conectaba con la Avenida, mientras que en la trasera la finca llegaba hasta la actual plaza de San Severiano.
En 1986 el gobierno municipal del socialista Carlos Díaz firmó un convenio con la familia Varela con el que el la ciudad recuperaba la zona ajardinada a cambio de permitir a la propiedad la venta de la parcela trasera, donde se levantó un bloque de pisos de renta libre.
Ya en la etapa de Teófila Martínez se firmó un segundo convenio, en 2003, por el que se le daba a la familia el derecho de uso de la residencia por un periodo de veinte años, hasta 2023, a cambio de recibir la ciudad el valioso archivo histórico del general Varela, que hoy se puede consultar en el Archivo Municipal.
La familia rehusó contar para Diario de Cádiz como ha sido y es hoy la vida en este chalé.
Si los elevados muros que protegen esta casa dificultan la visión de los curiosos, la amplia verja de Villa Mercedes permite disfrutar de la solemne fachada del segundo y último chalé protegido en el PGOU de Cádiz.
La casa la construyó en 1936 Juan Miranda, un emprendedor ingeniero de Obras Públicas. “El aquel momento en esta zona de extramuros apenas había nada construido, más allá del vecino chalé de la familia Comes”, destaca a este diario el nieto del promotor, Juan Ortiz, cuya madre sigue residiendo en la casa, que lleva el nombre de la esposa de Miranda.
El chalé se construyó en dos fases, ocupando cada una mil metros cuadrados de superficie. La trasera dispone de un jardín con diversos árboles frutales. “En la primera se levantó la casa, que tiene unos 500 metros cuadrados de superficie”. Resalta el buen gusto de la edificación, que nos traslada a las fincas más nobles del paseo de la Palmera de Sevilla. El propio Juan Miranda pintó el proyecto, para lo que invirtió más de un año, y buscó los mejores materiales para el desarrollo de las obras, especialmente los cierros de los ventanales. El principal, que sobresale de la fachada, lo copió de un palacete de Jerez de la Frontera.
En la trasera del edificio se ubicaron pequeñas dependencias para guardar el carbón, el lavadero e incluso un gallinero, y durante años estuvo la oficina de la Gestoría Miranda con puerta de acceso a la calle Huerta del Obispo.
Mantener el chalé, con más de ochenta años de antigüedad, supone para la familia una importante inversión económica cada año. Lo cierto es que siempre se encuentra en perfecto estado de revista pues se le hace un mantenimiento continuado y, en casos puntuales, se ejecutan obras de mayor calado, como las que se realizaron hace dos décadas para el cambio del tejado, guardando, eso sí, el diseño original de Juan Miranda.
A pesar de este coste, la familia tiene claro que “no lo vamos a vender nunca. Todos le tenemos un gran cariño”, reconoce el nieto del promotor que recuerda que de “todos de pequeños hemos jugado en el jardín y aquí hemos realizado las reuniones familiares”.
El deseo de mantener este patrimonio no ha impedido que en diversas ocasiones hayan recibido ofertas de venta. Incluso en los años setenta El Corte Inglés se mostró interesado en adquirir la parcela.
Parcela que, con la expansión de Puerta Tierra se ha ido rodeando de grandes edificaciones.
A un lado de Huerta del Obispo cayó primero el también inmenso chalé de Comes. Y en la trasera se derribó un pequeño chalé que durante muchos años fue sede de la Academia San Jorge, cuyos alumnos embarcaban en Villa Mercedes en numerosas ocasiones la pelota que utilizaban para sus juegos. Lo mismo pasó tras el derribo del cuartel de artillería, vecino también durante décadas de esta casa. “Hasta que no se urbanizó la zona, el terreno se utilizaba para jugar al fútbol. Era una pesadilla. Hasta diez balones al día venían a recoger e incluso nos encontrábamos a chavales que habían saltado el muro para recuperarlos, lo que nos obligó a instalar una red de seguridad más alta”, recuerda Juan Ortiz.
Hoy, los edificios en altura han sustituido a los patios escolares y a los campos de fútbol. Pero villa Mercedes invita a la curiosidad y a asomarse a la puerta que la separa de la ruidosa Avenida. “Hace unos años teníamos un perro que tenía la costumbre a esconderse tras ella y cada vez que llamaban saltaba ladrando”.
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